Discos póstumos que fueron obras maestras

Madrid

Se músico puede ser una profesión de riesgo. Son muchos los que han muerto jóvenes, demasiado jóvenes. Excesos con las drogas, accidentes de tráfico o avión o fatalidades del destino han truncado carreras que apuntabas a eternas. Algunos de esos artistas estaban en pleno proceso creativo cuando murieron y sus trabajos póstumos, empujados por la noticia de su muerte, llegaron a lo más alto de las listas de éxito.

Pocas cosas hay más rentables que un músico muerto. Algunos ejecutivos sin escrúpulos se han frotado las manos al enterarse de la muerte de alguna de sus estrellas. Otros han sido más prudentes. Ahora con el tiempo es curioso mirar como un artista tan cuidadoso y genial como Jimi Hendrix lleva editados más de veinte álbumes desde su muerte tras apenas un lustro de carrera. Aunque en la música hay de todo y en ciertos casos cuesta encontrar obras póstumas verdaderamente relevante hay algunas que son verdaderos tesoros por unas razones u otras. Hoy recopilamos nuestros episodios favoritos de Sofá Sonoro dedicados a discos póstumos.

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Janis Joplin | Pearl

Janis Joplin estaba en el mejor momento de su carrera cuando murió sola en un triste hotel de Los Ángeles mientras grababa Pearl. Solo con ver las actuaciones de Festival Express, el tren que recorrió Canadá cargado de músicos unos meses antes de la muerte de la cantante, sirve para ver el momento mágico que vivía Janis y la confianza con la que entró al estudio convertida en solista y con galones de mando.

Otis Redding | Dock of the bay

Otis estaba obsesionado con triunfar a lo grande cuando se estrelló aquel maldito avión en diciembre de 1967. Aquel año, Otis se había enamorado del St Peppers de los Beatles y en su cabeza había mil ideas y nuevos sonidos, quería cambiarlo todo, quería subir la apuesta. La fuerza de Redding quedó patente ese mismo verano cuando triunfó contra pronóstico en el festival de Pop de Monterey. Poco después compuso la canción que dio título a su último disco. La mañana que la terminó llamó a su productor y le dijo: "Tengo un número 1". Y lo tenía, solo que no llegó a terminarlo.

Leonard Cohen | Thanks for the Dance

Leonard Cohen sabía que se estaba muriendo y grabó junto a su hijo un testamento musical. No son muchos los artistas que pueden afrontar un momento así con esa serenidad. En el caso del canadiense, en cuya obra musical y poética, la muerte tiene un peso importante. Ahora, en el momento de decir adiós, Cohen se viste de gala y con serenidad y belleza hace un despedida a la altura de los más grandes que fue el punto final a una carrera que vivió en sus años finales un esplendor creativo inimaginable.

Roy Orbison | Mystery Girl

Mystery Girl iba a ser el álbum que consagrase de Orbison como un artista vigente, actual y con futuro tras ese maravilloso regreso junto a los Traveling Wilburys, pero Roy no llegó a verlo en las tiendas. Tras unos tiempos de molestias en el pecho le confesó a Johnny Cash que estaba asustado y le prometió ir al médico. Murió unos días después. En su disco póstumo se escucha a un Roy en todo su esplendor, con su pena a cuestas por las muertes de su mujer y sus dos hijos, pero también con esa alegría por la vida y la música que marcó su sonido. Con colaboradores de lujo, la redención de Roy fue finalmente su despedida.

Joe Strummer | Streetcore

El 22 de diciembre de 2002 Joe Strummer salió a pasear con su perro en Bloomfield y cuando regresó a casa tuvo un fallo cardiaco fruto de una enfermedad congénita no diagnostica y murió. Tenía 50 años y tras una época oscura en la que el dinero no llegaba y los bolos escaseaban, Strummer volvía a sonreír junto a The Mescaleros. Streetcore es un disco bonito que muestra todas las caras de Joe, desde su lado punk a su pasión country a los sonidos jamaicanos. Una despedida triste, pero a la altura de su figura y que se cierra con Silver and Gold.

Chuck Berry | Chuck

Durante casi cuarenta años el padre del rock se mantuvo alejado de los estudios de grabación, también de los mecanismos de la industria. Chuck sabía demasiado para dejarse engañar de nuevo, pero estaba desencantado con ese mundo y jugó siempre con sus reglas. A los 90 años decidió grabar un último disco, dejar su testamento. Vivió para hacerlo pero no para llegar a verlo en las tiendas. Su último disco es una pequeña joya y un regalo final de un músico que inventó el rock, que se alejó de todo y que tuvo el detalle de demostrarnos que aunque él muriese el rock seguía vivo.

Nirvana | MTV Unplugged

Kurt Cobain tuvo un funeral en vida, íntimo, con velas y buena música. Fue en Nueva York durante la grabación de su concierto para la MTV. La banda no quería hacer el concierto, pero ha terminado siendo el más legendario de la cadena musical y la imagen de Cobain con su jersey y su guitarra de las más recordadas. Poco después de aquel concierto el cantante se quitó la vida. Cuando llegó a las tiendas el disco se convirtió en un súper éxito. El tiempo ha pasado y algunas canciones del grounge han envejecido para los nuevos oyentes, las del MTV mantienen esa pureza acústica.

David Bowie | Toy

David Bowie publicó Blackstar, su testamento, un par de días antes de morir en 2016. Por ello no se puede considerar un disco póstumo aunque el inglés fuese plenamente consciente de estar haciendo su último trabajo. Sin embargo desde su muerte la figura de Bowie ha cogido enorme fuerza y cada año hay documentales, reediciones de sus clásicos y todo tipo de material. Una de esas cosas fue Toy, la espina clavada del Bowie. Un disco de los setenta que fue rechazado y que esperó décadas en un cajón olvidado hasta que vio la luz. Quizá no sea la obra maestra del inglés, pero sí que lo capta en uno de los mejores momentos de su carrera, cuando entró al estudio en plena racha y tras unas giras maravillosas. Merece la pena.