'El vizconde demediado', una fábula sobre el hombre alienado
Una historia maravillosamente contada, llena de ternura, de inteligencia, divertidísima y llena de claves que explican nuestra sociedad y nuestra condición
'El vizconde demediado', una fábula sobre el hombre alienado
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Italo Calvino nació en Cuba, en 1923, y murió en Siena en 1985. Era un autor genial, comprometido, imaginativo, dueño de una voz personal y de un imaginario donde todos nos podemos reflejar. En el momento de su muerte era el escritor italiano más traducido. Entre sus obras está la maravillosa 'Las ciudades invisibles', 'Si una noche de invierno un viajero', 'Palomar' o 'Los amores difíciles'.
'El vizconde demediado', publicada en 1952, forma parte de la trilogía 'Nuestros antepasados', junto con 'El caballero inexistente' y 'El barón rampante' (que ya habéis podido escuchar en 'Un libro una hora'). Es una historia maravillosamente contada, llena de ternura, de inteligencia, divertidísima y llena de claves que explican nuestra sociedad y nuestra condición.
Educar a través de la literatura
El desquiciamiento de la razón que presentan las tres novelas de 'Nuestros antepasados', su aire descabellado e irreal, vienen siempre hilvanados por una lógica implacable; en ese mundo aparentemente imaginativo subyace, de la mano del humor, una realidad que nos presenta hechos y situaciones muy reales, muy de hoy, cosiendo de continuo el símbolo con el hilo de la realidad. El resultado final puede parecer un tapiz fantástico, con afiligranados arabescos, una brillante explosión colorista, pero lo que Calvino nos cuenta es siempre algo esencial en la vida humana: la soledad, el miedo, la lucha, la liberación. Con las fábulas va ligada constantemente una intención moral, afirmada sin la menor reticencia por nuestro autor cuando dice creer "en una literatura que sea presencia activa en la historia, en una literatura como educación".
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El vizconde demediado es la primera incursión de Italo Calvino en lo fabuloso y lo fantástico. Esta magnífica fábula plantea la búsqueda del ser humano en su totalidad, quien suele estar hecho de algo más que de la suma de sus mitades. Partiendo de la imagen de un hombre cortado en dos por una bala de cañón, Calvino desarrolla esta parábola del vizconde Medardo, que simboliza a la perfección el hombre contemporáneo, incompleto, demediado, no reconciliado consigo mismo. Calvino ha acertado a construir una fábula en la que campea por encima de todo la sátira, el humor, como si el autor se burlase en cierta medida de lo que está escribiendo y que, bajo los ropajes de la imaginación libérrima, configura una de las tragedias fundamentales del hombre de nuestros días: la mutilación, la escisión de la personalidad, en suma, la alienación.
Picasso, un referente para Italo Calvino
El propio Italo Calvino dijo: "Hastiado de mí mismo y de todo, me puse a escribir, como pasatiempo privado, 'El vizconde demediado' en 1951. No tenía el menor propósito de defender una poética en lugar de otra, ni la menor intención de alegoría moralista, ni mucho menos política en sentido estricto. Reflejaba, sí, aunque sin darme mucha cuenta, la atmósfera de aquellos años. Estábamos en el corazón de la guerra fría, en el aire había una tensión, un desgarramiento sordo, que no se manifestaban en imágenes visibles pero dominaban nuestros ánimos. Y he aquí que al escribir una historia completamente fantástica, me encontraba expresando sin advertirlo no sólo el sufrimiento de ese momento particular, sino el impulso a salir de él; esto es, no aceptaba pasivamente la realidad negativa, sino que conseguía sumergirme de nuevo en el movimiento, la fanfarronería, la economía de estilo y el despiadado optimismo que habían sido los de la literatura de la Resistencia".
Hay una identificación de Calvino con Picasso que se puso de manifiesto en 1952 cuando eligió uno de sus dibujos para la portada de 'El vizconde demediado'. El pintor malagueño se configura como referente y paradigma de su escritura a lo largo de la década de los 50, el momento que quiere reflejar "el espeso muro" que impedía ver las contradicciones de una sociedad que había llegado al bienestar deseado en la posguerra y que se resignaba ante modelos de vida que se estaban separando paulatinamente de los ideales que habían inspirado a su generación. Salvar los momentos de esperanza, contar con la energía de la exploración, de la búsqueda de lenguajes siempre cambiantes, siempre rompedores, ese es el modelo que Calvino encuentra en Picasso y que querrá seguir desde entonces.
Este artículo contiene fragmentos de los comentarios de María J. Calvo Montoro para la edición de Siruela, de la 'Nota 1960' del autor y del prólogo de Esther Benítez a la edición de Bruguera