Las desventajas de las personas con altas capacidades: "Eres siempre la pieza del puzle que nunca encaja"

Madrid

Marina siempre ha sabido que era diferente. Cuando era pequeña ni sentía ni pensaba como los demás. "Me llamaban todo el rato 'listilla', me decían que mi madre me hacia los deberes o me miraban raro porque preguntaba cosas que a los demás les daba igual. Es como si fueras la pieza del puzle que nunca encaja", asegura. Tras un accidente de tráfico a los 13 años, los médicos identificaron que tenía altas capacidades. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con altas capacidades tienen un coeficiente de inteligencia igual o superior a 130. En España, de acuerdo a los datos más recientes del Ministerio de Educación, en el curso 2021-2022 había 40.916 estudiantes con estas capacidades.

A simple vista puede parecer que tener altas capacidades son sólo ventajas, pero no es así. Estas personas se enfrentan a muchos problemas, sobre todo emocionales, a lo largo de su vida. Marina tiene ahora 50 años y recuerda lo difícil que fue relacionarse con otros niños: "No estás en el sitio que tienes que estar, ni de la manera que tienes que estar. Los niños forman grupos entre ellos, pero contigo se muestran más distante. Eres diferente", afirma Marina en una llamada telefónica.

Pero esta mujer de 50 años no es la única en su familia que tiene altas capacidades. Su hija, que también se llama Marina y tiene 17 años, ha pasado por 4 colegios porque no conseguía adaptarse. Siempre ha sentido que era una adulta en el cuerpo de una niña: "Me llevo mucho mejor con mis profesores que con mis compañeros de clase. Entiendo mejor sus intereses y sus bromas, siempre me ha pasado". Cuando era pequeña, Marina buscaba en el parque gente mucho más mayor que ella, vestía como una adolescente o se aburría de jugar a juegos "de niños" en los recreos con sus compañeros.

Un desajuste entre la madurez intelectual y la madurez emocional que Alejandro Bustos, psicólogo clínico, identifica en muchos de sus pacientes con altas capacidades. Bustos asegura que muchos de ellos esconden sus habilidades para sentirse integrado: "Hemos tenido casos de niñas de muy buena lectura fuera de su edad pero deciden leer como sus compañeros para que no se sientan mal. Están como camuflándose, escondiéndose para ser aceptadas".

Marina, por ejemplo, durante los primeros años en el colegio dejó de hablar sobre sus inquietudes y fingía tener una personalidad totalmente diferente a la suya para integrase en el colegio y "estar con los populares". Aunque con el paso del tiempo, se dio cuenta de que no podía seguir con esa mentira y prefirió estar sola en una esquina escribiendo su próxima novela. Estas personas experimentan las emociones de manera mucho más profunda. "Esta intensidad emocional podría provocar que llegaran al estrés, a la ansiedad o la depresión de manera fácil. Cuando una persona tiene una emocionalidad tan intensa se puede ir por los extremos", asegura Elena Daprá, psicóloga sanitaria experta en bienestar psicológico y generaciones.

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En nuestro país hay muchas personas con altas capacidades sin identificar. Y esto es un problema. Busto cuenta que normalmente se identifica que un niño o una niña tiene altas capacidades porque ha causado algún problema o porque se le está investigando o intentando valorar con algún tipo de diagnóstico mal hecho y, por tanto, no se hacen los exámenes adecuados. Mientras que la detección en adultos normalmente viene de la mano de padres o madres que lo han detectado en sus hijos y, cuando lo saben, se deciden a examinarse a sí mismos. Los expertos y las familias denuncian que se necesita mucha más atención tanto social como educativa para estos niños.

La soledad, la incomprensión y sentirse diferente son algunos de los sentimientos con los que conviven cada día las personas con altas capacidades.