La fábrica asturiana que produce la aspirina para todo el mundo
De las profundidades de una mina a la planta industrial de la que brota el medicamento: un recorrido histórico del dolor en el cine
¡Qué dolor!: La fábrica asturiana de la que brota la aspirina
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La Felguera (Asturias)
Aunque sepamos que el dolor proyectado en cualquier sala de cine es falso, es imposible permanecer indiferente ante multitud de secuencias cinematográficas de tanto sufrimiento. Por ejemplo, en Marathon Man con su dentista nazi, o el personaje del explorador Richard Burton en Las montañas de La Luna, que trata de matar a un escarabajo que se introduce en su oído y comienza a devorarle el tímpano y, termina por clavarse la punta de un compás. Son casos en los que se puede oír, ver y casi sentir el dolor.
La directora de la Unidad del Dolor del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, Elena Català Puigbó, lleva más de veinte años al frente de un servicio para paliar cualquier tipo de dolencia. La doctora apunta que "el dolor más frecuente que cualquier persona llega a sentir con el paso del tiempo es la lumbalgia, el dolor de espalda, aunque el dolor en la zona de la mandíbula también es muy común".
La cuenca minera de la que brota la aspirina
El medicamento con más historia para paliar el dolor ha sido la aspirina. Hace más de 120 años que Felix Hoffman sintetizó el químico AAS, que fue patentado poco tiempo después por Bayer, bajo el nombre con el que todos lo conocemos. Llama la atención que la revolución industrial que se vivió en Asturias, con la extracción del carbón en las minas, llevó a que se desarrollarán multitud de aplicaciones y a que se instalara una fábrica del compuesto en El Principado. "Gracias al contexto industrial se pudo sacar de algo tan negro como el carbón, algo tan blanco como la aspirina", destaca Santiago Romero, director del Museo de la Minería y de la Industria.
Desde hace casi 80 años toda la producción mundial del principio activo del que surge la aspirina se fabrica en la planta de Bayer en La Felguera, Asturias. Para Mariano Fernández y Elena Carlón, dos de los empleados más veteranos, "es un orgullo que la fabrica esté en la zona". Elena, que ahora es responsable de Medioambiente, lleva en su propio apellido un trocito de historia. Su padre fue director de la fábrica y ayudó a mejorar los procesos de fabricación del ácido acetilsalicílico. De hecho, hay documentos que recogen el llamado "método Carlón" y son la prueba viva del legado asturiano en la historia de fabricación del compuesto.
El dolor en el arte, la literatura y la historia
El tratamiento del dolor es tan antiguo que en La Odisea, Homero describe un medicamento que "tomado con el vino producía el absoluto olvido de las penas". Plinio el Viejo, gran recopilador y especulador, se refirió a la borraja (Borago officinalis), planta medicinal, para combatirlo. La desesperación llevó a que el griego Dioscórides, en el siglo IV, propusiera el uso de descargas eléctricas con anguilas para tratar las neuralgias.
Millones de personas han pagado con su vida o la adicción a tratamientos a la lucha contra el dolor, que también ha enriquecido y dado empleo a muchos otros. El opio circuló alegremente en sustitución del láudano durante la Revolución Industrial en Inglaterra; la cocaína se comercializaba diluida en un vino famoso a principios del siglo XX y; la heroína se vendió libremente y sin receta hasta 1925. La guerra civil de Estados Unidos se saldó con un millón y medio de adictos, al igual que cayeron en la dependencia vitalicia decenas de miles de soldados en la II Guerra Mundial o en Vietnam, a los que añadir el medio millón de fallecidos que causó el abuso a la oxicodona el siglo pasado.
Anestesia y analgesia son ciencias tan antiguas como la propia humanidad. Etimológicamente pain, en inglés, deriva de poena en latín, que significa "castigo" y "paciente", que a su vez deriva de la raíz latina patior: el que aguanta o soporta sufrimiento, o dolor.