Jon Rahm ha hecho historia proclamándose campeón del Masters de Augusta, el primer «grande» de la temporada y uno de los torneos más importante del golf mundial, al acabar con un acumulado de doce bajo par y cuatro golpes de ventaja sobre Brooks Koepka. La chaqueta verde es suya, al igual que lo hicieron Severiano Ballesteros, José María Olazábal y Sergio García. Rahm, de 28 años, ganó el segundo grande de su carrera, tras el Abierto de Estados Unidos de 2021 y destronó en Augusta a Scottie Scheffler, campeón en 2022, por lo que es el único europeo que gana ambos torneos. «Me cuesta creerlo, y es todo un honor», dijo tras vencer. Y es que como aseguró el golfista de Barrika, en los campos del Augusta National hay «algo especial para los españoles». Una victoria que se hace aún más especial el día en el que Seve Ballesteros cumpliría 66 años. «Seve es una de las razones por las que juego al golf. Es historia de este deporte. Ganar en el 40 aniversario de su segunda victoria y el día de su cumpleaños es muy especial. Ha sido un homenaje hacia él», subrayó Rahm mientras lanzaba un beso al cielo. Sin olvidar la presencia de su padre, que le veía desde el público: «Aita, menos mal que has venido... Te quiero». Además, su hermano Eriz pasó por los micrófonos de «Carrusel» donde aseguró el orgullo que vive su familia tras lo conseguido por Jon: «Se nos ha pasado por la cabeza todos los momentos de entrenar, de sufrir, es un sueño cumplido». «Es el décimo grande en España y la sexta chaqueta. Me cuesta explicarlo porque verle ganar a Sergio aquí fue increíble y eso hace que de verdad te creas que aquí hay algo especial para españoles. Que es nuestro destino jugar bien aquí. Es un honor para mí», dijo Rahm en rueda de prensa. Es el cuarto español en vestir la chaqueta verde en Augusta, tras Severiano Ballesteros, José María Olazábal y Sergio García. Es, además, el segundo español capaz de ganar dos «grandes» distintos, después de Ballesteros, doble campeón del Masters y triple campeón del Abierto Británico. «No quería creérmelo hasta que fuera algo fijo. Me acuerdo del libro de Rafa Nadal, cuando habla de la final de Wimbledon de 2008 con Federer, cuando pega un gran golpe y por primera vez se dejó pensar en la victoria. Creo que era el cuarto set y luego fueron al quinto set. Explica que permitirse pensar en la victoria le hizo perder el set. Por eso hay que mantenerse en lo que es importante en el momento», dijo. Y reconoció que todavía le cuesta creer en las consecuencias de su logro, entre ellas el tener derecho a jugar en Augusta el resto de su vida. «Ni cerca de haberlo procesado todavía. Lo único que sé que va a pasar es que el cocinero José Andrés me va a hacer el menú cada año. El resto todavía no he dejado que los pensamientos vayan tan adelante. Me imagino que mañana vendrá presente, pero de momento es casi como que no me doy cuenta. Un honor poder venir aquí el resto de mi vida», aseguró.