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Miguel del Arco: "Los derechos que quieren tirar a la papelera están construidos sobre el sufrimiento de mucha gente"

El dramaturgo estrena 'Las noches de Tefía', una serie sobre los campos de concentración del franquismo que defiende la memoria histórica y al colectivo LGTBIQ+ con Patrick Criado como uno de los protagonistas

'Las noches de Tefía', memoria histórica, derechos LGTBI y el poder de la imaginación

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Madrid

Lleva cinco años sin dirigir una obra de teatro. Unos años apartado, aparentemente, de la creación. Ahora Miguel del Arco, dramaturgo, guionista y director, estrena una serie de televisión, que le ha tenido bastante tiempo ocupado. Las noches de Tefía es la gran apuesta de la temporada de Atresplayer, una serie sobre un tema nada fácil en el audiovisual español: los campos de concentración franquistas para vagos y maleantes. Calificativos que gustaban al régimen para definir a las personas LGTBIQ+. "Creo que hemos conseguido hacer una serie muy luminosa por todo lo que sucede y cómo terminamos", reconoce el director. "Pero el final del franquismo fue que ese señor se murió en la cama con un pueblo subyugado y con gente que, hasta mucho después incluso de la Transición, siguió teniendo sus fichas policiales abiertas", recuerda Del Arco en una entrevista en la Cadena SER.

"Es lo que hace la serie, poner en perspectiva precisamente algo en lo que estos señores también se están cagando, que es la memoria histórica. Que la memoria histórica es recuperar los restos de nuestros seres amados. Y es terrible que alguien alguien pueda decirle a alguien que no tiene derecho a recuperar a su padre o a su madre". Memoria histórica y defensa de la libertad sexual y los derechos de un colectivo que vuelve a estar amenazado, dice el director, ante la llegada de la extrema derecha a ayuntamientos y comunidades. "Los derechos humanos no es una cosa que dices, ya los tengo. Los derechos fundamentales no es una cosa que ya tengo aquí ahora mismo y ya me puedo tirar a la bartola, porque ya es una cosa que hemos conseguido. No, hay que luchar de forma permanente y hay que decir no. Decía Eduardo Madina el otro día, y yo estoy completamente de acuerdo, que Santiago Abascal cabe en España. Los demás, los que no somos de su España, no cabemos en la suya. Y eso es una cosa muy... porque yo lucharé denodadamente para que estos señores tengan el derecho de colgar esa pancarta infame en ese edificio. Como me pareció bien democráticamente hablando, que saliera un millón y medio de personas para luchar, para protestar en contra del matrimonio igualitario en el momento en el que Zapatero aprueba esa ley. Ahora, señores, reflexionen ustedes contra lo que están protestando. Están saliendo a luchar para que yo, por ejemplo, y lo digo en primera persona, no me pueda casar con la persona con la que convivo desde hace 40 años. Eso es una puta vergüenza", asegura. "Tenemos que ver en perspectiva lo que hemos sido para saber exactamente dónde queremos ir. Estos derechos, que estos señores se permiten el lujo de tirar a una papelera ahora mismo, están construidos sobre el sufrimiento de muchas personas que lucharon. Como decía un histórico travesti barcelonés, para salir en la década de los 60 vestido de mujer a la calle, hacía falta tener muy bien puestos los cojones".

La Ley de Vagos y Maleantes se convirtió después en Ley de Peligrosidad. Estuvo vigente hasta 1978, en plena Transición, y sus penas siguieron manchando la vida de muchas personas hasta 1995. Ese fue el año en que se derogó del todo. También el año en que nació Patrick Criado, protagonista de Las noches de Tefía. "Es importante en mi generación y generaciones venideras enseñar que los derechos no han venido de la nada, que hay gente que ha luchado por ellos, que hay gente que ha sufrido y que no podemos retroceder en la lucha por esos derechos. La serie en ese sentido, demuestra un contexto histórico y una realidad que ocurrió y que es necesario mostrar. Y es necesario que sepamos de dónde venimos y por qué hemos luchado por esos derechos y se lo debemos a toda esa gente que sufrió y a toda esa gente que tuvo una carencia de libertad y de no poder ser quienes eran", dice el actor madrileño.

La llegada al tema de la serie fue algo casual: "Descubrí una novela que de Miguel Ángel Sosa Machín, Viaje al centro de la infamia, que cuenta las vivencias de Octavio García, uno de los pocos presos que ha dado testimonio de lo que sucedía allí y me parecía que la que la metáfora era muchísimo mejor para contar toda España, a través de Canarias. Es decir, una isla en donde un campo de concentración no necesitaba ni siquiera verjas porque estaba el desierto, luego el mar y como dice el personaje de Celeste, después un país de mierda", cuenta el director sobre cómo llego a esta historia, silenciada y poco contada. Salvo algunas excepciones, como la de literatos como Max Aub o Sosa Machín.

La serie cuenta la vida de un grupo de internos de la Colonia Penitenciaria Agrícola de Tefía, en Fuerteventura, a 20 kilómetros de Puerto del Rosario. Ese nombre escondía un campo de torturas y sufrimiento para muchos homosexuales y disidentes. Ese es uno de los tres tiempos que usa el director para contar la historia de estos personajes, que es a la vez la historia de España. que usa el blanco y negro en el campo, la árida isla donde los presos y sus carceleros -estupendo Israel Elejalde como fascista- soportan hambre, sed y todo tipo de vejaciones. Esa fue la parte más difícil, coinciden actor y creador. "Hemos pasado mucha hambre. Yo me quité 11 kilos. Otro compañero de equipo, 18", reconoce el intérprete a quien hemos visto en Antidisturbios o La gran familia española.

Además de la crudeza del capo de concentración, donde los fascistas torturan a los presos, está el tiempo de la ficción dentro de la ficción. "Decidimos utilizar lentes diferentes, formas de rodar diferentes, movimientos de cámara diferentes para hacer que ese espacio onírico fuera como una brecha de luz, al mismo tiempo, incidía en que era muy importante ese pie a tierra para no frivolizar en absoluto el dolor". Del Arco da luz, humor y sensibilidad a esos personajes presos para imaginar una vida mejor dentro de la cárcel mediante la ficción. La capacidad de contar historias. Y ahí hay homenajes a Lorca, al teatro, al cabaret. "Aparece el humor como resiliencia, la música y el arte como resiliencia del ser humano, pero nunca para frivolizar la situación. Yo les decía que cuanta más risa, cuanto más poderío en lo musical, en la expresión de la pura libertad de estos personajes, de lo que quieren realmente llegar a ser, tanto más terrible va a ser la realidad que vamos a contar".

Precisamente esos presos, Patrick Criado, Raúl Prieto, Miquel Fernández, Roberto Álamo, imaginan que montan un cabaret, el Tindaya, donde bailan, cantan y sortean a la policía política. El color en esta parte está saturado y aparecen personajes con luz como el de Carolina Yuste. En ese cabaret imaginario, suenan influencias de David Bowie o Janis Joplin. "La cultura nos da las herramientas para imaginar lo que podemos llegar a ser. Yo creo que eso es una maravilla".

Por último, está el tiempo presente. 2004, el año en que el presidente Zapatero aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario. Una ley que cambia la manera de entender la diversidad en España y que nos hizo un país mejor. Cuatro décadas después, cuando uno de los protagonistas, todavía en el armario, así es el personaje de Jorge Perugorría, reconstruye no sin dolor su propia supervivencia al horror y sus secuelas, todavía difíciles de verbalizar, de la mano de un inquieto periodista. Años, como ahora, donde la memoria histórica sigue siendo un tema complejo. "Que Miguel haya podido realizar la serie sin una línea editorial, sin un sin límite y haya podido hacer lo que ha querido en los tiempos que corren, como ha habido otras producciones ambientadas en en el régimen franquista o la Guerra Civil que se han tirado para abajo, es importante y muy valiente", dice el actor. Para Miguel del Arco sigue siendo difícil en España hablar de Franco. "Le hemos sacado hace tres días de Cuelgamuros. Es un tema que no gusta, que da pavor. Además, hay una cosa que a mí me parece terrorífica, que es esa equidistancia entre los dos bandos. No hay equidistancia posible. Unos eran unos golpistas salvajes asesinos que irrumpieron en un sistema democrático".

Sin pretenderlo, pues la serie estaba escrita mucho antes, en Las noches de Tefía hay también una defensa de la identidad como un constructo, y de las personas trans, que han vivido un año de insultos al hilo del debate por la Ley Trans, que ahora Ayuso pretende derogar en la Comunidad de Madrid. "Es la defensa que hace precisamente la Vespa -el personaje de Patrick Criado- de que La Sissi -a la que da vida Javier Ruesga- es una mujer en la ficción y fuera de ella. No hace de mujer, no se pone de mujer, es una mujer, le pese a quien le pese". En la serie vemos a una mujer trans con un bikini con la bandera de España en el sujetador y un aguilucho en el culo en una escena entre la fiesta y la tragedia. Y es que entre esos estados se mueve Las Noches de Tefía, una serie emocionante y tremendamente actual que rememora el pasado reciente de nuestro país y homenajea a tantos hombres y mujeres que murieron luchando para tener una sociedad mejor.

Del Arco dice que ha cogido carrerilla. Después de estrenar la serie, que se verá capítulo a semana en Atresplayer, prepara una nueva producción de Rigoletto en el Teatro Real. Después, volverá a los escenarios con Jauría, exitosa obra basada en las transcripciones del juicio de La Manada, la brutal violación en Pamplona que está en el origen de la ley del sólo sí es sí. Por su parte, Patrick Criado estrena película en unas semanas, Box Office, de la mano de Netflix y se pasará todo el verano rodando a las órdenes de Paula Ortiz.

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'Las noches de Tefía', memoria histórica, derechos LGTBI y el poder de la imaginación

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