Por qué Japón está vertiendo el agua radioactiva de Fukushima al mar y cuáles son los riesgos para la población
Las autoridades niponas sostienen que los desechos serán "una gota en el océano", pero otras voces científicas creen que la decisión es "prematura"
Japón ha comenzado este jueves a verter al océano el agua tratada de la central nuclear de Fukushima. A las 13:00 (hora local), la compañía Tokyo Electric Power Company (TEPCO) ha iniciado la liberación de los vertidos, semanas después de que la autoridad nuclear japonesa aprobara de forma definitiva el plan del Gobierno y de que recibiera el visto bueno por parte del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) para el cumplimiento con los estándares internacionales.
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El plan se ha encontrado la oposición de los pescadores locales, de activistas medioambientales y de China, cuyo Ministerio de Asuntos Exteriores ha emitido este jueves un comunicado en el que subraya su rechazo: "La eliminación del agua contaminada por la energía nuclear de Fukushima es una cuestión importante en materia de seguridad nuclear. Su impacto va más allá de las fronteras de Japón, y la cuestión no es en modo alguno un asunto privado".
¿Por qué el agua se vierte al mar?
El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9 provocó un accidente nuclear en la central de Fukushima I, en las costas de Ōkuma, en el noreste del país. El seísmo desencadenó un tsunami de 14 metros de altura que superó el dique de contención de la planta (de sólo 5,7 metros) e inundó los terrenos alrededor de un reactor, detruyendo algunos de los generadores de emergencia. La pérdida accidental de refrigerante condujo a tres fusiones de núcleo, tres explosiones de hidrógeno y la liberación de contaminación radioactiva.
Durante estos años, TEPCO, la empresa propietaria de la planta, ha bombeado agua para enfriar los restos de combustible de los reactores. En este proceso se generan aproximadamente 100 metros cúbricos de agua contaminada al día que hay que almacenar y tratar. Hasta la fecha, la compañía ha llenado más de 1.000 tanques gigantescos de agua contaminada, pero el espacio para almacenar estos tanques se está agotando.
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El Gobierno de Japón valoró cinco opciones para deshacerse del agua contaminada. Entre ellas, estaba la posibilidad de hervir el líquido y liberar los vapores a la atmósfera. Sin embargo, tanto esta como el resto de ideas eran más difíciles de controlar debido a factores ambientales. La mejor opción, a juicio de las autoridades niponas, era liberar un millón de toneladas de agua con desechos radioactivos al océano.
Liberar el agua tratada en el océano es una práctica rutinaria en las plantas nucleares, pero al ser estas resultado de un accidente no son desechos cualesquiera. Tal y como explica la 'BBC', TEPCO filtra las aguas de Fukushima a través de un Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS, por sus siglas en inglés), que reduce la mayoría de sustancias radioactivas a estándares de seguridad aceptables.
¿Qué riesgos presenta liberar estos vertidos?
El matiz de 'la mayoría' es importante, ya que este proceso no consigue separar del agua el tritio ni el carbono-14, formas radioactivas del hidrógeno y el carbono, respectivamente. Estas sustancias, presentes en la naturaleza e incluso dentro del propio organismo humano —ya que se generan en la atmósfera y pueden llegar a las personas mediante la lluvia o el agua del grifo—, presentan niveles bajos de radiación. Son mucho menos dañinas que otras como el cesio o el estroncio, por ejemplo. El problema viene cuando estas sustancias —especialmente el tritio— se consumen en grandes cantidades.
La OIEA, el Gobierno japonés y TEPCO aseguran que la liberación de aguas residuales al mar es segura porque se hará de forma progresiva a lo largo de décadas, de tal manera que su impacto sea mínimo. "El agua liberada será una gota en el océano tanto en términos de volumen como de radioactividad. No hay evidencia de que estos niveles extremadamente bajos de radioisótopos tengan un efecto perjudicial para la salud", justifica el experto en patología molecular Gerry Thomas, que asesoró a la OIEA en sus informes sobre Fukushima.
A este respecto, las autoridades japonesas defienden que los niveles de tritio que acabarán en el mar (1.500 becquereles por litro) suponen una cantidad mucho menor de la exigida por los reguladores para las descargas de desechos nucleares y de los niveles que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera aeptables para considera potable el agua. TEPCO también afirma que la cantidad de carbono-14 que se vertirá al mar se ajusta a los estándares de seguridad internacionales y que no existe riesgo de que, mediante su sistema de procesaimento se liberen accidentalmente otras sustancias radioactivas sin diluir.
No obstante, algunas voces científicas son más críticas y se muestran preocupadas por el impacto que estos vertidos puedan tener en la vida marina. En especial, hay quien sostiene que todavía no se dispone de suficiente estudios sobre los efectos biológicos a largo plazo de la exposición al tritio.
Apoyos y críticas en el panorama internacional
La medida ha tenido una acogida desigual en el panorama internacional, también marcada por el contexto geopolítico. Mientras que Estados Unidos y Taiwán aceptan que la cantidad de tritio liberada tendrá un impacto mínimo, China y las islas del Pacífico se oponen, bajo el pretexto de que puede suponer una importante amenaza para el medio marino y la salud humana. De hecho, China ha suspendido la importación de productos acuáticos de origen japonés ante el "riesgo de contaminación".
"El Gobierno japonés no logró demostrar la legitimidad y la legalidad de la decisión de descargar hacia el océano (...) No logró demostrar que la descarga al océano fue segura e inofensiva para el medio ambiente marino y la salud de las personas, y que el plan de monitorización fuera sólido y efectivo", sostiene Pekín en el comunicado emitido este jueves.
"Japón tampoco logró realizar consultas exhaustivas con otras partes interesadas. El océano pertenece a toda la humanidad. Iniciar por la fuerza la descarga del océano es un acto extremadamente egoísta e irresponsable que hace caso omiso del interés público mundial", reprocha. "Al verter el agua al océano, Japón está extendiendo los riesgos al resto del mundo y dejando una herida abierta a las generaciones futuras. Al hacerlo, Japón se ha convertido en un saboteador del sistema ecológico y un contaminador del medio marino mundial", critican las autoridades chinas.