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El derecho penal y los psicópatas

¿Enfermo mental o rasgo extremo de carácter? Se cumplen 20 años del caso de "el asesino de la baraja"

El derecho penal y los psicópatas

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En psicología y psiquiatría, se llama psicópata a quien padece un trastorno antisocial de la personalidad (TAP). Existe una enorme discusión sobre si las psicopatías constituyen un problema del carácter o una enfermedad mental. Hay más de 200 denominaciones en torno a ella. Por tanto, las psicopatías se conocen además como sociopatías, psicopatías esquizoide, paranoides, inferioridades psicopáticas… En el caso de la OMS, esta establece que la psicopatía es una trastorno mental que puede afectar a la voluntad, pero nunca a la inteligencia.

¿Los psicópatas tienen que ser forzosamente delincuentes?

Las personas que padecen esta condición son incapaces de amoldarse a las normas y convenciones sociales, y pueden incurrir en conductas en antisociales, criminales o amorales. Sin embargo no puede decirse que padecen de síntomas comunes, ya que en realidad se trata de un espectro psicológico en el que pueden darse distintos grados de aparición de la psicopatía, incluso entre personas enteramente funcionales y socialmente exitosas.

Tienden a presentar anestesia afectiva: la ausencia de culpabilidad y remordimiento ante el sufrimiento causado a los demás. Esto puede manifestarse en algunos terrenos y aspectos de su vida más que en otros.

¿Qué dice nuestro Código Penal sobre la psicopatía?

El Art 20-1 comenta que están exentos de responsabilidad criminal si al tiempo de cometer la infracción penal no pueden comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión. Aunque nuestro Alto Tribunal también ha establecido que “la relevancia de los trastornos de la personalidad en la imputabilidad no responde a una regla general” (Sentencia del Tribunal Supremo 842/2010, de 7 de octubre de 2010). Por ello, a pesar de la tendencia a negar la psicopatía como eximente, se debe analizar los elementos que concurren en cada caso para dilucidar si se comprende el hecho o no.

20 años del asesino de la baraja

A lo largo de la historia, los psicópatas han aterrado a la humanidad, convirtiéndose en figuras misteriosa y terroríficas. En España se cumplen este año 20 años de los crímenes del llamado “asesino de la baraja” ¿Encaja en el perfil de psicópata? ¿Qué pasó en ese juicio? ¿con qué pruebas se contaron? ¿se le aplicó algún tipo de atenuante?

Estos hechos conmocionaron a toda la sociedad y los medios de comunicación enfocaron la personalidad del autor cómo si tratara de un psicópata. Entre el 24 de enero de 2003 y el 20 de marzo de 2003, seis personas perdieron la vida a manos de un asesino en serie que sembró el pánico en Madrid. La prensa le bautizó como el 'asesino de la baraja'. Abandonaba un naipe junto a sus víctimas, elegidas al azar.

Curiosamente, esto no fue ni su idea, fue de la prensa. En el escenario de su segundo asesinato, una parada de autobús, apareció un as de copas. Simplemente estaba ahí pero los periodistas le apodaron el 'asesino de la baraja' y a él le gustó.

Los hechos

La primera victima fue el sello de identidad. Portero de un edificio, le obligó a ponerse de rodillas y le disparó. Mató a su segunda víctima en el aeropuerto de Barajas. Era un joven de 28 años que esperaba un autobús que nunca llegó a coger. Según las palabras del propio condenado: se alejó de la ciudad y fue hasta las cercanías del aeropuerto. Aparcó su coche, que dejó con los intermitentes puestos, y se acercó a un chico que había en la parada del bus. Se dirigió hacia él y, según su declaración a la policía, le espetó: “De rodillas contra el árbol”. A continuación, le disparó a quemarropa en la cabeza por la espalda.

Ese mismo día, asesinó de nuevo. Después de comer y descansar, fue a un bar de Alcalá de Henares donde disparó a la propietaria, a su hijo y una clienta. La primera salvó la vida malherida, pero los otros dos no tuvieron tanta suerte. Simplemente, entró y les ejecutó. Por la tarde fue al psiquiatra, le estaban tratando por una crisis de ansiedad. “No se enteró de nada', declaró el asesino en su testimonio a la policía al recordar el encuentro con su psiquiatra.

Un mes más tarde volvió a actuar. Disparó en la cara a bocajarro a un joven y, cuando iba a hacer lo mismo con su novia, el arma se encasquilló. Afortunadamente no falleció ninguno de los dos. Antes de irse, el asesino tiró otra carta, un ‘dos de copas’ junto a su víctima; había pasado un mes del crimen del as de copas en la Alameda de Osuna. En esta ocasión, la carta tenía en el centro un puntito azul hecho con un bolígrafo y un rotulador azul.

Once días más tarde, en Arganda del Rey, disparó a bocajarro a un pareja que paseaba. Él murió en el acto; ella dos días después. Decidió ir a por ellas y al rebasarlos se giró disparando a la cabeza del hombre, que cayó al suelo desplomado. La mujer que le acompañaba se giró y al ver que le estaba apuntando con una pistola, se protegió con ambos brazos. Efectuó sobre ella tres disparos en dirección a la cabeza.

La detención

No se supo nada más de él hasta una tarde del 3 de julio, cuando confesó sus crímenes en una comisaría de Puertollano. Quería simplemente, según sus propias palabras, experimentar la sensación de quitar la vida a un ser humano. Después, se retractaría de sus palabras. El asesino de la baraja renegó de los crímenes y aseguró que un neonazi le había obligado a confesar amenazando con matar a sus hermanas.

Allí al principio no le hicieron caso, pero aportó un dato que le quitaría las dudas a los investigadores: él pintaba un puntito por detrás a las cartas. Esto no lo sabían los medios, por lo que en ese momento se determinó su autoría.

Habían más pruebas. El análisis de los restos balísticos encontrados en el escenario del crimen conecta por primera vez los casos de la calle portero, Alameda de Osuna y el del bar en Alcalá de Henares. Eran las mismas balas y la misma pistola. Una Tokarev. Del arma se sabe también que no se trata de un revólver, que no deja casquillos, si no de una pistola y que de esta colgaba una especie de red.

Policía y Guardia Civil se encuentran ante una munición poco habitual. Sospechan que alguien la ha traído desde fuera del país de manera ilegal. “O es una persona originaria de los Balcanes, de la antigua Yugoslavia, o es un español militar o miembro de las fuerzas de seguridad que han estado desplegadas en esa zona”, Por eso, empezaron a investigar a todos los militares jóvenes, hasta una franja de edad, que hubieran estado en la guerra de los Balcanes y hubieran tenido algún tipo de tratamiento psicológico.

La sentencia de la Audiencia Provincial condenó a Alfredo Galán como autor del primer delito de allanamiento de morada con un delito de asesinato, con la atenuante de confesión a la pena de 18 años y seis meses. En segundo lugar, le condenan por cinco delitos de asesinato, también con atenuantes de confesión a 17 años y seis meses. Además, de tres delitos de asesinato en grado de tentativa a 11 años y tres meses, y finalmente un delito de tenencia de armas a dos años y seis meses. Galán fue condenado a un total de 142 años de cárcel.

 
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