La democracia está viva, se mueve

Madrid

No sé si merece la pena añadir una interpretación más de los resultados electorales. Desde la noche del domingo, hemos comentado el sentido del voto, la victoria del Partido Popular, la desaparición de Ciudadanos, la desilusión en las expectativas del Partido Socialista, la consolidación nacional de Vox, aunque lejos de sus resultados de 2019, y la factura pagada por la desunión de la izquierda no socialista.

Cuando se tiene ya cierta edad, vuelven los recuerdos. Desde los años 70, he vivido muchos resultados electorales, buenos o malos, sorprendentes o previstos, con descensos a segunda y saltos de la reja para iniciar un nuevo ciclo. La experiencia me ha hecho más sereno que depresivo, más resistente que eufórico o catastrofista. La vida continúa y la necesaria reflexión de lo ocurrido se une al deseo de seguir defendiendo las ideas y las actitudes que, según creo, deben ser defendidas. La democracia está viva, se mueve. Así que felicito a los triunfadores, aunque muchos de ellos defiendan lo contrario que yo.

Lo que sí me parece importante es tomarse en serio eso de que la democracia está viva. Tal y como soplan los vientos internacionales, desde Turquía a la India, desde Pekín a Nicaragua o Irán, con Italia y Europa por medio, no soplan buenos vientos para la democracia a la hora de imaginarnos el futuro. Por eso, en el análisis de los resultados, me atrevo a añadir la necesidad de que cada opción piense en la democracia española y en las consecuencias que pueden tener sus decisiones sobre el estado de ánimo. Es una suerte ganar o perder en paz, una vez más, y que la vida continúe.