Por qué aceptar nuestros miedos nos hace más fuertes
Explicando el miedo y los Pensamientos Automáticos Negativos

Por qué aceptar nuestros miedos nos hace más fuertes
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
El viernes pasado, con motivo de la noche de los libros, di una conferencia acerca del miedo. Había personas jóvenes pero también había bastantes personas con más de 70 años, y fueron unas sensaciones tan bonitas hablar del miedo con ellos y ver que los miedos que tenemos no son tan diferentes que quería compartirlo por aquí.
Los científicos suelen llamar miedo a “un sistema de alarma que nuestro cerebro activa cuando detecta una posible amenaza. Se trata de una respuesta útil y adaptativa que conlleva cambios en la fisiología, los pensamientos y el comportamiento”. Y menos mal, porque antiguamente escuchabas un ruido por la noche, o te despiertas y cazas al animal o te conviertes en la comida del día siguiente.
Pero, a día de hoy no tenemos que despertarnos en mitad de la noche para proteger nuestra vida y los miedos son creencias que nos han inculcado desde chiquititos o experiencias que nos marcan y que extrapolamos al día a día. Esos miedos se pueden transformar en miedo al rechazo (si te han rechazado en el amor y piensas que te van a rechazar en la entrevista de trabajo), miedo al fracaso (cuidado no se vayan a reír de ti), miedo a lo desconocido (nos han educado creyendo que más vale malo conocido que bueno por conocer).
Pero es que incluso llegamos a adoptar los miedos de otras personas. Si tu madre tiene miedo a los gatos es probable que tengas miedo a los gatos. Esto ocurre porque el miedo se aprende. Si, por ejemplo, tienes un accidente, antes de que te estrelles, todo se ralentiza, las ramas de los árboles, un destello de luz blanco, alguien que te mira con un abrigo verde, la música que llevabas puesta. Años después cada vez que veas ese destello o escuches la música, entrarás en un estado de alerta de forma inconsciente y puede que no sepas de dónde te viene.
Todo el mundo tiene miedo, pero no todo el mundo responde de la misma manera. Los 3 mecanismos básicos para los que te prepara tu cuerpo son la huida, el ataque y la parálisis. Y dependiendo de varios factores ante una misma situación personas diferentes van a reaccionar de forma distinta.
Sinceramente, yo creo que el mayor miedo que tenemos es aceptar y mostrar nuestros miedos en público porque tenemos pánico de sentirnos vulnerables, de pensar que mostrar los miedos hace que otra persona te pueda llegar a controlar. Y obviamente si estás frente a un manipulador puede ser así. Pero realmente hablar de aquello que te da miedo te hace más fuerte, porque mostrarte vulnerable no significa que seas quebrantable. De hecho, todo lo contrario, significa que estás poniendo de frente aquello que te da miedo y eso es mucho más valiente.
A veces tenemos pensamientos que no podemos parar y que vienen como de la nada. Esos son los P.A.N, Pensamientos Automáticos Negativos. Son pensamientos auto-limitantes, como “no puedo hacerlo”, “voy a hacer el ridículo”, “esto me da muchísimo miedo”, “se van a reír de mí”, “soy una carga” o “me va a decir que no, seguro”.
Mi primer psicólogo, Antonio, me describió los P.A.N como pirañas que se alimentan del miedo, cuantos más pensamientos negativos tenías más grande se hacía tu piraña. Pero también me enseñó una técnica que funciona bastante para identificar y cazar esos pensamientos. Antonio me decía que les pusiera nombre, y cuanto más ridículo mejor.
Por ejemplo, cuando me invadía el “no valgo para esto” o el “no es interesante lo que cuentas” me paraba en seco y decía, otras, vaya pedazo de piraña, voy a ponerle nombre, por ejemplo: “la apisonadora” porque viene a machacar todos mis sueños.
Identificar estos miedos no hará que de la noche a la mañana dejes de tenerlos, obvio, pero por lo menos te ayuda a identificarlos para tener un punto de partida para trabajar.




