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Sociedad | Actualidad

Parejas que conviven aunque la relación esté rota: "Pudimos separarnos cuando le subieron el sueldo a mi ex"

Los elevados precios de la vivienda impiden a muchas parejas dar el paso

Reportaje EP75 | Hasta que la hipoteca nos separe

Madrid

Alicia conoció a su ex en el extranjero hace 11 años. Él es turco y se casaron pronto para facilitar los papeles. De hecho, no tienen intención de divorciarse aunque ya no convivan juntos desde febrero y la relación esté rota desde mucho antes. "Para él es más fácil si seguimos casados", resume ella. Hace 5 años todo empezó a torcerse: "Tuvimos un periodo de decir, venga, lo intentamos. Hemos abierto relación, hemos cerrado relación, hemos hecho de todo y nos queda la sensación de que lo hemos intentado y no ha funcionado, así que había que separarse". Pero cuando llegaron a esa conclusión vivían en una casa que era de la madre de ella y pagaban poco. Ninguno de los dos podía permitirse irse de allí: "Hacíamos vida por separado pero viviendo juntos".

Parejas que conviven aunque la relación esté rota: "Pudimos separarnos cuando le subieron el sueldo a mi ex"

Gracias a ese alquiler "de hija" pudieron ahorrar pero no pudieron dar el paso de separarse hasta que le subieron el sueldo a su marido: "El factor principal de no separarnos era el económico. Se ha podido hacer al final gracias a que su situación laboral ha mejorado". Como los alquileres estaban por las nubes, apostaron por la compra: "Bromeamos con la idea de que la gente se compra un piso para irse a vivir juntos y nosotros nos lo hemos comprado para separarnos". Alicia le ha prestado dinero a su ex para que no tuviera que pedir un préstamo personal para esa vivienda donde ahora vive él: "Me debe ya poquísimo dinero —pagos de la entrada, escrituras y tal— pero ya lo está pagando él".

Todas esas cuentas las han puesto por escrito en un documento "de andar por casa" donde también recogen los temas relacionados con la "custodia" de su hija de 6 años. "Hemos hecho una cuenta común para los gastos de la niña y él mete tres veces más dinero que yo porque gana tres veces más", aclara.

Pese a todo, Alicia y su ex se sienten afortunados. Se apoyan el uno al otro y mantienen una buena relación. Ella reconoce que ahora que tiene que hacer frente a las facturas de la casa sola no puede permitirse "salir como antes o ir a los mismos restaurantes" pero no siente que lo esté pasando mal gracias al bajo alquiler de su madre. Sabe que no todo el mundo tiene esa suerte: "El factor económico es primordial en una separación. Muchas veces no puedes dar el paso porque no puedes. Porque si no, no comes".

"Vi un piso igual que el mío en mi urbanización por 500 euros más al mes"

Ana se acaba de divorciar tras 25 años de matrimonio. Llegar hasta ahí no ha sido fácil, le costó mucho tomar la decisión, pero hace dos años le dijo a su marido "que llevaba tiempo pensando que la relación no funcionaba". Vivían en el mismo piso desde hacía 20 años y en ese tiempo apenas les habían subido el alquiler unos euros, "solo el IPC". Cuando llegó el momento de que uno de los dos se fuera de casa, ninguno quería dar el paso. "Como él no quería irse empecé a buscar piso yo porque ya quería zanjar el tema como fuera y francamente se me complicó mucho porque no encontraba un piso en condiciones para mis dos hijos y para mí que pudiera permitirme".

Después de tanto tiempo viviendo en el mismo barrio de Madrid, Ana no quería cambiar de vida ni que sus hijos, de 24 y 19 años, tuvieran que empezar de cero en otra zona. "Me costaba mucho, primero, encontrar algo. En 2022 subieron muchísimo los alquileres, había una gran demanda y poquísima oferta, y la oferta que había enseguida se cubría", recuerda. Cuando finalmente encontraba algo, las condiciones —entre fianza, mes de garantía, aval— eran tan exigentes "que mudarte se te ponía en casi 6.000 euros". Además, ser autónoma le complicaba aún más las cosas: "Siempre vas a perder frente a alguien con contrato fijo".

"Los pisos que me gustaban eran imposibles. Me costaba más caro un piso de dos dormitorios que este de tres, más pequeño, sin terraza... siempre eran muchísimo peor que en el que estaba viviendo", cuenta. Todo eso hizo que se fuera retrasando la separación real: "Hay momentos en los que se hace duro... Cuando sabes lo que quieres y lo que no, quieres que pase cuanto antes, pero cuando no puedes hacer otra cosa... Cuando veía que no encontraba piso se me hacía cuesta arriba. Pensaba, ¿qué voy a hacer?"

Encontró una casa igual a la suya en su misma urbanización, en la misma planta y todo, solo había un problema: "Costaba 500 euros más que lo que yo estaba pagando y la única diferencia era que estaba un poco reformado pero en esencia era igual". Justo cuando ya se decidió a alquilar ese piso pese a todo, su pareja decidió que se iba él: "Consiguió un piso de un dormitorio, no muy lejos de aquí pero no es la misma zona". Ambos tienen claro que ha facilitado mucho las cosas que sus hijos sean mayores y no haya una custodia compartida por medio que hubiera obligado a su ex a buscar una casa más grande. "Ahora estoy súper feliz y mucho más tranquila. Creo que él también lo es, así que todo el mundo feliz", concluye.

Compartiendo casa con desconocidos

El precio de la vivienda —tanto de compra como de alquiler— es tan elevado que se ha convertido en uno de los temas clave de esta campaña electoral. Las dificultades de muchas familias para hacer frente a esas mensualidades son evidentes pero todo se complica aún más cuando una pareja decide separarse especialmente si hay hijos menores en común. "El tema de la custodia compartida es uno de los más afectados por la crisis. En las familias de nivel económico bajo, lo normal es que no sean propietarios de viviendas. Es frecuente ver que el progenitor que tiene la custodia de los niños sea el titular de un contrato de arrendamiento y luego subalquile habitaciones a terceros por días o de forma permanente, y les cobra un subarriendo", detalla Juan Pablo González, magistrado titular del juzgado de primera instancia n° 24 de familia de Madrid. Incluso se ha encontrado situaciones todavía peores: "He visto algún caso en el que la madre vive en una habitación con dos hijos pequeños en un piso compartido del que la progenitora no es titular del contrato".

Lamenta que los jueces poco pueden hacer ante estas situaciones: "El sistema de custodia compartida exige al menos dos viviendas y en economías muy humildes eso no es posible. Lo que se hace en estos supuestos es acudir a un remedio que temporalmente no esta mal pero que debe evitarse en la medida de lo posible: las casas nido". Así los hijos comunes permanecen siempre en el domicilio familiar y los padres se van rotando según les toque. "En la mayor parte de los casos, cuando a los padres les toca vivir fuera de esa casa nido, acuden al domicilio de sus propios padres y eso evita que tengan que alquilar una nueva vivienda o procurarse una nueva vivienda en propiedad. Es una problemática que se está planteando ahora con más agudeza si cabe que nunca", sentencia este juez de familia que reconoce que ese sistema de casa nido suele conllevar a su vez a muchos conflictos domésticos.

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Elisa Muñoz

Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero...