Kiti Manver: "Los multimillonarios, que controlan los medios de comunicación, tratan de ocultar la realidad de lo que está pasando"
La actriz protagoniza 'El inconveniente', una historia de especulación inmobiliaria, amistad, soledad y empatía. Tras una exitosa gira por España, llega al Teatro Pavón de Madrid
Kiti Manver: "Los medios de comunicación, en manos de multimillonarios, tratan de ocultar la realidad de lo que está pasando"
Después de una exitosa gira, que empezó en septiembre del año pasado por ciudades de toda España, llega al Teatro Pavón de Madrid 'El inconveniente', una obra escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio, que tuvo también versión cinematográfica. Inspirada en hechos reales, El inconveniente es una historia de especulación inmobiliaria, de amistades peligrosas, de soledad, de empatía y, sobre todo, de ganas de vivir. Porque como cantaba John Lennon en Beautiful Boy, "la vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes".
En esta frase, que Juan Carlos escuchó hace catorce años, está el germen de la obra. Es una historia inspirada en una anécdota personal, cuando fue a comprar un piso con el propietario dentro. Era un buen precio, fue a ver el piso, pero no lo compró. Sí disparó su imaginación, ha contado Rubio en rueda de prensa, preguntándose qué hubiera pasado si hubiera comprado el piso, cómo le habría cambiado la vida, los planes.
Cristóbal Suárez es Luis, ese joven que compra la nuda propiedad de un piso, con su dueña viviendo dentro. Para el actor, en estos momentos en los que la ficción es muy autorreferencial y en general bastante oscura, "arrojar un poco de luz sobre un escenario es lo que necesitamos en estos tiempos muy complejos para la sociedad". Dice que es una función que hace bien al espectador, que la reclaman allí por donde va. Así ha sido, las carcajadas han resonado en las salas por donde han pasado hasta ahora.
Marta Velilla es la agente inmobiliaria y dice que la obra le ha tocado de cerca, le ha hecho darse cuenta de lo poco que iba a ver a su abuela, enferma. Y confía en que los espectadores se den cuenta de esta realidad, "ojalá llamen a sus abuelos y abuelas al salir del teatro".
El inconveniente, la dueña del piso que no quiere morirse, es Kiti Manver. La actriz, a las puertas de los 70 años, interpreta a Lola, una mujer de 75 a quien encarnó también en la película que dirigió Bernabé Rico, junto a Juana Acosta, Carlos Areces, José Sacristán y Daniel Grao.
¿Cómo es Lola?
Lola es una mujer mayor que necesita vender su nuda propiedad, pero quedarse en su casa. Las viejas queremos morir en nuestra casa, como quiso mi madre y como quieren todas las personas mayores. Y el negocio es que una persona joven se lo compra a unos precios inmensamente más baratos, pero tiene que tener el aguante de lo que viva. Yo soy el incoveniente, Lola, que lo tiene todo claro. Lo que quiere es tener un poco de perras para pasar lo mejor posible. Entra este personaje de Luis y empiezan a tener unas peleas verbales importantes, pero van encontrando uno el uno en el otro unos huecos para comprender la vida de otra manera y. Y se van mezclando sus sentimientos y van creando, sin que ellos mismos se hayan dado cuenta, una relación de de amor. Del amor del profundo, no de afecto inmenso, donde se apoyan de una manera increíble y donde ella es capaz de hacer alguna renuncia por la otra persona. Eso me parece maravilloso, que una persona mayor tenga esa capacidad.
Has dicho que es una historia de tres soledades. ¿Cuáles son esas soledades que comparten Luis y Lola?, ¿cómo es Luis?
Luis es un triunfador, es un hombre joven, un jefazo en una empresa y además tiene todo muy milimetrado. Su futuro, cómo lo va a hacer, cuánto y cuándo. Cuando entra en esta casa con Lola, empiezan a tambalearse sus cimientos de futuro, de tenerlo todo perfecto. Porque Lola le dice no, ahora, ahora. Y terminan pasando cosas en la función hasta que él comprende lo importante que es el ahora. Eso es maravilloso, que al escucharnos podamos cambiar y podamos enriquecernos con lo del otro y evolucionar.
La vida es todo eso que pasa mientras estás haciendo otros planes. Es un poco una fábula, como el cuento de la cigarra y la hormiga. Entre el carpe diem y el prever un poquito el futuro, ¿dónde encontramos el equilibrio?
Claro, el equilibrio está en esta frase tan magnífica de John Lennon. Y es verdad que algo de futuro tenemos que prever. Tampoco puedes estar viva la Virgen, como para que se te olvide durante tres semanas llamar a tu primo, a tu hermano, a tu amigo, a tu amiga, a tu abuela, para preguntarle cómo estás. Eso es una barbaridad, una barbaridad que nos hemos inventado esta sociedad horrorosa, sobre todo la occidental, que nos está destruyendo.
Hablabas de lo emocionante que es que una persona mayor cambie, haga renuncias tras entrar en contacto con este joven. Se critica mucho que los jóvenes no escuchan a nuestros mayores, pero a lo mejor también falta un poco de escucha a la inversa, que los mayores escuchen cuáles son las necesidades e inquietudes de los jóvenes.
Y esta es nuestra función. Precisamente es un ejemplo de que sí es posible eso. Es lo más hermoso que me parece, que rescato muchísimo de Lola. Y es que debemos aprender de nuestros hijos. He hecho varias terapias y he escuchado mucho cómo los hijos terminan temiendo a sus padres. Así que hay que escucharles, porque te pueden reeducar en muchas cosas. Los hijos tienen mucho que decir, la gente joven tiene mucho que decir. Y estoy hablando de gente joven de 40, porque cuando son más jóvenes están todavía en pañales, aprendiendo lo que es la vida, pero tienen mucho que ofrecer también. Y la gente mayor no debe tirar la toalla al conocimiento, a la posibilidad de aprender otra cosa diferente, incluso de cambiar tu manera de actuar y de pensar.
Porque se puede cambiar a los 75 años.
Se puede, se puede y se debe. Y además, ahora, sobre todo en Occidente, las personas ya no somos tan viejas a esas edades, las cabezas siguen funcionando maravillosamente. Las mujeres, una vez que han pasado la menopausia, empiezan a tener una etapa por delante súper creativa. Cuando entras en la sexalescencia, el mundo no se ha acabado para nada, hay mucha vida por delante. Aunque la subida a la montaña y la cima de la montaña ya la hayas pasado y estés bajando la montaña, esa bajada puede ser inmensamente interesante y rica.
Estos temas, como el de la soledad, especialmente el de la soledad de las personas mayores y más en concreto el de las mujeres mayores y la madurez femenina, ha sido algo poco abordado en la literatura, en el teatro, en la ficción. No sé si está cambiando un poquito. A lo mejor a raíz de la pandemia y me estoy acordando de María Luisa de Mayorga, por ejemplo.
Está cambiando, va pasito a pasito. Juan Carlos Rubio es otro director que siempre le ha interesado muchísimo el mundo de la mujer y lo aborda a menudo. Una vieja protagonista me parece muy de agradecer. Yo creo que eso es una cosa imparable. Es decir, ya no hay vuelta atrás a pesar de que nos den un derecho y de pronto viene Paco con la rebaja y ¡pum! Un porrazo en la cabeza y para atrás otra vez. Y ahí estamos, ¿no? Sobre todo ciertas tendencias políticas que no quieren que la mujer avance. Si es que es imposible ya, es necesaria la presencia de la mujer en todos los sitios y por supuesto en el teatro también. Ahora he estado viendo últimamente algún que otro montaje hecho por mujeres. El otro día vi 'Valor, agravio y mujer', dirigida por Beatriz Argüello, que me pareció impecable. Me lo pasé súper bien. Qué elegancia, qué divertido, qué bien entendido el teatro clásico, de una autora del XVII. Bueno, son pasitos que hay que ir dando y ya no hay vuelta atrás. El mundo necesita a la mujer.
A propósito de la mujer, te escuché cuando presentabas la película, que además de hablar de amistad, de escucha, de soledad, también tenía algo de sororidad. Por tu relación con el personaje de Juana Acosta, que ahora interpreta a un hombre. ¿Esa sororidad ha desaparecido o se ha transformado?
Hombre, quizá ha cambiado un poco, aunque tiene algo que también lo tenía la película con Juana Costa, esa especie de relación madre-hijo, ella es la madre que él no ha podido tener y él es el hijo que ella no ha podido tener. Se suple un poco. Pero también esa parte de la sororidad sigue estando presente en la relación de Lola con la filóloga, como la llama ella, el personaje que hace Marta Velilla.
Velilla es la agente inmobiliaria. Otro de los temas que aborda es también el de la precariedad o la dificultad del acceso a la vivienda. Lo de la nuda propiedad parece la única salida, cuando la hay, para los jóvenes.
Bueno, los que tengan la posibilidad de vender su nuda propiedad, porque hay muchísima gente que está de alquiler para toda la vida. Ahora con este gobierno se ha dado un pasito, pero el problema es que socialmente se está convirtiendo en una modalidad de vida, en la que se quiere tapar lo que en realidad pasa. Y eso, por más formas que tengan, que sean dueños de todos los medios de comunicación, los poderosos, los bofetones ya se están viendo. Es imposible que no se tenga en cuenta los problemas de verdad de la gente. He leído que unos cuantos multimillonarios emiten más CO2 que no sé cuántos millones de personas. Es verdad que tienen todos los medios de comunicación, pero es una evidencia. La gente se va a empezar a morir, los ríos están secos, hay una serie de cosas discutibles que es inevitable, por más que tengan todavía en su poder los medios y quieran mentir y mentir y mentir. Eso es una barbaridad, porque la realidad es la que nos da de bofetones.
Estrenasteis en Gijón. Habéis pasado por varias ciudades y ahora llegáis al Teatro Pavón hasta el 9 de julio. ¿Y después del 9 de julio? Dices que te quieres retirar, pero llevo años escuchándote eso...
Bueno, tuve la suerte que la pandemia... Por Dios, no puedo decir suerte, ya empezar esa frase diciendo suerte es una barbaridad por todo lo que ha sufrido la gente y siguen sufriendo, sobre todo compañeros míos. Pero a mí me vino bien. Porque está un poco saturada esta profesión, porque trabajamos a destajo muchas veces los que tenemos el privilegio de tener trabajo. Cada vez se hace todo más rápido, te tienes que estudiar 20 páginas en un cuarto de hora, es un poco salvaje. Yo estoy cumpliendo años y ya no quiero trabajar así, no, porque luego me veo en pantalla y digo 'anda, quítate de ahí'. Me vino súper bien y además tenía también la suerte de tener un perrito, con lo cual podía pasear algo y fue hermoso. Pero bueno, ahora sigo trabajando, pero mucho más contenida. Es decir, ya no tengo la angustia esa de que como nuestro trabajo es tan intermitente, si no lo pillas todo parece que no vas a seguir. Bueno, pues lo iré dejando, es lo natural, ¿no? Es verdad que es una profesión que te permite, si tienes cabeza y facultades, seguir todo el tiempo, pero bueno, lo que sea lo natural.