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Verstappen domina y Mclaren saca el mejor rédito de un caótico GP de Japón, con Sainz sexto y Alonso, octavo

Hasta cinco coches (Albon, Sargeant, Stroll, Pérez y Bottas) no pudieron terminar la carrera por diversos accidentes y toques

Max Verstappen, ganador del GP de Japón, durante una parada en boxes / Dan Istitene - Formula 1

Max Verstappen, ganador del GP de Japón, durante una parada en boxes

La paz y reflexión a la que invita la filosofía japonesa no ser percibieron en absoluto sobre el trazado de Suzuka en el GP de Japón. Sólo Verstappen, el hombre tranquilo que lideró todas las vueltas, estuvo totalmente libre de batallas, adelantamientos y toques. Por detrás, la parrilla jugaba al 'arte de la guerra' con cinco abandonos, múltiples toques y mucha tensión en las radios y en el seno de los mismos equipos. Con la victoria del neerlandés, Red Bull Racing asegura su campeonato de constructores por segundo año consecutivo, el sexto de su historia. Sainz terminó sexto y Alonso, octavo.

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Salida absolutamente accidentada, caótica, la que nos dejaba el GP de Japón. Verstappen se protegía a un lado y otro de las acometidas de los Mclaren, dónde Norris intentó ser el más listo de la clase para colarse por el exterior de las curvas 1 y 2. Sainz y Alonso dejaban muy buenas salidas, pero el madrileño se veía bloqueado por su compañero y tenía que buscar un espacio arriesgadísimo. En el paralelo, Pérez y Hamilton tenían un contacto, pero el gran caos se dibujaba muchos metros por detrás: Bottas, Zhou, Ocon y Albon rebotaban entre ellos y llenaban la pista de residuos, partiendo alas y alerones delanteros.

Con el coche de seguridad en pista, la repetición desvelaba que Alonso había aprovechado la montonera de Pérez y Hamilton para ganar tres posiciones en el espacio del interior. Con Norris segundo y Piastri tercero, Verstappen volvía a empujar al retirarse el coche de seguridad. Pronto se reanudaron las hostilidades: los Mercedes se atacaban en la última chicane peleando por la séptima posición y Alonso amenazaba a Sainz con sus nuevas gomas. Pérez, que no había tenido suficiente guerra con la salida, se colaba en la curva de 180º y arruinaba la carrera de Magnussen haciéndolo trompear.

La acción generó una corta ventana de coche se seguirdad virtual que sólo benefició a Piastri. El australiano no había parado y la señal coincidió con su llegada a boxes, ahorrándole un buen botín de segundos. Los de Maranello intentaron repetir esa jugada, pero llegaron tarde y tuvieron que conformarse. Con el negativo recuento de dos accidentes, dos penalizaciones y dos alerones delanteros rotos, Red Bull retiraba el coche de Checo Pérez, que se quejaba de mal funcionamiento tras una carrera tan accidentada.

Alonso perdía varias posiciones ante la marabunta de pilotos que llegaban con ruedas más nuevas, y terminaba por caer en su posición natural antes de cometer el milagro de la salida. El asturiano se quejó de una parada muy temprana, acusándo al equipo de "lanzarlo a los leones". Las cosas no iban bien para Aston Martin, en general: Stroll se retiraba para dejar otro fin de semana a cero y el equipo le pedía a Alonso que no forzara en los pianos para evitar un posible fallo en el alerón trasero por las vibraciones.

En el baile de posiciones, Russell se quedaba con la arriesgada opción de la parada única en boxes. Pronto se demostró que, a diferencia de en Singapur, la estrategia opuesta no iba a ser tan efectiva, y el británico sufría mientras Piastri, Leclerc, Hamilton (por órdenes de equipo) y Sainz, le pasaban. Sobre la línea de cuadros, Verstappen le regalaba a Red Bull su segundo mundial de constructores consecutivo y Mclaren sellaba otro gran fin de semana con los dos pilotos en el podio y el primer podio en la F1 Oscar Piastri.

 
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