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Opinión

Autocrítica a la muerte de Antonio Gala

"La autocrítica es una forma de egolatría, pues consiste en seguir hablando de uno mismo después de que ya está todo dicho. La autocrítica es la crítica autocompasiva"

Autocrítica a la muerte de Antonio Gala

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La autocrítica es como dar propina, una vez pagado lo gordo, ya no va de un poco de calderilla. La autocrítica es una forma de egolatría, pues consiste en seguir hablando de uno mismo después de que ya está todo dicho. La autocrítica es la crítica autocompasiva. Es más práctico ir de perdidos al río. Ahora nadie recuerda Los ríos. Era una serie de la tele basada en el libro Viaje de los ríos de España, de Pedro de Lorenzo. Se aprendía que para ser confluente hay que ser afluente. Esta semana ha muerto Antonio Gala y me he acordado de lo que escribió para televisión, de sus programas Si las piedras hablaran y Paisajes con figuras. Debajo de Si las piedras hablaran hay un Oteiza esculpiendo el silencio. Eran afluentes. Y el ruido de su cincel está en la música de Luis de Pablos. Porque la televisión en la que aterriza Gala es el río donde confluyen todas las vanguardias. Es la tele lo que hace moderno a Antonio Gala. En su elegancia, en su abstracción vertical, Gala parecía una figura de Brancusi. Su paisaje era el bastón, que utilizaba para seguir agarrado a la vida. Una vez, le dedicó un Paisaje con figuras a Quevedo, y mostró cómo el Madrid moderno continuaba siendo el paisaje de Quevedo, cómo Quevedo seguía perteneciendo al Madrid presente de la muchedumbre y los taxis. Por eso, Umbral, Gómez de la Serna, Valle-Inclán..., vienen de Quevedo. Porque es Madrid quien los crea. Pero Gala no permitió que esto le sucediese a él, y se inventó su propia Córdoba. Antes que la Corte, prefirió un reino perdido, como aquellos reyes moros. Prefirió escuchar a las piedras. Bajo Las verdes praderas, de Garci, se oye el rumor de Los verdes campos del Edén, de Gala. Todo confluye. Antonio Gala dibujó el paisaje de su época, y luego se marchó, porque para figura ya estaba él.

 
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