Aguantar, a ser posible, en jarras

Madrid

Entre las muchas conversaciones que estos días he cruzado con mis seres queridos, entre los desalientos, la rabia y los interrogantes, destaco la frase de un amigo: "No hay que engañarse. El mundo es un lugar hostil".

No se me ocurre mejor manera de empezar esta Mirada. Dejar constancia de que la hostilidad existe y de que siempre se ceba en los más débiles. Y del mismo modo que es una dulce entelequia que el buen salvaje, o el buen votante, siempre puede cambiar el mundo, es también absurdo que caigamos en la desesperación ante el despotismo con que la realidad nos da en la cara.

Mucho mejor será reaccionar endureciendo el abdomen y plantando bien las piernas, como recomienda cualquier buen manual de resistencia. De aquí al 23 de julio tenemos esta oportunidad: fortalecer el núcleo para, al menos, hacerle sudar a lo que venga su esfuerzo para empeorar nuestro mundo. Aguantar, a ser posible, en jarras. Sin miedo. Precisamente porque ya sabemos de qué van las vainas.

Y con una ventaja añadida, por lo menos en lo que a mí respecta. Considerando lo hostil y peligroso que puede ser el mundo, he perdido el miedo a volar, de tal forma que incluso acaricio la idea de practicar parapente este verano, mientras intento no pedorrearme hostilmente en todo.