"A una víctima de violencia machista le puede ayudar mucho": una magistrada defiende los encuentros restaurativos entre víctimas y agresores
Aimar Bretos entrevista a Carme Guil, magistrada de la Audiencia de Barcelona y experta en justicia restaurativa
Madrid
La justicia restaurativa es una forma de entender la justicia que se basa en la reparación de las víctimas, a través de la escucha de sus necesidades, y en la responsabilización de los delitos por parte de sus autores a través de encuentros en los que participan ambas partes. Actualmente, La Ley de Violencia de Género y la Ley de Libertad Sexual prohíben que puedan celebrarse en casos de violencia machista. Un veto que critica Carme Guil, magistrada de la Audiencia de Barcelona y experta en justicia restaurativa.
Las entrevistas de Aimar | Carme Guil
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Guil, que también preside la sección española del grupo europeo de magistrados por la mediación, defiende en 'Hora 25' con Aimar Bretos que ese veto debería alzarse "porque hay casos en los que estos encuentros pueden ser una solución adecuada para evitar una escalada del conflicto, por ejemplo, si hay niños pequeños".
La magistrada explica que cuando las víctimas inician un proceso penal, estas se enfrentan a la reconstrucción de los hechos, que es lo que se hace en la sentencia, y a la imposición de un castigo, acorde a la ley, en forma de pena. "Esa es la respuesta que damos como comunidad a aquellos que cometen delitos. En cambio, a las víctimas no les damos espacios a ser escuchadas donde alguien les pregunte qué quieren o qué necesitan", resalta. Su reivindicación, dicen, es que cualquier víctima tenga un espacio restaurativo.
Un proceso seguro y beneficioso para las víctimas
La justicia restaurativa es un proceso seguro para las víctimas, explica la magistrada, porque si no hay seguridad directamente no se empieza. Además, Guil recuerda que es un proceso voluntario y que solo participarán las víctimas que estén preparadas y quieran acogerse a él. Diferentes expertos se encargan de dirigir este procedimiento y de garantizar, a su vez, espacios seguros. "Los encuentros no tienen por qué ser personales. Se adaptan a las necesidades de cada víctima. Pueden querer hablar con su victimario, pero no verle, puede enviarle un vídeo o una carta", explica. Además, en casos de violencia de género en los que hay niños involucrados pueden organizarse encuentros en los que intervengan familiares. Encuentros que, dice Guil, ayudan a hablar del daño causado y a que el victimario se haga responsable de los hechos. Algo que se trabaja con los llamados facilitadores, ellos se encargan de guiarles en el proceso y comprobar que están preparados: "Si el facilitador considera que la víctima no se está manifestado libremente, se pondrá fin al proceso".
En el proceso penal, cuenta Guil, a la víctima se le considera un testigo que da una información necesaria para la sentencia. "Nadie le pregunta como está o qué necesita, mientras que un proceso restaurativo se le ofrece un espacio donde recibir todo aquello que necesite. Puede hablar de emociones, de cómo se ha sentido, de cómo ha cambiado su vida desde que ocurrieron los hechos o que le dirían a sus parejas", explica. De esta forma, señala la experta, lo que se trabaja en justicia restaurativa es "una real y auténtica responsabilización" por el hecho y la conducta cometida, así como una asunción del daño cometido. "El objetivo es obtener una reparación para la víctima", dice.
Muchas de las víctimas de violencia sexual o de género arrastran un sentimiento de culpa y vergüenza, no se sienten acogidas. "Las víctimas quieren dejar atrás el delito, el trauma y quien mejor le puede responder a sus preguntas es el victimario", relata.