¿Cómo controlar la ira?
Contar hasta diez nos calma y nos ayuda a conectar con la amígdala

Como cada martes en 'Si amanece nos vamos', Raquel Mascaraque, periodista especializada en psicología emocional, trae curiosidades a cerca de nuestras emociones. En este caso nos habla de la ira y la forma de calmarnos cuando nos sentimos así.
¿Qué es la ira?
En psicología de la emoción definen que la ira suele aparecer cuando perdemos algo y no lo consideramos justo, cuando nos hacen daño de una forma inesperada. Como todas las emociones, la ira tiene una función para ayudarnos en la supervivencia y en este caso es la autodefensa. Nos da la energía para luchar por lo que te parece justo. "Vamos, es que creo que ninguna otra emoción es capaz de darte la energía durante tanto tiempo como lo hace la ira", ha comentado la periodista.
Hemos mitificado a la ira como esa emoción agresiva que hay que atar en corto y controlar y no dejarla salir, pero la ira es una emoción muy potente que bien gestionada nos puede ayudar mucho.
¿Qué es la agresividad?
La agresividad es una emoción diferente a la ira, la hostilidad o agresividad, sin embargo, viene muchas veces provocada porque la ira no ha conseguido su objetivo, y la diferencia es que mientras la ira nos intenta ayudar a eliminar o recuperar un objetivo, la agresividad se intenta aliviar provocando daño. Y eso no está bien. Eso sí hay que atarlo en corto.
¿Afecta al género?
Según la opinión de Raquel, sí. "Las mujeres en general hemos estado más coartadas de sentir ira porque se nos suele tachar de histéricas. Y hay veces que estás muy enfadada y sientes como van a empezar a caer las lágrimas y te da mucha rabia porque no quieres llorar, quieres enfadarte, pero al contener tanto la emoción explota por otro lado".
Sin embargo, a los hombres se les ha coartado la tristeza, porque “los chicos no lloran”. Recalca que ha visto muchas veces hombres tristes que por no expresar su emoción dan un puñetazo a la pared.
Secuestro emocional
En ocasiones hay personas que les da tanta rabia que pierde el control de sus actos y una vez hechos los actos se arrepienten. Esto, Daniel Goleman, lo determinó como secuestro emocional. "Y es que cuando a veces nos enfrentamos a situaciones muy abrumadoras, la amígdala (que es el área del cerebro que entre otras cosas se encarga de procesar emociones), se vuelve un poco loca y nos dificulta la capacidad de pensar de forma lógica".
Raquel nos pone el ejemplo de cuando ves a una serpiente en el suelo de tu casa, tu amígdala salta despavorida, das un salto alejándote del animal, tu cuerpo se prepara para la huida, pero en ese momento tu corteza prefrontal le dice: “no te preocupes, es de plástico, te están intentando gastar una broma”. La amígdala se relaja y puede que incluso te entre la risa.
"Cuando vivimos situaciones extremas, la amígdala actúa sin preguntar ni plantear a nadie si la respuesta es o no adecuada. Se puede decir que se desconecta de esta, y ahí es cuanto tiene reacciones impulsivas y menos racionales".
¿Qué podemos hacer?
"Contar hasta 10. Cuando estamos muy enfadados lo último que nos apetece es contar hasta 10, pero yo te voy a dar la explicación científica. Cuando cuentas hasta 10 le estás dando a tu cerebro la oportunidad de reorganizar la información y que la amígdala vuelva a “conectar” con la corteza prefrontal antes de hacer algo estúpido. Porque no vale ahora decir, “ah, se me desconectó la amígdala” para justificar comportamientos chungos".
Podemos vivir situaciones extremas y que eso complique mucho el pensar de forma lógica, pero no puede ser recurrente. Si te pasa muy a menudo es importante que aprendas a controlar esos cambios de humor.




