"No se va a tratar al robot como un ser humano, sino que vamos a tener una conexión más fuerte, como ahora ocurre con los gatos y los perros"
Raquel Jorge, analista de política tecnológica y sociedad, explica en 'La Ventana' el futuro de las relaciones entre las personas y los robots, cuando cada vez está más cerca el panorama de las películas de ciencia ficción
¿Es posible enamorarse de una máquina?
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El amor, según el diccionario de la Real Academia Española, es esa “sensación hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.
¿Qué pasa si ese sentimiento se desarrolla hacia una máquina? Raquel Jorge, analista de política tecnológica y sociedad, opina que esta situación puede ser que se acabe dando "a largo plazo porque nunca se sabe si van a haber desarrollos". Pone como ejemplo, en este sentido, el caso de Arabia Saudí, donde "hay una robot mujer a la que se ha dotado de nacionalidad y cierta humanidad"
"Hay dos formas de ver este tema, por un lado, la automatonofobia, el miedo a la automatización. Por otro lado, nos encontramos con la teoría del Valle Inquietante, lo que dice es que nosotros aceptamos que los robots cada vez se acercan más a la apariencia del ser humano, pero en el momento en que ya se parecen de una manera muy gran al ser humano y sobre pasa el ideal de lo que es un robot, empezamos a sentir un rechazo. Por eso se llama así, porque es algo que nos puede parecer inexplicable", ha aclarado la analista en política tecnológica y sociedad.
"Son seres a los que humanizas, pero no necesariamente tiene que convertirse en humanos"
Uno de los temores más extendidos es que la inteligencia artificial, con su evolución, acabe generando la desaparición de las relaciones humanas. Jorge ha comentado que "realmente lo que muchas personas dicen es que no necesariamente se va a tratar al robot como un ser humano, sino que vamos a tener una conexión social más fuerte, como ahora ocurre con los gatos y los perros en casa. Son seres a los que humanizas, pero no necesariamente tiene que convertirse en humanos".
El amor de los seres humanos a las máquinas no es algo nuevo. En 2018, el japonés Akihiko Kondo decidió casarse con un holograma, convirtiéndose en la primera persona en el mundo en hacerlo. El caso más reciente es el de un homre belga, que se suicidó tras mantener conversaciones sobre el cambio climático con un chatbot llamado Eliza, un programa basado en la inteligencia artificial.
"Hay un tipo de riesgo que es el inaceptable"
Frente a este tipo de situaciones, Jorge ha asegurado que "la Comisión Europea está intentando ver cuál es el nivel de riesgo de utilizar esta IA". "Hay un tipo de riesgo que es el inaceptable, que se supone que es la prohibición. Lo que dice es que todo ese tipo de sistemas que puedan crear una amenaza clara a la seguridad, a la vivencia o a los derechos de las personas serán completamente prohibidos".
El futuro de estas relaciones digitales es incierto. “Como decía Platón, que la música siga siendo la alegría de los buenos, la reflexión de los audaces y el asombro de los incrédulos. Ya veremos si ocurre con los robots o no”, ha añadido la analista de política tecnológica y sociedad.