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Pedro Almodóvar: "Soy la mejor prueba de que la Transición trajo la democracia a España"

El director manchego publica "El último sueño" en Reservoir Books

El último sueño de Pedro Almodóvar

Madrid

En la introducción del libro el autor cuenta que no le gustan las autobiografías: "Es algo que le tengo ya dicho a mi hermano, los biopics están prohibidos, de hecho soy mucho más sincero cuando escribo, una biografía implicaría hablar de mucha gente que me rodea, y no quiero implicar a nadie, y el biopic no es un género que me guste, una biografía cuando es buena la leo como novela, el biopic es muy banal, no se han hecho buenos biopics". Sin embargo “El último sueño” puede funcionar como un puzzle en el que, si sabes colocar bien las piezas, puedes llegar a conocer buena parte de la historia de Pedro Almodóvar. Esa historia está condicionada por tres factores: su infancia junto a su madre y las vecinas del pueblo; la educación en dos colegios religiosos y la llegada a Madrid a finales de los 70.

Todo sobre su madre

El relato que da título al libro, ”El último sueño” lo escribió justo el día después de la muerte de su madre y en él muestra su desolación más absoluta. Pedro reconoce que hay un antes y un después de ese momento.

Francisca Caballero fue determinante en la vida, pero tambien en la carrera cinematográfica del más famoso de nuestros directores. Está presente en algunas de sus películas como actriz ("Mujeres al borde de un ataque de nervios", "¿Qué he hecho yo para merecer esto?", "Átame"), pero también es fuente inspiradora de buena parte de las madres que aparecen en su filmografía. En "Tacones lejanos", la escena en la que charlan sentadas alrededor de la mesa Chus Lampreave, Marisa Paredes y Rossy de Palma la prepararon en casa de la hermana de Pedro, con su madre y sus hermanas sentadas en el sofá. Francisca apuntaba por dónde debía ir esa conversación y cuáles eran las frases apropiadas para cada situación. Una vez terminada la jornada de trabajo pedía su "jornal", porque ella tenía que hacer frente a sus gastos.

Las vecinas son también grandes protagonistas en la obra del director. Están en "Volver", "La flor de mi secreto" o "Dolor y gloria" (Esa Rosalía cantando "A tu vera" en el arranque de la película). Las vecinas haciendo encaje de bolillos en el patio fueron una de sus escuelas. Su madre le recriminaba que las incluyera en las películas, porque ellas consideraban que quedaban como catetas, pero nada más lejos de la realidad: el respeto que Pedro mostró siempre por ellas es más que evidente.

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La mala educación

Almodóvar estuvo interno en dos colegios religiosos, primero en los salesianos y más tarde en los franciscanos. La estancia en esos colegios fue también algo determinante en su biografía. "Lo que estamos viviendo actualmente es algo que era el pan de cada día. Yo estaba interno con los salesianos. Vivía un Gran Hermano a lo bestia. Todos sabíamos todo. Todos nos lo contábamos todo. Todos éramos conscientes de que había abusadores, y uno especialmente depredador. Tal fue el escándalo que, de algún modo misterioso, llegó al pueblo. La Iglesia, el modo de solucionarlo, era destinando a ese sacerdote a otro colegio con alumnos mayores. Y ese era el parche que ponían a ese problema."

Una vez fuera del colegio, Pedro se vengó a través de sus escritos. "La visita", el primer relato del libro que ahora publica, es una descripción ficcionada de lo que pasaba en aquellos centros. "La visita" se convirtió más tarde en una de las piezas del guion de "La mala educación".

Pedro, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón

Pedro llegó a Madrid en los 70. Cuenta que la marcha de la casa familiar provocó la única bronca que tuvo con sus padres. Pero se tenía que marchar, tenía que volar. Reconoce que si se hubiera quedado en el pueblo habría caído en la depresión y que, casi con toda seguridad, se ha habría quitado de en medio.

Y allí estaba él, en Madrid, a finales de los 70: "Yo tenía cierta memoria de la dictadura, tenía memoria de lo que era respirar la atmósfera franquista, yo el cambio lo detecto en el 77. Fue en un concierto de Iggy Pop en Móstoles. Estaba allí con Carlos Berlanga, con Olvido (Gara, Alaska) y con Bernardo (Bonezzi). Recuerdo salir a la calle. Mirar a la guardia civil, a los grises, y no tener miedo, y eso ocurrió con la UCD, pero a pesar de la UCD. Es la experiencia más grande que he vivido en toda mi vida."

Dolor y gloria

La vida de Almodóvar hoy dista mucho de aquella de finales de los 70. En "Memoria de un día vacío" reconoce que no sabe qué hacer con el día que tiene por delante. Es Jueves Santo. "Cuando digo que me siento más expuesto, ese capítulo es uno de ellos. Nunca voy de víctima. Y no creo que quede como tal. Pero sí era víctima del tedio. Para mi el tedio sí es un fracaso. En la época de la movida pensaba que no iba a tener tiempo y nunca me iba a aburrir; encontrarme un Jueves Santo con que no sé que hacer ese día, me parece un enorme fracaso, y es triste, en efecto... Hablar de la soledad siempre es delicado, yo recuerdo que con el confinamiento fue la continuidad de la soledad que yo ya vivía en otras épocas, y aproveché el hecho de no tener que hablar por teléfono. Hay parte de mi trabajo que se hace en soledad, pero hay un momento que la soledad te pesa, y sobre todo cuando sabes que el único responsable de esa soledad eres tú, que has ido separándote de las personas, no has respondido al teléfono ni a las citas, ni a amigos, y hay un momento que el teléfono deja de sonar. Sobre todo los fines de semana, durante la semana, la oficina me llama. Sobre todo en días como el jueves santo, que ves Madrid vacía y llena de turistas. Y ahí me salva la literatura."

Pedro Almodóvar junto a Javier del Pino durante su entrevista en 'A vivir' de la Cadena SER.

Pedro Almodóvar junto a Javier del Pino durante su entrevista en 'A vivir' de la Cadena SER.