¡Maldito ego!
Las trampas del ego y cómo domarlas

Todos tenemos ego. Un mínimo de ego es necesario para identificarnos como individuos. El problema es cuando el ego se engorda en exceso, cuando actúa como una trampa contra nosotros mismos.
Hablemos de las trampas del ego. Imaginemos que el ego es como una fortaleza. Depende de su tamaño será más o menos difícil de defender, es decir, cuanto más grande más posibilidades hay de conflicto y más dolores de cabeza.
De esto precisamente habla María de Mondo en su libro Yo Ego. El ego, en palabras de su autora es “tu «falso yo», el causante de tu sufrimiento y el principal obstáculo para tu paz interior.” En el libro, María de Mondo identifica una checklist de 30 factores para comprobar si tenemos demasiado ego. Estas son algunas:
1. Suelo discutir o argumentar mi punto de vista cuando hablo sobre política con alguien con una ideología distinta a la mía.
2. Me siento ofendido si alguien juzga mis creencias ideológicas o espirituales.
3. No me gusta que otras personas critiquen el país, ciudad o pueblo al que pertenezco
4. Me frustra cometer errores o equivocarme en cosas que son importantes para mí.
5. Creo que cuando consigo determinados objetivos (comprarme una casa, tener pareja, formar una familia, un mayor salario…)
6. Me suele afectar la opinión de los demás
7. Si recibo halagos o críticas de personas importantes para mi puede cambiar la percepción que tengo de mi mismo.
8. Me da mucha paz y tranquilidad tener las cosas controladas.
9. Me siento decepcionado con frecuencia por las personas que me rodean.
10. Me genera mucha rabia y rechazo que la gente mienta
11. Creo que gran parte de mi sufrimiento es por situaciones (por ejemplo, el trabajo) o personas externas a mí.
12. Me cuesta reconocer mis errores
13. Cuando quedo con mis amigos soy de los que más hablan.
Estos son tan solo algunos ejemplos de la checklist en cuestión. Pero ¿es posible domar el ego? La respuesta es sí. Hay pequeñas claves.
La primera nos la da Don Miguel Ruiz en Los 4 Acuerdos, y es no tomarse nada personalmente. El segundo consejo es liberarse de la necesidad de ganar, tener razón o ser el mejor. Para esto es necesario dejar de identificarse con los logros propios, porque el ego busca el éxito y el reconocimiento social. Por último, no debemos esforzarnos por ser famosos o populares, por tener seguidores o likes. Todo esto engorda el ego.




