Rata
De una persona despreciable decimos que es una rata; de un tacaño, que es un rata; al ladrón lo llamamos ratero; una mala canción es música ratonera; y si alguien está en la miseria diremos que es más pobre que una rata

Creo que me meto en una ratonera hoy con la palabra rata que, como las propias ratas, está muy extendida en muchas lenguas, pero no sabemos de dónde sale. Quizás sea una onomatopeya del ruido que hace el animal al correr o al roer. Solo quizás... Y digo que me meto en una ratonera porque hasta donde sé, rata y ratón son especies distintas, sin embargo, el diccionario recoge rata como "hembra del ratón", aunque después nos dice que el macho de la rata es rato, con minúscula. Si algún ratólogo tiene quejas, a la RAE. ¡Es la lengua, amigos!, que diría el Rato con mayúscula.
El odio a las ratas es ancestral y ha dejado huella. De una persona despreciable decimos que es una rata; de un tacaño, que es un rata; al ladrón lo llamamos ratero; una mala canción es música ratonera; y si alguien está en la miseria diremos que es más pobre que una rata. En fin, que todo son piropos. Sin embargo, el ratón ha tenido mejor suerte. Es un apelativo cariñoso, especialmente dirigido a los niños, es el erudito al que llamamos ratón de biblioteca, es el ratoncito Pérez, y es la palabra con la que hemos bautizado a ese pequeño instrumento que nos sirve de picaporte para abrir todas las ventanas de nuestro ordenador. Y menos mal que los humanos no roemos y no tenemos que conjugar la primera persona del presente de indicativo que tiene tres formas, roo o roigo y royo, que parecen inventadas por una fastidiosa rata.





