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Sociedad

¿Eres proactivo o reactivo?

Las claves para impulsar la proactividad en tu día a día

¿Eres proactivo o reactivo?

Antes se hablaba de gente pasiva o activa. Pero desde que Stephen Covey publicara Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva en 1989 se habla más de gente proactiva y reactiva.

Covey explica a las personas proactivas como aquellas que “Llevan consigo su propio clima. El hecho de que llueva o brille el sol no supone ninguna diferencia para ellas. Su fuerza impulsiva reside en los valores, y su valor es hacer un trabajo de buena calidad, independientemente de que haga buen tiempo o no”.

Y entonces, ¿el proactivo nace o se hace? Covey explica “la proactividad forma parte de la naturaleza humana, y, aunque los músculos proactivos puedan encontrarse adormecidos, sin duda están en su lugar”.

El pasivo sin embargo no es proactivo ni reactivo. Simplemente “pasa” de hacer nada, como los protagonistas de Los indiferentes, la novela de Alberto Moravia o como el experimento de Zimbardo de las ventanas rotas.

Este experimento se llevó a cabo en 1969, y consistía en dejar, aparentemente abandonado, un coche usado en un barrio pobre y conflictivo, como el Bronx. El psicólogo abandonó el vehículo deteriorado sin matrículas y con las puertas abiertas, para así observar el comportamiento de aquellos que se toparan con el auto. En diez minutos el coche fue desvalijado y en tres días desmontado y destruido.

Pero esta sólo era la primera parte del experimento, pues la segunda consistía en dejar un coche en las mismas condiciones en un barrio rico y tranquilo, como en Palo Alto, California. En este caso, mientras el coche tenía un aspecto cuidado, nadie lo tocó, pero entonces Zimbardo lo golpeó y rompió algunas ventanas. Desde ese momento, los habitantes de Palo Alto se comportaron como los del Bronx, destrozando el coche a la misma velocidad.

La conclusión que extrajo del experimento fue clara: cuando los demás ven una ventana rota, un coche o edificio descuidado (también hablamos de nuestro propio templo, de nuestro cuerpo, mente y espíritu), reciben un mensaje inequívoco de abandono que dice "a nadie le interesa cuidar de esto, romped lo que queráis".

Por otra parte, el reactivo es activo, pero no es proactivo. Como indica la palabra, se dedica a reaccionar, en lugar de actuar por iniciativa propia. Algunos ejemplo de actitudes reactivas:

1. Cuando esperas a enderezar una relación a que el otro o la otra te diga que “esto se acabó”. El reactivo suele reaccionar tarde y mal.

2. Cuando dejas de fumar cuando ya tienes una enfermedad grave, o empiezas a hacer deporte cuando ya te han desahuciado.

3. Cuando empiezas a contar el dinero y a tomar el control al entrar en números rojos, con todas las visas y créditos echando humo.

Analicemos algunas claves para ser proactivo:

1. No esperes a que “cambien los vientos”. Las soluciones no vendrán de fuera.

2. Pregúntate: “¿Qué puedo hacer ahora, en este momento, para mejorar la situación?

3. Aléjate de pasotas, quejicas y agoreros.

4. Acércate a la gente que te empodera y te sabe impulsar. Como decía Nietzsche: el buen amigo ha de ser una cama dura, de campaña.