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El Infierno antes que el Paraíso: así se comporta nuestra mente ante 'El jardín de las delicias' de El Bosco

Así lo demuestra el resultado de un estudio científico en el que el Prado ha colaborado con el grupo de Neuroingeniería Biomédica de la Universidad Miguel Hernández (UHM) de Alicante

'El jardín de las delicias' de El Bosco. / El Bosco (Museo del Prado)

John Berger en su libro Modos de ver se fijó en cómo mirábamos los cuadros, la fotografía y, ante todo, la realidad. "El modo de ver del pintor se reconstituye a partir de las marcas que hace sobre el lienzo o el papel. Sin embargo, aunque toda imagen encarna un modo de ver, nuestra percepción o apreciación de una imagen depende también de nuestro propio modo de ver", decía el crítico de arte que dedicó un espacio importante de su trabajo a analizar El jardín de las delicias de El Bosco. Es precisamente ese cuadro, el que ha elegido el Museo del Prado, donde yace, para experimentar cómo ven los visitantes ese tríptico.

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Resulta que no miramos todos lo mismo, ni hacia el mismo sitio. Frente a El Bosco, el visitante prefiere el Infierno al Paraíso. Es la conclusión de un estudio científico en el que el Prado ha colaborado con el grupo de Neuroingeniería Biomédica de la Universidad Miguel Hernández (UHM) de Alicante. El tiempo medio de contemplación de la obra superó los 4 minutos, demostrando que esta sigue cautivando la mirada de quien la contempla quinientos años después de que fuera creada.

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"Es un cuadro muy complejo en el que no sabes bien dónde mirar, y pensamos en hacernos esta pregunta desde el punto de vista científico. El jardín de las delicias es una obra de conversación, lo es desde su primer destino, el Palacio de Nassau, en Bruselas, donde se enseñaba a las visitas de clase alta para entablar una discusión. Ahora lo habitual es que lo veamos en una sala que está completamente llena de gente, así que nos preguntábamos dónde se colocaba esta gente ante esa multitud y lo averiguamos gracias a una tecnología que se utiliza como un GPS y que permite saber cómo se desplaza una persona por la sala", explicaba Eduardo Fernández Jover, director de Grupo de Investigación.

La tecnología empleada en el estudio ha registrado la posición de los sujetos en la sala, ha medido el tiempo que cada uno miraba El jardín de las delicias, uno de los cuadros más fotografiados de la pinacoteca, y se ha fijado en qué parte de la obra se prestaba más atención. El estudio se ha hecho durante tres días del mes de enero, entre las 14 las 17 horas. Han participado 52 personas, de distintas nacionalidades, entre los 10 y los 70 años, un 60 por ciento mujeres y un 40 por cient hombres. "No es una muestra muy grande, pero sí representativa para valorar los datos", añade el responsable de la investigación.

El bosco

El bosco / MUSEO DEL PRADO

Los participantes han observado el cuadro con gafas con cámaras inalámbricas, que han permitido tener una visualización real de sus movimientos oculares, que han determinado que la observación del panel del Infierno fue de 33,2 segundos/metro cuadrado, frente a los 26 de la tabla central y los 16 del Paraíso. También han podido registrar, de manera simultánea con la observación, el tamaño de las pupilas, lo que proporciona información relevante sobre las respuestas emocionales. "Cuando miran a Dios, hay una mayor dilatación de las pupilas. Y en el panel del Infierno, con la visión de las orejas cortadas y el cuchillo también pasa", indica Fernández Jover. Uno de los objetivos del estudio era el de permitir con estimulación cerebral que personas ciegas tengan cierta visión funcional, además de ayudarlas en tareas como orientación o movilidad. "Es muy importante saber adónde tenemos que mirar y este cuadro, con tantas zonas donde fijar la mirada, nos ayuda a saber qué puede ser más importante", señalaba el experto.

Se ha sabido también que las mujeres dedican más tiempo de observación tanto en conjunto como por tabla y como por figuras. "Si vamos al panel del Paraíso, la figura de Dios la observan el mismo tiempo tanto hombres y mujeres, en torno a un segundo. En cambio, cuando acudimos a la parte del Infierno, ellas dedican casi cinco segundos al autorretrato de El Bosco y ellos apenas tres", agregan los investigadores.

El Bosco pintó en 1500 este un tríptico que concibe como una pieza de conversación, pues en su primer destino sus propietarios invitaban a la élite de la época para hablar sobre ella. Se trata de una obra de tipo moralizador donde el pintor habla de la temporalidad de los placeres pecaminosos y de su naturaleza efímera. "Lo que profetizó El Bosco es la imagen del mundo que hoy nos trasmiten los medios de comunicación", escribía Berger, comparando esa parte del cuadro, la del Infierno, con el mundo de la globalización, la masificación de gente y la sensación de claustrofobia, algo que quizá ha hecho conectar a esos visitantes. Sin embargo, los investigadores dicen que no han podido explicar el por qué de la curiosidad al infierno, o si eso viene del temor en el que el catolicismo ha educado visual y mentalmente. Es curioso que El jardín de las delicias, siendo uno de los cuadros, más visitados del museo, es uno de los que menos se recuerda. "La mayor parte no se acuerda, pero cuando analizamos vemos que aunque la mayoría no lo ha guardado en su memoria todos lo han visto y han centrado su mirada en su autorretrato. Las dimensiones de su figura son más grandes que las de resto del cuadro y eso hace que centremos más la visión en él", explican.

El experimento se ampliará a otros cuadros, según han explicado los responsables del museo, representados por Javier Solana en la presentación ante la prensa de este análisis. Habrá cuadros emblemáticos del Prado que empezarán a analizarse desde el punto de vista de la mirada del visitante, por ejemplo, Las Meninas, de Velázquez.

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