"Igual no tenemos remedio": Francino revela su tristeza por lo que está pasando en España tras la nueva crisis entre Israel y Palestina

Madrid

A veces pienso que debo ser un ingenuo de manual, o tonto de capirote, porque no logro entender -es que no me entra en la cabeza- que cinco días después de lo que ocurrió -y está ocurriendo- en Israel y en Gaza, aún haya gente discutiendo quiénes son los buenos y los malos en esta película de terror. Los humoristas de El Mundo Today, que tienen colmillo para hincárselo hasta a los asuntos más delicados, ya decían el lunes: "La ciudadanía exige a los periodistas que aclaren si los buenos son los israelíes o los palestinos".

Pues yo voy a tomarles la palabra. Voy a resumir -ya lo hicimos el lunes con Sistiaga- lo que me parece de puro sentido común. De decencia, también. Y tal vez lo más útil para hacerlo sea encapsular el relato, no mezclarlo todo. Porque no hace falta y porque cualquier persona inteligente, que no arrastre prejuicios ni tenga intereses espurio en la bronca, lo entiende perfectamente. Primero: el ataque de Hamás, el asesinato de centenares de civiles en Israel es un acto terrorista abominable, sin paliativos; sin peros…"es que", es que nada. Es terrorismo del peor. Punto. Vale, cerramos esta página y abrimos otra.

"El conflicto es muy complejo, pero es muy básico"

Segundo: el gobierno, sobre todo los últimos gobiernos de Israel llevan años ahogando a los palestinos, machacándoles, incumpliendo acuerdos, ocupando territorios y ahora les bombardean a mansalva, sean o no de Hamás. Así que son dos cosas, conectadas sí, que se pueden decir, que se pueden argumentar y no son para nada contradictorias, sino complementarias. Ahora, que eso se transforme en un cruce de denuncias, de ataques, de hooliganismo, como si esto fuera un partido de fútbol… eso es lo que no me entra en la cabeza.

Si no somos capaces de ponernos de acuerdo en algo tan simple, el conflicto es muy complejo y muy largo, pero esto de ahora es muy básico, si también en esto buscamos la bronca, el enfrentamiento, meter el dedo en el ojo al adversario, y no hablo sólo de política… es que igual no tenemos remedio.