La campaña que el PP de Feijóo embarró con bulos, mentiras y medias verdades

La campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo se tradujo en un gran éxito para el Partido Popular. Pese a que se presupone que la cercanía entre electorado y candidatos es mayor en unos comicios regionales, desde Génova lograron que el debate se centrase en ETA (y Bildu) y la presunta compra de votos en algunas regiones. El atronador ruido —se llegó incluso a poner en tela de juicio la limpieza de las elecciones— dejó en un profundo segundo plano las reflexiones o discusiones reposadas sobre qué medidas pretendía aplicar cada candidato. Ante este precedente, desde el cuartel general popular han tratado de imitar la estrategia para este 23J. La eficacia de esta táctica solo se conocerá el domingo con el cierre los colegios electorales, pero en esta ocasión el PP no ha ido liderando el debate y marcando agenda, como sucedió hace dos meses. Sus rivales políticos, prevenidos de que se podía repetir el escenario previo al 28M, han mantenido otra actitud y han tratado de combatir los bulos, las mentiras y las medias verdades que se han ido vertiendo desde la derecha y la extrema derecha con datos y propuestas. Pese a que la campaña electoral para el 23J empezó oficialmente el 7 de julio, todos los partidos intensificaron sus actos desde el 29 de mayo, fecha en la que se convocaron las elecciones. Así, se propagó la sensación de que terminaba una campaña para dar comienzo a otra. Pedro Sánchez comenzó entonces su periplo por los medios de comunicación para «pinchar la burbuja del sanchismo» y Yolanda Díaz logró agrupar en su coalición a 15 formaciones políticas, tras fuertes tensiones con Podemos. Mientras, PP de Feijóo trató de distanciarse de Vox al mismo tiempo que firmaba pactos de Gobierno con ellos en Baleares, Extremadura, C. Valenciana y numerosos municipios. Sin embargo, una de las primeras contradicciones de Feijóo llegó precisamente a cuenta de esta convocatoria electoral. Tras muchos meses en los que el PP exigía al Gobierno que terminase su mandato para dar paso a las urnas, el líder gallego cargó duramente contra Sánchez por el adelanto electoral al 23J: «¿Se busca la menor participación y que los ciudadanos no puedan asistir a votar?». Feijóo celebró en Galicia elecciones un 12 de julio de 2020, con el como presidente de la Xunta, y lo justificaba así: «La celebración de elecciones es inoportuna, pero termina la legislatura y mi obligación es que Galicia tenga un presidente legítimo». Unas semanas después, Feijóo fue un paso más allá y relacionó la muerte de un trabajador por un golpe de calor con las elecciones: «Ayer murió la primera víctima por incremento de la temperatura. Para ello, (Sánchez) puso las elecciones en julio. Pero no a principios de julio, no. En la segunda quincena». Tras amagar durante gran parte de la campaña con anunciar quién sería su vicepresidente económico en un hipotético Gobierno del PP, llegó el giro de 180 grados sobre la posición de la reforma laboral aprobada por el Ejecutivo de coalición. Desde Génova pactaron en la sombra con los diputados de UPN, que habían prometido que apoyarían la norma (y hoy van en las listas del PP). Recurrieron a todas las vías legales para repetir el voto erróneo del diputado Casero y tumbar la norma. Un año y cinco meses después, Feijóo ha sorprendido asegurando que es «una buena reforma» y que si llega a Moncloa mantendrá el «tronco». Sin embargo, este jueves la criticó diciendo que sirve para «maquillar» los datos de empleo, antes de pronunciar una afirmación machista contra Yolanda Díaz. En materia económica, el líder popular también protagonizó un incómodo episodio a cuenta de las pensiones. En una entrevista en TVE, aseguró de forma rotunda que el PP «nunca dejó de revalorizar las pensiones conforme al IPC». El dato, que no es cierto, provocó un enfrentamiento con la periodista Silvia Intxaurrondo, en uno de los momentos más tensos de la campaña. La realidad es que el PP congeló la subida de las pensiones al 0,25% entre 2014 y 2018, cuando durante dos de esos años la inflación se situaba entre el 1,7% y el 2%. Por otro lado, durante su entrevista en «El Hormiguero» Feijóo aseguró que había visto un anuncio en el que «un kilo de naranjas valía 0,12 euros, mientras que una bolsa de plástico costaba 0,15 euros». Sin embargo, el precio medio al que los usuarios pagan las naranjas en los supermercados es de 1,25 euros, 10 veces más. En uno de los momentos de mayor audiencia de toda la campaña electoral, el cara a cara entre Feijóo y Sánchez, el candidato popular pronunció una serie de datos falsos y difundió bulos. El primero fue pocos minutos después del arranque, cuando acusó a Sánchez de crear menos empleo que Rajoy. La realidad es que, según los datos, en el Gobierno de Rajoy se crearon 1.191.000 trabajos, mientras que en el Ejecutivo actual se han creado 1.508.000, cerca de 400.000 empleos más. Poco tiempo después, fue el turno de los autónomos. El líder del PP señaló que «hay 49.000 autónomos menos» desde que Sánchez está en la Moncloa, pero este dato no es cierto. La realidad es que hay 77.823 autónomos más en ese periodo de tiempo. Cuando llega al Gobierno, había 3.273.000 autónomos y a día de hoy hay 3.351.000. Otra llamativa mentira fue la relacionada con la energía. Feijóo afirmó que el precio de la energía cuadruplicaba en España la media europea, cuando es precisamente al revés, es la UE la que cuadruplica los precios de España, entre otros factores por la excepción ibérica. Además, el popular también indicó que «ha incrementado la okupación de viviendas» en España. Según los datos del Ministerio del Interior, la okupación creció entre 2016 y 2022, bajo los gobiernos de Rajoy y Sánchez, pero en 2022 descendió un 3,2%. Además, los juicios verbales ingresados por okupación ilegal de viviendas disminuyeron un 20% entre 2021 y 2022, según los el CGPJ. En el plano de la política exterior, Feijóo acuso al candidato socialista de que la causa judicial por la que se ha archivado el caso Pegasus ha sido por falta de colaboración de Sánchez. Sin embargo, la resolución emitida por el juez indica que ha sido por la ausencia de colaboración de Israel, dueño de este sistema de espionaje. Por otro lado, le acusó de no haber dado explicaciones sobre el cambio de postura sobre el Sahara Occidental, pero el 8 de junio Sánchez compareció en el Congreso precisamente para explicar este asunto. Además, una de las acusaciones más comunes sobre el socialista es la de que supuestamente dijo que no podría dormir si gobernaba con Podemos. Realmente, la frase pronunciada en una entrevista en 2019 es que no podría dormir si algún responsable de la formación morada ocupaba las carteras de Hacienda, de la Política Energética o de la Seguridad Social. En el último tramo de la campaña, replicó la siembra de la sospecha sobre la limpieza de las elecciones. El popular pidió a los carteros que «repartan todos los votos» a pesar «de sus jefes», asegurando dos días después que el director de Correos es un «incompetente» y estaría «cesado» si dependiese de él. Por su parte, en apenas 24 horas ha dado dos versiones diferentes sobre si sabía o no que Marcial Dorado era narcotraficante en la época en la que fueron fotografiados juntos. En un primer momento, declaró que entonces «no había internet ni Google», por lo que «ahora es más fácil saber cosas». Ante la evidencia de que hasta su sucesor al frente de la Xunta, Alfonso Rueda, reconoció que sí sabía a qué se dedicaba Dorado en aquellos tiempos, Feijóo ha admitido que era consciente de que era «contrabandista». Por último, el aspirante popular ha afirmado que el Gobierno ha comprometido los fondos europeos a un plan de instalación de peajes en autovías en 2024. Sin embargo, la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, ha defendido que el Gobierno «hace ya mucho tiempo que descartó» poner peajes en las autovías, de forma que, preguntada por si va a implantarlos, ha respondido con firmeza: «Rotundamente no».

La campaña que el PP de Feijóo embarró con bulos, mentiras y medias verdades

Feijóo y su equipo ha tratado de replicar la estrategia de la campaña de las elecciones municipales, donde el debate se centró en ETA y la presunta compra de votos. En esta ocasión, sus esfuerzos por marcar la agenda política no han sido tan efectivos

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