Lo que se ve en una galaxia muy muy lejana
Visitamos Calar Alto, el observatorio con el telescopio más grande de la Europa continental
Lo que vimos en una galaxia muy muy lejana
Almería
Una cabra montesa nos mira con desconfianza en la entrada de nuestro alojamiento. Esperamos hasta que Juanjo, valiente, decide obviar la cornamenta y se baja del coche. Aburrido se va dando saltos. El animal no el escritor. Debe estar acostumbrada a especímenes como nosotros, investigadores y astrónomos del Observatorio de Calar Alto, en la sierra de Filabres en Almería. También se habrá acostumbrado a los altos edificios que albergan telescopios capaces de llevarnos a millones de años luz en el espacio y en el tiempo. ¿Habría en alguno de esos planetas un espécimen como ella? “Yo no creo que estemos solos” dice Gilles Bergón, “el franchute” que lleva casi 18 años observando el cielo más “bonico” del mundo.
Frente a las nueve pantallas de la sala de observación estudia y filtra los datos que se han recogido durante la noche. Estos días observan para el equipo científico de una universidad china. En un despacho cercano nos recibe Jorge Iglesias, jefe del departamento de Astronomía. “El telescopio por sí solo no hace nada. Recoge la luz pero necesitamos de otro aparato que grabe la información en forma de foto o de espectro”. El espectro es más feo pero la información que aporta es valiosísima. Esa especie de código de barras es capaz de detectar los elementos químicos que forman una estrella o un planeta. Y ¡oh, sorpresa! son los mismos que están presentes en la Tierra y que estudiamos en el colegio.
En el observatorio hay cuatro telescopios: el 3,5. 2,2. 1,23 y Schmidt. Al anochecer entramos en el edificio del 1,23. Su espejo primario mide un metro con 23 centímetros y es el único que permite su adaptación para observar el cielo “a ojo” y no a través de un monitor. Todo se mueve dentro del espacio de la cúpula: gira, rota, el suelo sube y baja. Un tiovivo en el que nosotros somos los únicos que estamos quietos. Javier Sánchez, director de Azimuth, la empresa que organiza actividades en el Observatorio, marca las coordenadas a las que debe dirigirse el telescopio. Y, a través del visor, nos encontramos un cúmulo globular, que parece que está ahí mismo pero que, en realidad, está a unos 40 mil años luz. Una imagen que se originó cuando en nuestro planeta paseaban los antepasados de Millás, los neandertales.
Paqui Ramos
Casi siempre en la radio. Siempre en la SER....