Un zombie llamado Pablo Iglesias

Madrid

Si hemos de creer el relato evangélico, tal día como hoy hace más de 2.000 años, Jesús moría crucificado tras perder unas primarias contra Barrabás convocadas por Poncio Pilatos.

Barrabás era un líder de los zelotes, una facción político-nacionalista judía que se oponía fuertemente al dominio romano y arremetía contra todos los que colaboraran con Roma, el equivalente entonces a lo que hoy podría ser el IBEX, la OTAN, la progresía mediática y el régimen del 75, todo junto.

Los votantes progresistas viven estos días un particular calvario porque, a la izquierda del PSOE, la exigencia de unas primarias amenaza con llevarse por delante la posibilidad de reeditar la coalición de gobierno. Al parecer, estas primarias se exigen para asegurar el compromiso verdaderamente democrático de Yolanda Díaz a la hora de elaborar las listas. Compromiso puesto ahora en duda por el propietario del dedo que la nombró.

Habría que recordar que las primarias no siempre son un modelo inmaculado de selección de personal. Las de Poncio Pilatos no fueron lo que se dice ejemplares. Jesús parecía contar con el beneplácito del pueblo hasta que, según se lee en San Mateo 2720, "los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la muchedumbre de que pidieran a Barrabás e hicieran perecer a Jesús". No debe extrañarnos porque, si algo nos ha enseñado la historia, es que una muchedumbre es como un coche: lo difícil no es conducirlo sino encontrarle un buen aparcamiento.

Jesús resucitó al tercer día. En política las resurrecciones son una rara avis y suelen demorarse mucho más. Lo que sí es frecuente es que a algunos que han dejado la política en circunstancias menos épicas que las que imaginaban, les cueste admitir que están políticamente muertos y deambulen por la actualidad enfurruñados y arramplando con todo, como un zombi de The Walking Dead. Le pasó a Aznar y ahora le está pasando a Pablo Iglesias.

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