Un expasajero del submarino Titan revela la charla en la que les advirtieron de que el aparato podría explotar
Un hombre que estuvo en una de las expediciones marinas de OceanGate ha ofrecido detalles sobre cómo les avisaron de que el sumergible podía implosionar por la presión
Madrid
Según van pasando las semanas se van conociendo más detalles sobre las circunstancias y hechos previos que rodean la trágica expedición del submarino Titan hasta los restos del Titanic. Su explosión en las profundidades en una zona al norte del Océano Atlántico llevó a la muerte a todos los pasajeros y varios responsables de OceanGate, la polémica compañía dedicada a realizar por un elevado precio este tipo de incursiones marinas con submarinos.
Un hombre estadounidense, Bill Price, expasajero en una de las misiones en las que el Titan se acercó al pecio del famosamente hundido transatlántico, ha desvelado detalles hasta ahora desconocidos sobre cómo eran los momentos previos al descenso. Las personas que iban a formar parte de una de estas misiones recibieron, explicó Price al New York Times, una charla en la que trabajadores de OceanGate les advirtieron de los riesgos que entrañaba el viaje marino y la posibilidad de que el submarino pudiese implosionar.
Este empresario jubilado de California, que otrora dirigía su propia empresa de viajes, decidió formar parte de esta curiosa expedición como un autoregalo antes de retirarse definitivamente del mundo laboral. El deseo de ver con sus propios ojos y a apenas unos metros los restos casi intactos del Titanic le acabaron de convencer. A Price le advirtieron "de una manera macabra" de la posibilidad de que todo saltara por los aires y no volviera nunca a la superficie.
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El ejemplo visual que utilizaron los miembros de esta empresa de experiencias para explicar qué podría pasar fue coger una lata de refresco y proceder a aplastarla con un mazo. Así, dejaban claro a los futuros pasajeros cómo afectaría al sumergible una explosión. Además, compraran la presión que sufre el submarino cuando desciende en el océano con un elefante que sosteniéndose con un pie soporta una hilera de más de 100 elefantes, uno encima de otro.
Un primero intento de inmersión se canceló y, posteriormente, en un segundo intento, la inmersión salió adelante. "Experimentamos algunos de los peores escenarios y lo superamos. Mi pensamiento fue: 'podemos hacer esto'", explicó Bill Price al diario neoyorquino.
El mortal final ha convertido esta en la última misión en la historia comercial de OceanGate, que ya ha anunciado que suspende sus operaciones y esta por ver si su propia existencia como empresa. No habrá, por tanto, más expediciones en submarino ni al Titanic ni a ninguno de los otros destinos —Bahamas y Azores (Portugal)— que aún aparecen anunciados en su página web oficial.