Sergio Peris-Mencheta: "El teatro se puede convertir en el último reducto de humanidad en el arte, lo demás lo puede hacer una inteligencia artificial"
El actor y director teatral pone en escena, en el Teatro de la Abadía, 'Cielos', la obra del reconocido dramaturgo canadiense-libanés Wajdi Mouawad, un thriller sobre cómo parar un atentado terrorista
Sergio Peris-Mencheta: "Con el tiempo se apreciará un poco más los ovarios que ha tenido Irene Montero"
De la unión entre Sergio Peris-Mencheta, actor, director y productor teatral, con la obra del dramaturgo libanés y canadiense, Wajdi Mouawad, ha salido un thriller trepidante que invita a vivir una carrera contrareloj para parar un atentado terrorista desde el escenario del Teatro de La Abadía. Un thriller, Cielos, que cierra la tetralogía del escritor y que reflexiona sobre la rebeldía y el arte, sobre el legado familiar y sobre matar al padre. "Vamos a decir que se venga del padre en el sentido más metafórico, por la herencia de todas las guerras en las que, de alguna manera, ha implicado a ese hijo", añade el actor. "No es un autor fácil, es exigente, no tiene ningún tipo de concesión, no hay comedia, ni happy-ending, pero siempre sales de los teatros diciendo que hay una posibilidad de cambiar las cosas. Directamente nos pone un espejo, como hacía Shakespeare", explica en una entrevista en la Cadena SER.
Litoral, Bosques, Incendios y Cielos, la obra que cierra esa serie llamada La sangre de las promesas. El actor, hace once años, se puso a traducirla, tras verla representada en catalán. Y hasta hoy. "Conocía Indiendios, conocía Litoral, pero no conocía Cielos y Bosques y me dije que algún día, cuando fura lo suficientemente maduro, podría hacerlo. Así que cuando Juan Mayorga me planteó la posibilidad de hacer algo en la Abadía, propuse esta idea, y Mayorga, miembro de la Real Academia de la Lengua dijo que le ponía mucho la unión de Peris-Mencheta y Mouawad".
El autor es un heredero del teatro griego y un experto en diseccionar cómo se gesta el odio y la violencia a través de las relaciones familiares. "Es el Sófocles del siglo XXI, pero a diferencia de las tragedias griegas, que eran provocadas por los dioses, aquí somos nosotros mismos quiénes las provocamos", explica el actor. La ora se escribió en 2009, que fue cuando se estrenó, y ya adelanta algunos de los problemas de convivencia que arrastramos hoy. "Esta vez la obra está muy enfocada en la idea de matar al padre", dice Peris-Mencheta de una obra que muestra la tragedia que arrastra la humanidad. Cielos nos lleva a un lugar apartado donde un grupo de criptógrafos, traductores e investigadores trabajan contrarreloj para tratar de impedir un ataque terrorista múltiple que tiene por objetivo provocar una debacle social.
Indencios es la obra más conocida de este dramaturgo, gracias quizá a su adaptación al cine por el director Denis Villeneuve, que ahora adapta Dune. Cielos, como aquella, tiene un punto cinematográfico, que radica en la tensión de afrontar una acción determinante. "Tiene una serie de elementos que no estás acostumbrado a ver encima de un escenario y eso tiene su dificultad, porque, evidentemente, tiene su lado bueno y su lado malo. Ahora la dificultad es que evidentemente el primer plano. A ver cómo lo hago".
Se abre con una voz, captada y decodificada entre los millones de voces que pueblan el cielo virtual de los mensajes online. Esa voz, que habla en nombre de los hijos devorados por todas las guerras del siglo XX, culpa a los padres de la sangre derramada de generaciones y amenaza con una venganza devastadora: un atentado terrorista de insólitas dimensiones. Pero, como en el mito de Casandra, esa voz que habla de la sangre derramada por los hijos por mandato de los padres, esa voz que proclama la venganza de los hijos multiplicándose en voces que hablan en todos los idiomas, no puede ser entendida por quienes han sido precisamente comisionados por los más altos poderes del Estado para descifrarla.
La juventud está muy presente en la obra. Sus esperanzas, sus frustraciones, su tristeza, pero también su potencial para cambiar las cosas. "Una juventud que se venga de la generación de sus padres. Se venga de los decretos y de las decisiones que han tomado la generación anterior. Es decir, nos habéis metido en estas guerras y nos estamos comiendo vuestra mierda. De eso hablan y lo hacen desde un lugar en el que en la propuesta no es razonable, porque ya no hay nada que razonar, ya es tomar las riendas del asunto y expresar con todo el dolor. Nuestro propio dolor".
Frente al dolor, frente a la tragedia, está el amor. Eso es lo que subyace a todo texto del consolidado dramaturgo, afincado en Francia. "Al fin y al cabo está el amor. En el amor está la clave, si rascas, rasca, rascas, te encuentras con esas cuatro letras, rasques donde rasques. Nosotros humildemente hemos tratado de coger el relevo de obra y tratar de llevarlo a la abadía y tratar de de poner luz sobre lo que nos está pasando hoy, sobre el presente que estamos viviendo desde lo más doméstico hasta lo más macro de la sociedad", reflexiona Peris-Mencheta.
Ese impulso del amor, a la verdad, a las personas, al legado, está en los textos que desde Barco Pirata, su productora teatral, ha ido levantando en los últimos años. "Los últimos textos que hemos hecho, no sólo tienen conexión con el amor, vamos a decir que el amor está en la base de todo, pero todos tienen, en una capa superior. el tema de la memoria, el tema de que somos un país desmemoriado que sufre un Alzheimer y sin saber que lo está sufriendo, ni siquiera que lo padecemos", habla sobre Una noche sin luna, creada por su amigo Juan Diego Botto.
La memoria ha sido un tema que ha empezado a cambiar en España, el teatro, la literatura han tenido algo que ver. "Sí, el debate va calando, a pesar de las hostias que se llevan los primeros que deciden abrir un debate. Ahí está también el caso de Irene Montero. Quizás en un futuro se aprecie un poquito más los ovarios que ha tenido esta mujer para estar en ese hemiciclo diciendo las cosas que estaba diciendo, sin temblarle el pulso y con toda la emoción. Tengo la sensación, de un tiempo a esta parte, de que este tipo de cosas están empezando a gracias a que hay gente que se atreve a poder llorar en público y poder defender las cosas con amor y con rabia y con todo, sin faltar al respeto, sin estar por encima del bien y del mal, etcétera, etcétera".
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Cielos también habla de las protestas de los jóvenes ante los museos. "Me gustaría pensar, después de haber trabajado Cielos, que esa gente joven que atenta sobre arte lo hace con dolor, no lo hace como venga, vamos a hacer streaming, vamos a tener no sé cuántos likes. Que lo hacen con un compromiso, el que sea, pero que hay un dolor en el mero hecho de hacerlo. Me gustaría decirles que si algo perdura es el arte, que el arte es nuestra memoria, que es parte de lo que somos y que estamos aquí, entre otras cosas, gracias a ello. Nadie se va a acordar de los políticos dentro de 200 años, de los que ahora son tan importantes. Nos vamos a acordad de Mouawad".
Los retos que plantea el texto muchos, dice el director. Tantos que ha tenido que cambiar la manera de trabajar con los actores, un reparto con nombres como Marta Belmonte, Álvaro Monje, Jorge Kent, Sergio Lanza, entre otros. "He hecho lo que nunca hago, que son audiciones. Yo no hacía audiciones, porque yo odiaba como actor que me hicieran una audición, porque yo entendía que yo era lo suficientemente bueno como para que no me hiciera una audición. Aquí hemos hecho, pero no un mero casting al uso. Sino que hemos hecho un taller donde hemos conocido a las personas. Hicimos un taller de clown, porque en cuanto uno se pone la nariz roja, se le ve el alma y ya sabes si vas a poder trabajar con esa persona. Y yo cada vez estoy buscando más elencos de buena gente. Si son buenos actores, maravilloso. Pero primero, por favor, que sean buena gente para hacer cualquier obra de teatro". De esa manera, dice, han conseguido algo curioso en el proceso de ensayo: "Hemos conseguido que los actores que competían por un mismo papel acabaran ayudándose en esos talleres. Eso era importante, porque lo que hacen en la función es trabajar en equipo, esto es una célula antiterrorista y tienen que ser un equipazo".
A pesar de la dureza del texto sobre la condición humana, Peris-Mencheta asegura que es optimista y que todo se regula. "Todo se compensa, porque me encuentro con gente joven que está muy conectada, en el mejor de los sentidos, y mucha gente joven que está muy conectada en el peor de los sentidos. Pero creo que todo se compensa al final. Es decir, aparece Trump, pero al mismo tiempo va a aparecer otro movimiento que está permanentemente equilibrando. Yo creo que la sociedad tiene tendencia a la homeostasis, es decir, que a lo mejor no hay que apretar demasiado y el cuerpo se termina regulando sin necesidad de meterle un fármaco. A lo mejor la cosa se puede autorregular y creo que no nos queda más remedio a los que seguimos dedicándonos a lo que nos dedicamos, que es a sanar desde otro lugar, que confiar en la metástasis. Yo soy un firme creyente en este caso, de que el de que las cosas se van a terminar equilibrando sin necesidad de pinchar".
El autor planteaba ya en 2009 el tema de las tecnologías, de la inteligencia artificial como la gran arma de destrucción para el ser humano. Sin embargo, esa tecnología podría salir bien al teatro. "El teatro puede ser el último reducto de la inteligencia artificial, porque en el futuro un actor podrá estar rodando tres o cuatro películas a la vez, porque ha cedido sus derechos de imagen, pero solo va a estar en carne y hueso en un sitio, en una sala de Lavapiés, por ejemplo, y ojo al precio de esa entrada. Cuidado porque la inteligencia artificial le puede venir bien al teatro".
Sergio Peris-Mencheta combina el teatro con su papel de presentador en el programa de HBO Traitors, y también con grandes producciones del cine de Hollywood, como Megalodón 2, uno de los estrenos de este verano. "Ensayé la obra a caballo entre Londres y Alcorcón. Yo salía de pegarme con Jason Statham y me iba al polígono a dirigir. El productor de Megalodón es coproductor de la obra. "De repente yo había pactado unas fechas y me quedé sin esas fechas porque cambiaron el plan de rodaje y me dijeron que lo iban a compensar, así que nos permitió alquilar un espacio para seguir ensayando. Ojo, el productor de Megalodón, ojito con Hollywood".