El gran peligro de las relaciones tóxicas

El “amor no lo puede todo”, pero el cerebro intenta ahorrar energía todo lo que puede. Es por ello que, cuando te planteas romper una relación, te va a recordar todo lo bueno que tiene esa persona para no tener que afrontar el enorme gasto energético que conlleva comenzar de nuevo, y así muchas veces acabamos estirando demasiado el chicle acabamos reventando la situación, es decir, llevar la situación al extremo pero sin control. Es aquí cuando comienzan a surgir las llamadas relaciones tóxicas.

Lo primero de todo, ¿a qué llamamos una relación tóxica? Es aquel vínculo que se forma pero de manera perjudicial para ambas partes. Al final no sientes tranquilidad casi nunca en la relación. Y habitualmente la relación tóxica se basa en una persona manipuladora y en una persona más sensible, vulnerable y que suele sentir culpa.

Existen diversos indicadores que suelen estar presentes en la mayoría de relaciones de este estilo:

Actitud posesiva y controladora mediante la invasión de la privacidad: Revisar el móvil, instalar geolocalización para saber dónde estás en cada momento, llamarte cuando estás con tus amistades para que no pases tiempo de calidad con ellos, necesitar que le contestes inmediatamente cuando te escribe, llamarte por teléfono cada vez que quedas con alguien que no sea él/ella.

Intimidación y control mediante "mal carácter": Tú provocas que yo te grite o que actúe de cierta manera (con violencia verbal o física) por: quedar con tus amigas, ir a bailar y a divertirte sin mí, hablar con “cierta persona que te he dicho que no quiero que hables”, no estar de acuerdo contigo... Tus actos hacen que yo te grite o que incluso tenga que bloquearte en redes durante unos días. Esta es una forma que tiene de controlar y chantajear emocionalmente. Nunca se sabe qué puede hacer que pierda el control y se enoje. Esto genera en la otra persona culpabilidad y aislamiento.

Inducción de culpa: ponerse enfermo cada vez que vas a quedar con tus amigas. No te quería gritar pero tú me has puesto muy nervioso porque sabes que no me gusta que te quedes tanto con tu hermano, yo te necesito más que él…

Excesiva independencia: No te presenta en sociedad como tu pareja, no conoces nada de su vida “porque no lo mereces”, no te dice nunca que te quiere, o cuando te lo dice es en modo “premio”. Para esta persona, compartir lo que hizo en su día, decirte cuales son sus planes, compartir sus sentimientos significa que la otra persona pueda llegar a controlarte y perder su independencia. Pero lo llevan un poquito lejos porque genera esa inseguridad en la otra persona de que no está comprometido con la relación y que tienen que hacer más para conseguirlo.

Invalidar tus emociones: (no dejar que llores, no escuchar tus problemas o menospreciarlos, reírse de cosas que para ti son importantes, imitarte cuando estáis discutiendo, decirte que un día eres el amor de su vida y al día siguiente parecer que ni os conocéis, dejarte en ridículo delante de gente), minimizar sus reacciones violentas y hacerte creer que no estás bien, que lo estás exagerando (gaslighting)

Menosprecio y denigración: hacerte sentir inseguridad por tu aspecto físico (no dejar que te pongas ciertas prendas, criticar tu forma de vestir, señalar aspectos físicos sobre los que te sientes insegura/o, no dejar que la persona entrene (para que no se vea bien física y psicológicamente y no atraiga a otras personas), hacerte comer sin hambre para “que no atraigas a otras personas”, obligar a tener relaciones sexuales cuando no te apetece porque a la otra persona sí, hacerte creer que tus deseos o necesidades son estúpidas.

Te uso porque me toca: tener de chofer a la persona para todo, “ayudarle en todos los trabajos de clase pero nunca ayudarme a mí”, poner siempre de excusa “esto lo haces tú mejor que yo porque tienes más estudios.” Vamos, que una persona usa a la otra para obtener lo que quiere y la otra pues intenta complacerlo.