Parar
Cabe preguntarse qué perdemos en realidad cuando paramos
Marta San Miguel: "Cabe preguntarse qué perdemos en realidad cuando paramos"
Madrid
Estos días, mientras la mitad del país obedece al despertador, la otra mitad disfruta de las vacaciones. Con la llegada del calor está bien visto parar, dejar de producir, aislarte, apagarte. Es lo que toca. Sin embargo, ¿qué pasa cuando no lo haces?
Para muchos, cogerse vacaciones a las puertas de unas elecciones generales, o con Wimbledon en el calendario, o con picos de ingresos en Urgencias o la cuota de autónomos por facturar, se ha vuelto una decisión cada vez más cuestionable.
Por eso, cabe preguntarse qué perdemos en realidad cuando paramos.
Hay vacaciones incompatibles con el verano, como en el sector de la hostelería, pero cada vez hay más profesionales que atraviesan un duelo por tumbarse al sol mientras el mundo sigue girando. Pienso en los periodistas de deportes que vieron desde la barrera el partido de Alcaraz, porque antes habían tenido que cubrir el Tour y después cubrirán la pretemporada de fútbol; pienso en el personal sanitario que se mantiene en su puesto, porque no está asegurado el reemplazo en su consulta, o pienso en los comerciantes que no se atreven a echar la persiana por miedo a no poder levantarla después.
Metidos de lleno en un verano que apunta a cifras récord, me pregunto qué ganaremos cuando no seamos capaces de parar.
Dios ahoga pero no aprieta