"Me infiltré en la empresa solo para crear un sindicato": la estrategia que está cambiando Estados Unidos
Los trabajadores americanos están elevando la conflictividad laboral a niveles que no se habían visto en más de 20 años
Reportaje EP 93 | Biden, compañero del metal
06:57
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Madrid
Arjae decidió infiltrarse en Starbucks en 2021. Consiguió que le contrataran en uno de los locales de la cadena de cafeterías, en Búfalo, Nueva York. Una vez dentro, se enfrentó a las amenazas de la empresa y organizó el primer sindicato en la historia de la multinacional. Dos años después, la imagen de Joe Biden, megáfono en mano y arengando a los huelguistas del motor, ha recorrido el mundo. Nunca antes un presidente de los Estados Unidos se había sumado a los piquetes de una huelga. Hay un movimiento subterráneo que está cambiando la concepción del trabajo en EEUU y que está llevando al país a niveles de conflictividad laboral que no se habían visto en más de dos décadas. Algunos ya han proclamado que los sindicatos han vuelto.
La mayoría de los análisis sobre la decisión del presidente Biden de apoyar a los trabajadores de las "tres grandes" del motor en Estados Unidos – Ford, General Motors y Stellantis – pasan por la estrategia electoral. A finales de 2024 se celebran elecciones presidenciales y el voto de los sindicatos, que cuentan con millones de afiliados, está muy disputado entre el partido demócrata y Donald Trump, el probable candidato republicano. "Las visitas de Biden a fábricas y centrales sindicales han sido habituales, su primera aparición después de anunciar que optaría a la reelección fue con el sindicato de la construcción, el más grande de toda Norteamérica" apunta Sara Canals, corresponsal de la Cadena SER en Washington.
A pesar de las elecciones, el apoyo explícito de Biden sería difícil de explicar solo por los votos sindicales. Al respaldarles está colocándose junto a un colectivo que ahora mismo está en máximos de aprobación social. El 70% de los estadounidenses ven con buenos ojos su labor, según la empresa Gallup; es el máximo desde hace más 60 años. "Estados Unidos es un país profundamente antisindical", asegura Jaime Caro, doctor en el movimiento obrero americano por la universidad de Columbia y la UAM, "pero las victorias que han conseguido últimamente, les permiten demostrar que están siendo útiles", asegura. Las victorias a las que se refiere Caro son las que han conseguido pequeñas organizaciones de izquierdas, que se han infiltrado en empresas como Apple, Starbucks o Amazon, para organizar sindicatos y organizar conflictos laborales.
El Salting: una técnica de película
El guion parece sacado de una película de Hollywood: un pequeño grupo de idealistas se infiltra en una todopoderosa empresa multinacional para conseguir mejoras laborales. Y en eso consiste el salting: conseguir que te contraten con el único objetivo de organizar un sindicato y obtener mejores condiciones. "Organizaciones muy vinculadas al DSA y al CPUSA comenzaron con esta estrategia a lo largo de 2021, y la mantuvieron en secreto durante un año", cuenta Jaime Caro. Salting significa sazonar, o salar, y aunque no hay acuerdo sobre su origen real, el más aceptado es que en los años 30, militantes socialistas y comunistas utilizaban la misma palabra cuando acudían a las fábricas para "echar sal en la herida" de las condiciones laborales, buscando que los obreros comenzaran a protestar.
Arjae fue el responsable de organizar un sindicato en Starbucks. "Fue bastante fácil entrar", recuerda, "estas empresas de comida rápida tienen una gran rotación de personal y no se preocupan por quién contratan". Asegura que la elección del local no es al azar, primero investigan "donde hay trabajadores que quieran organizarse" y enumera las cualidades que tiene que tener un 'salt': "Hay que ser paciente, saber ganarse la confianza de los compañeros y tener intuición para identificar a los líderes naturales".
Asaltar Amazon
Justine Medina se infiltró en Amazon. "Estaba buscando trabajo y el Partido Comunista de USA me lo ofreció", cuenta Medina, "llevaba tiempo queriendo apoyar la lucha del ALU (Amazon Labor Union) y era una oportunidad perfecta". Para ella también fue "fácil" conseguir el trabajo, la empresa contrata y despide mediante robots. "Solo tuve que hacerme un test de drogas y rellenar un formulario", dice. Cuando comenzaron a organizarse, la empresa "lanzó algunos artículos contra la organización y a favor de la compañía", y es que en Estados Unidos, las grandes empresas suelen trabajar para que cuando llegue la hora de votar si los trabajadores quieren reconocer al sindicato como su representante, voten que no.
"La empresa sabe que estamos dentro, pero no tiene a todo el mundo localizado" cuenta orgullosa Medina. "¡Es un momento muy emocionante!", dice la "salt" de Amazon, "y esto continúa, hay muchos trabajadores a lo largo de EEUU aceptando trabajos para crear sindicatos en todo tipo de sectores".
― Muchos pensaban que estábamos locos por enfrentarnos a Starbucks. Pero luchamos. Y ganamos. Y ahora hay más de 300 locales con sus trabajadores organizados. ― Cuenta Arjae, a modo de credencial, antes de defender la necesidad de los sindicatos.
Una estrategia política
Las victorias de estos sindicatos pequeños pusieron en alerta a los grandes, según Jaime Caro. "Han sido una fuerza muy potente que han tensionado a los sindicatos tradicionales", afirma Caro, "consiguieron que pensaran que, si no luchaban como las organizaciones pequeñas, sus afiliados podrían marcharse". Desde julio se han puesto en huelga los guionistas, los actores, los trabajadores del motor, trabajadores de las vegas y las trabajadoras sanitarias. Hasta agosto de 2023, más de 370.000 trabajadores habían participado en una huelga. Son 10 veces más que en el mismo periodo de 2021.
Uno de los responsables en este movimiento es el partido DSA (Democratic Socialist of America). El ala más izquierdista del partido demócrata. En los últimos años, han ganado notoriedad gracias a las campañas en las primarias de Bernie Sanders y el impacto mediático de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez. Y aunque "su influencia no es determinante en la administración Biden", afirma Sara Canals, "sí que han contribuido en sus posturas a favor de los trabajadores, también favorecidas el contexto económico". Según Jaime Caro, en Estados Unidos hay una juventud muy politizada, "sobre todo con temas raciales y del colectivo LGTBI", que ahora, el DSA ha sabido redirigir hacia conflictos laborales.
La gran dimisión
Y hay un elemento más en este hilo que une a los sindicalistas infiltrados con la presencia de Joe Biden en un piquete: está cambiando la percepción del trabajo. Tras la pandemia se produjo la Gran Dimisión. Miles de trabajadores, aprovechando los ahorros, abandonaron su trabajo para ver qué querían hacer con su vida. Mientras, los menos afortunados, perdieron el miedo: "Yo creo que la gente ha perdido el miedo a que les despidan, y eso es fundamental en Estados Unidos, donde te pueden despedir por sindicarte", afirma Caro.
Era previsible que la inflación y la aparición de la inteligencia artificial provocaran un aumento en la conflictividad laboral. Pero además, ha tenido que haber militantes sindicales infiltrándose en empresas; una corriente política que está moviendo el tablero hacia la izquierda en el ámbito del trabajo; un cambio en la percepción del trabajo y, por supuesto, unas elecciones. Todo eso ha tenido que ocurrir para que Joe Biden se calara la gorra de un sindicato y se uniera a las filas de un piquete.
Karim Agharbi
Redactor en la sección de economía de la Cadena SER. Trabajó en el equipo de informativos de Radio Madrid....