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¿Por qué se ha vuelto más peligrosa la ruta migratoria marítima?

Iñigo Mijangos, de SMH, y Riccardo Gatti, de MSF, denuncian el hostigamiento a los migrantes en el mar y las políticas europeas de devolución en caliente

Europa y el naufragio en Grecia

Europa y el naufragio en Grecia

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El naufragio de un barco pesquero frente a las costas griegas el pasado miércoles puede ser una de las mayores tragedias en estas aguas. Se cree que había más de 700 personas a bordo, pero solo 104 pudieron ser rescatadas y se han recuperado 78 cuerpos. Muchos de los desaparecidos se han hundido junto al barco en una de las zonas más profundas del Mar Jónico.

Grecia asegura que los inmigrantes rechazaron la ayuda que les ofrecieron antes de hundirse. Esto, explica el coordinador de Salvamento Marítimo Humanitario, Iñigo Mijangos, se debe a que “son hostigados y las fuerzas costeras normalmente los interceptan y devuelven a sus lugares de origen”. Su equipo ha sido testigo de esas devoluciones a aguas turcas o libias.

En concreto los guardacostas libios “interceptan, hostigan y dejan gente en el agua porque simplemente su función es impedir que pasen, no tiene nada que ver con operaciones de salvamento”, denuncia Mijangos.

Su ONG y Médicos Sin Fronteras y son dos de las organizaciones que desde hace años realizan labores de rescate en el Mar Mediterráneo. Desde el barco de MSF, el Geo Barents, Riccardo Gatti ha percibido un cambio a peor de la migración a Europa por vía marítima. “Desde hace años los únicos que operan en rescates son las organizaciones humanitarias”, asegura. Y el sistema previo gestionado por los guardacostas se ha ido destruyendo siguiendo las políticas europeas, por lo que el rescate se ha sustituido por la “interceptación y devolución en caliente, con dinámicas muchas veces muy violentas”. El fin, dice, es que los buques de rescate civiles “no estén en los lugares donde luego ocurren los naufragios”.

Sin embargo, nada de esto ha frenado la salida de migrantes para tratar de llegar a Europa aunque las rutas sean todavía más peligrosas. Se calcula que solo este año han muerto 1.100 personas. Una cifra muy a la baja, insiste Gatti, por la alta cantidad de desaparecidos en el mar. “Estamos en una situación de gran crisis humanitaria”, subraya el activista, teniendo en cuenta las más de 26.000 personas muertas en el mar Mediterráneo que se han contabilizado desde 2015.

“La única voluntad que tiene la Comisión Europea es la contención de la migración”, comparte Iñigo Mijangos. El actual pacto de inmigración y asilo que están negociando los socios de la Unión Europea no contempla estas operaciones de rescate como algo fundamental para frenar las muertes. “Hay un diseño de querer llevar las fronteras hacia el interior de África, hacer un cinturón de hierro en los países del Sahel, para que estos dramas humanitarios no se produzcan a los ojos de la ciudadanía europea, sino que se produzca dentro de los países africanos”, critica.

Los rescatistas han constatado que en ocasiones se da la orden a países del sur de Europa de no rescatar a pesqueros como el que se hundió la semana pasada. “Lo venimos observando muchísimos años”, asegura Mijangos. Por ejemplo, en la respuesta que da Malta a barcos en situación de peligro asegurando que al tener motor y seguir avante no requieren socorro.

Pero la ley internacional exige el rescate de esas personas y su traslado a un punto seguro. En eso insiste el rescatista: “debe ser un punto donde la vida de esas personas no corra peligro. Si los llevan a Libia muchos van a morir, entonces ese no es un punto seguro”.

Riccardo Gatti subraya que “todas las muertes que estamos viendo en el Mar Mediterráneo central son perfectamente evitables. Simplemente mueren porque no se les rescata”. En lugar de buscar culpables a posteriori, defiende, las autoridades deberían centrarse en dejar de entorpecer las labores de rescate.

Más desplazados que nunca en el mundo

El número actual de desplazados en el mundo es el mayor que ha habido nunca. Asciende a casi 109 millones de personas, según las cifras de ACNUR. Un 41% de ellos son niños, y la mayoría no tienen opción de salir de su país.

La guerra en Ucrania ha sido el principal desencadenante de este incremento del desplazamiento el año pasado, con más de 5,7 millones de personas fuera de sus fronteras, explica María Jesús Vega, portavoz de ACNUR en España. Pero también influyó el éxodo de personas de Afganistán tras la llegada de los talibanes.

Faltan por contabilizar los últimos refugiados en sumarse a esta larga lista: los que ha provocado el conflicto de Sudán. En estos dos meses de guerra, más de dos millones de personas han huido de sus casas. De ellos, 1.670.000 son desplazados internos, y casi medio millón de personas son refugiados en países vecinos, entre ellos Egipto, Chad, Etiopía y Sudán del Sur. Egipto acoge a la mayoría. Según cifras de la Organización Internacional de las Migraciones han llegado en torno a 210.000 refugiados a ese país que ya contaba con una comunidad de sudaneses que alcanza los 5 millones de personas.

Sudán es además un país al que históricamente han llegado muchos refugiados víctimas de conflictos en los países colindantes, por eso ahora no solo huyen los sudaneses, sino también unas cien mil personas entre dobles refugiados y retornados.

A pesar de que la comunidad sudanesa se siente acogida en Egipto, existen muchos problemas para estos refugiados cuando llegan, desde abrir una cuenta bancaria, encontrar una vivienda o escolarizar a los hijos, apunta la corresponsal de la Cadena SER Nuria Tesón. “Se está dando la circunstancia de que se piden alquileres más altos. Hay personas que están intentando aprovecharse, aunque no es la mayoría”.

Otro ejemplo de esas dificultades son las medidas que ha impuesto recientemente Egipto con respecto a las visas. Hay más de 120.000 sudaneses sin visado ni pasaporte que están atrapados en una de las fronteras de Egipto, a pesar de que agencias internacionales como Naciones Unidas están pidiendo que se facilite la circulación.

El conflicto en Sudán, que ha dejado ya más de dos mil muertos, no tiene visos de terminar pronto, y deja un escenario de constantes violaciones, quemas de poblados, desnutrición y dificultades para acceder a la ayuda humanitaria. Consecuencias que están sufriendo los todavía dos millones de personas que siguen atrapadas en el país intentando llegar a zonas seguras.

 
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