La batalla por la hegemonía del independentismo

El independentismo más hiperventilado vivió ayer uno de esos episodios que necesitan como gasolina para poder seguir funcionando. La detención de la exconsellera Clara Ponsatí, una de las huidas del procès, quiso volver a situarnos en una pantalla que, afortunadamente, este país ha superado. Quiso volver a situarnos en la pantalla de 2017, pero las cosas son muy diferentes ahora.

Clara Ponsatí volvió después de un poco más de cinco años huida porque sabía perfectamente que los delitos de los que se la acusan ya no conllevan penas de cárcel. Sabía que sería detenida, porque sobre ella seguía habiendo una orden de búsqueda y captura y sabía que quedaría en libertad, como así pasó a última hora de la noche. Pero aun sabiendo todas estas cosas, Ponsatí y su corte quisieron protagonizar una especie de sainete que solo tuvo credibilidad para aquellos que siguen creyendo en la gran mentira que los políticos del procès les explicaron una vez. Y no lo digo yo, lo dijo la propia Clara Ponsatí en 2018, "estábamos jugando al póquer e íbamos de farol". Estas fueron sus palabras.

Ayer su detención sirvió para activar, de nuevo, todos los resortes de aquellos a los que no les gusta que las cosas sean diferentes ahora, de aquellos que quieren vivir en la confrontación permanente, porque esto es lo que los alimenta. Así que la detención de Ponstí, que solo duró unas horas, sirvió para volver a cargar no solo contra las instituciones del Estado sino contra los que hasta hace poco eran sus compañeros de camino, algunos de los cuales sí que pagaron con penas de cárcel, por lo que pasó en el 17.

El episodio protagonizado ayer por la exconsellera tiene mucho menos épica de lo que a ella le hubiera gustado. El diálogo y las negociaciones entre el Gobierno de Pedro Sánchez y Esquerra Republicana, que han tenido como fruto algunas reformas penales, son las que han permitido el retorno de Ponsatí. Aunque esto no evitó el ataque de ayer de Junts per Catalunya contra Esquerra Republicana, que intentó también elevar el tono contra el Gobierno, para no perder el compás en el mundo independentista.

Y es que a todo esto, y no es anecdótico, lo de ayer pasó solo a dos meses de unas elecciones, que aunque en Cataluña solo sean municipales, van a ser escenario de nuevo de la batalla por la hegemonía del independentismo.

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