'Caperucita en Manhattan', un cuento sobre el miedo y la libertad
Una obra de crecimiento, de descubrimiento, que habla sobre las elecciones que tenemos que hacer en la vida o del miedo que a veces nos impide avanzar
'Caperucita en Manhattan', un cuento sobre el miedo y la libertad
Carmen Martín Gaite nació en Salamanca en 1925 y murió en el año 2000, en Madrid. Es una de las escritoras más importantes y galardonadas de nuestra literatura y una de las más destacadas representantes de la generación de la posguerra. En 1955 publicó su primera novela, 'El balneario'. De sus libros hay que destacar 'Entre visillos' (Premio Nadal en 1958), 'Ritmo lento', 'Retahílas', 'Fragmentos de interior', 'El cuarto de atrás' , 'Nubosidad variable', 'La Reina de las Nieves', 'Lo raro es vivir', 'Irse de casa' y su novela póstuma, 'Los parentescos'.
Escribió también poesía, relatos, teatro y ensayos, entre los que destacan 'Usos amorosos de la postguerra española' o 'El proceso de Macanaz'. En 1988, Martín Gaite recibió el premios Príncipe de Asturias y en 1994, el Nacional de las Letras Españolas. Publicó 'Caperucita en Manhattan' en 1990. Es un cuento mágico de crecimiento, de descubrimiento, que nos habla sobre la libertad, sobre las elecciones que tenemos que hacer en nuestra vida, del miedo que a veces nos impide avanzar o sobre la capacidad de ver de otra forma la realidad.
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Charles Perrault publicó en 1697 una colección de cuentos titulada 'Historia y cuentos del tiempo pasado. Cuentos de la Madre Oca', que alcanzó un gran éxito. Entre estos cuentos se encuentra 'Caperucita Roja', un libro en el que la inocencia de una niña le traiciona y es víctima del malvado lobo. Perrault previene al hombre contra el hombre y advierte que la conducta transgresora y la desobediencia puede pagarse con la vida. Además, Caperucita provocará con su inconsciencia la muerte de alguien a quien pretendía salvar. Los hermanos Grimm, que escribieron alrededor de 200 cuentos entre 1812 y 1822, retomaron el cuento de 'Caperucita', pero su relato varía al final porque la muerte de la protagonista no se acomodaba con el final feliz que el pueblo esperaba. Buscaron un cazador que despedazará al lobo, librando de la muerte a Caperucita y a su abuela.
El rito de iniciación de Sara, la Caperucita de Martín Gaite
Sara es una niña de nuestro tiempo, pertenece a una familia sencilla y tiene algo en común con todas las Caperucitas: está aprendiendo, reuniendo experiencias acerca de la familia, la amistad, la soledad, el peligro, la monotonía de la vida diaria y el ejercicio de la libertad. Está creciendo y experimentando sensaciones, unas veces tristes y otras alegres y esperanzadoras; pero, sobre todo, está aprendiendo a tomar decisiones, a elegir aquello que considera mejor y a tomar partido cuando es necesario. Está sufriendo su rito de iniciación. La Caperucita de Carmen Martín Gaite hará un descubrimiento para siempre: la libertad. A partir de ese momento todo cuanto haga o decida estará impregnado de ese sentimiento.
Las mujeres de esta historia son seguramente más interesantes que los hombres. Frente a una madre trabajadora, esposa sumisa y, sobre todo, buena repostera, hay una abuela exestrella de Broadway que no se resigna a envejecer y que pretende mantener intacto su atractivo para los hombres. No es buena ama de casa –aunque sabe serlo- y aborrece la monotonía en la que vive su hija; sobre todo odia los constantes temores hacia todo y todos. Sara, que se muestra obediente con su madre, admira y adora a su abuela, que no está enferma y no quiere en modo alguno ser cuidada ni mimada con tartas de fresa, pero tiene mucho empeño en adiestrar a su nieta para la vida y, sobre todo, para el ejercicio de la libertad.
El personaje que marca la diferencia definitiva con el cuento clásico
Miss Lunatic marca definitivamente la diferencia con el antiguo cuento. Puede ser un hada. A veces miss Lunatic deja de ser momentáneamente una anciana y se transforma, una de las características propia de los cuentos. Podría ser también el espíritu de madame Bartholdi, la madre del escultor de la Estatua de la Libertad. Aunque puede ser también el alma de la Estatua de la Libertad, que, como todo espíritu, reside en su cuerpo, pero puede adoptar la forma de una anciana bondadosa y comprensiva, buena conversadora, siempre dispuesta a ayudar a los demás, y sobre todo, a animar a Sara en su personal conquista de la libertad.
Este artículo contiene fragmentos de la invitación y actividades de María del Carmen Ponz Guillén para la editorial Siruela en la colección escolar de Literatura