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Cancelación

"La cultura de la cancelación es un fenómeno extendido en el presente, pero con notables antecedentes. En realidad, es una nueva forma de lo que siempre hemos llamado censura, que se aplicaba a obras o individuos que eran considerados "persona non grata""

Cancelación

Madrid

La cultura de la cancelación es un fenómeno extendido en el presente, pero con notables antecedentes. En realidad, es una nueva forma de lo que siempre hemos llamado censura, que se aplicaba a obras o individuos que eran considerados "persona non grata". Pero su concepto, que define nuevas formas del fenómeno, es un neologismo importado que hemos traducido literalmente del inglés ('cancel culture'). Sin embargo, su espíritu se encierra desde hace más de dos siglos en el verbo castellano cancelar. Un término que entró en el primer diccionario de la RAE para nombrar, únicamente, "el acto de echar rayas en la firma pública para denotar que se ha anulado". Pero muy pronto los hablantes le hallaron un valor metafórico y antes de acabar el siglo XVIII, en 1791, los académicos añadieron una nueva acepción con el sentido figurado de "abolir, derogar" o... "borrar de la memoria".

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Otros usos muy extendidos de este verbo han llegado hace muy poquito. Cancelar como saldar una deuda, anular una cita, un billete o una cuenta bancaria se registraron en el diccionario en 2001, en este siglo, cuando ya acumulábamos décadas de experiencia en muy diversas cancelaciones. Cancelar, claro, nos llegó del latín 'cancellare', que literalmente era poner rejas. De ahí quedaron las cancelas de algunas viviendas y, de nuevo metafóricamente, estos barrotes virtuales que hoy pretenden poner los apóstoles de la cancelación.

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