Incendios forestales, la culpa no es solo del cambio climático
“Estamos ante un cambio sin precedentes en el régimen de incendios”, concluye el estudio internacional publicado hace unos meses en la revista Scientific Reports
Incendios forestales, una consecuencia del cambio climático
Madrid
“El cambio climático afecta al riesgo de incendios de varias maneras: el verano se alarga, hay olas de calor que empiezan antes y son más intensas y recurrentes, hay sequías a largo plazo… todo esto produce que la vegetación se seque, que es un factor decisivo ante el riesgo de incendio”, el máximo responsable de ese informe. Jofre Carnicer es además profesor de Ecología en la Universidad de Barcelona y miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC). “Esto ya se había documentado en otras zonas del planeta, como Estados Unidos o Australia, pero aquí en Europa ya hay señales cada vez más claras”, advierte.
Sin embargo, “el efecto climático es sólo una de las patas de la mesa, hay otros factores donde quizás sí que podemos tener una mayor intervención”, según explica Pablo Martín Pinto, que es catedrático de Incendios Forestales en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria de la Universidad de Valladolid. “Luego están los condicionantes topográficos, donde casi no podemos actuar, y todos aquellos relacionados con el combustible que hay en el monte y cómo está distribuido”, añade. Ahí si es posible plantear una respuesta.
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“Tenemos un paisaje con una grandísima acumulación de combustible debida en gran parte a la falta de gestión·, explica. “¿Y esta falta de gestión, a qué se debe? Pues en gran parte a que hay una falta de población en el medio rural que ha hecho que muchas zonas que antes eran pastadas y daban lugar a pastos o praderas, ahora se han convertido en matorrales”. Eso matorrales, que en ocasiones llegan a alcanzar hasta tres metros de altura, se comportan “como si fueran pólvora” con terribles consecuencias: “Cuando el fuego se propaga ahí l hace con mucha potencia y con longitudes de llama muy elevadas; pueden llegar fácilmente a masas arboladas colindantes y el paisaje se convierte en un auténtico polvorín”.
Pablo Manzano, doctor en Ecología e investigador en el Basque Center For Climate Change, apunta en la misma dirección: “Incendios como el de Sierra Bermeja de 2021, que fue el primero de sexta generación, son consecuencia de que se acumula biomasa en el territorio a unos niveles que no son naturales desde hace 15 millones de años y cuando se desata un fuego es tan devastador que alcanza cotas para las que no estamos preparados”. Este experto apuesta por un cambio de mentalidad en la estrategia para combatir este tipo de incendios: “Nos dedicamos a suprimirlos y así tenemos menos incendios, que es lo que se observa desde hace 40 años. Pero si no los gestionamos cuando uno se descontrole va a ser infinitamente peor, con muertos, más superficie quemada y muy graves para los ecosistemas”.
Para contribuir a ese nuevo modelo de gestión, el profesor Martín señala la necesidad de crear nuevos espacios: “Un ‘bosque mosaico’ con alternancia de zonas de baja combustibilidad, para que los equipos de extinción puedan tener zonas donde poder trabajar con mayor seguridad y plantear estrategias para que los incendios no sean tan devastadores”. La recuperación de la ganadería, pero no sólo, debería jugar un papel clave en esas estrategias: “si aún hay población rural, y si aún hay ganadería aprovechando el monte, hay menos combustible en el monte porque ese ganado lo pisa, lo ramonea, lo come… y no se trata de meter el ganado para que no haya incendios, ahí tenemos además un recurso para leche, carne…”.
Mientas no seamos capaces de evitarlos estos grandes incendios seguirán generando además una retroalimentación positiva con la emisión de CO2 que explica Jofre Carnicer: “Ante un gran incendio que supera muestras capacidades de extinción, aumenta el CO2 de forma muy notable, lo que a su vez incrementa el riesgo de incendios sobre todo en veranos extremadamente cálidos y secos, con lo que volvemos a la casilla de salida”.
Este experto del IPCC coincide, en todo caso, en que el cambio climático no es la única razón que está detrás de este nuevo escenario (“hay que hacer grandes transformaciones en todos los sistemas de producción y consumo, y debemos hablar de otras medidas como la gestión forestal”) pero alerta de la urgencia de luchar también con una visión más global contra ese fenómeno (“no tenemos tiempo, hay que situar este asunto en el centro de la agenda política porque un proceso tan complejo debe hacerse en 20 ó 30 años, y no hay soluciones mágicas”).
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