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Antonio Soler: "Todos los hombres tenemos alguna mancha o borrón en nuestro diario que preferiríamos ser borrado"

'Yo que fui un perro' es el diario de un perturbado, de un presunto maltratador, aunque eso queda a interpretación del lector. El escritor malagueño nos presenta esta novela, después de habernos cautivado con 'Sacramento', la historia de un cura que montaba orgías en la España franquista

Antonio Soler: "Todos los hombres tenemos alguna mancha o borrón en nuestro diario que preferiríamos ser borrado"

Antonio Soler: "Todos los hombres tenemos alguna mancha o borrón en nuestro diario que preferiríamos ser borrado"

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Dice Antonio Soler (Málaga, 1956) que muchos hombres se han sentido identificados con lo que le pasa por la cabeza al protagonista de su nueva novela, 'Yo que fui un perro', con Galaxia Gutenberg. Un hombre atormentado, perturbado, posesivo, celoso, pero ¿un maltratador? El escritor advierte, después de unos cuantos intercambios de opiniones con lectores y periodistas, que no todos lo ven así, no al menos todos los hombres. Quien escribe estas líneas y le ha hecho esta entrevista, lo tiene bastante claro, pero como todo en la ficción literaria, queda a interpretación del lector, en función de su experiencia y circunstancias personales.

Portada de &#039;Yo que fui un perro&#039;, de Antonio Soler

Portada de 'Yo que fui un perro', de Antonio Soler / Galaxia Gutenberg

Portada de &#039;Yo que fui un perro&#039;, de Antonio Soler

Portada de 'Yo que fui un perro', de Antonio Soler / Galaxia Gutenberg

'Yo que fui un perro' está basado en un diario real, en unas cuartillas, ¿cómo es esto?

Hace más de 30 años, una amiga de mi madre le dio unos libros y ojeando uno de ellos, vi que entre las páginas había unas cuartillas de una agenda utilizada como diario. Era un estudiante de medicina obsesionado con su novia, que vivía en un edificio frente al suyo, ejerciendo siempre una labor de control permanente, llena de obsesión, de celos. Y me impactó mucho la escritura. El el tono literario era bajo, pero la intensidad muy alta. Y hace un par de años las busqué y me produjo el mismo efecto de potencia, de fuerza del personaje, que, efectivamente, es un perturbado. Y me decidí ampliar esas cuartillas, crearle un mundo, inventarle personajes alrededor, pero sin perder de vista la personalidad, los rasgos que yo había visto en aquel germen, en aquellas cuartillas.

¿Cómo es Carlos, el protagonista, un hombre que desde el principio se confiesa atormentado?

Creo que es alguien inseguro, muy alejado del mundo que le rodea. En un momento dado llega a decir que cada uno vive encerrado en su edificio, pero hay puertas de comunicación, me da la sensación de que yo no no tengo puertas o que todas están cerradas. Ese aislamiento y esa inseguridad van dando paso a un carácter que quiere reafirmarse dentro de sus límites tan escasos, un mundo muy pequeño, aunque es un estudiante de medicina y parece que puede tener relación y contacto con muchas personas, pero hay algo, hay un velo que le incapacita para conectar amplia y abiertamente con los demás. Yo creo que eso va alimentando una especie de batería de amargura que en algún caso, si no encuentra fuentes para fluir, puede ser explosivo.

Es un tipo oscuro, con una mente oscura, pero también hay algunos como atisbos de luz: "algo falla en mí", escribe, no sabe si son celos, no sabe si es desconfianza, pero también habla mucho de la dignidad y del orgullo, esa masculinidad puesta en duda, que es algo que, aunque estemos a principios de los 90, parece que no hemos superado todavía hoy.

Sí, sin duda, hace poco me decía una amiga que ha trabajado mucho con maltratadores, que ahora si quieres hablamos si es un maltratador o no, si es un monstruo o no, me decía ella que el hombre está un poco perdido en estos momentos en el que la mujer por lógica está ocupando unos espacios que injustamente antes no había ocupado. Y me decía que hay muchos hombres que buscan una mujer que ya no existe y muchas mujeres que buscan un hombre que todavía no existe. Y algo de esto hay ahí en la mente de Carlos y en el mundo en el que se mueve y en parte también en el que nos movemos, claro.

Las mujeres para él son unas guarras, unas fulanas, unas rameras, unas putas. Hay una tendencia a cosificarlas y además hay también una relación sexual que no es sana, no solo con Yolanda a la que incluso deshumaniza, a la que prefiere ver como una prostituta, sino también él mismo a la hora de masturbarse, de eyacular, hay algo perverso en sus relaciones sexuales.

Sí, él es una persona bastante reprimida, desde luego, con unas ansias de lo que él considera una extraña pureza por un lado, quiere que su novia sea una especie de ser virginal, pero la desea, como tú bien dices, como una persona que él considera sucia. Y en ese movimiento pendular se mueve. Él mismo tiene lógicamente unos deseos sexuales interesantes, importantes, pero cuando les da salida, se autoflagela. Yo creo que hay una una represión que lleva a veces a su alrededor, porque su madre, que es una mujer viuda tiene una amiga, él sospecha de que va a ver si esa amistad va más allá de lo que debe ser. Incluso llega a registrar los cajones de su madre. En fin, hablábamos al principio y creo que lo has dicho muy bien, es un perturbado.

Tampoco hemos avanzado mucho en educación sexual a nuestros menores, al final acaban iniciándose en el deseo sexual a través de la pornografía muchos de ellos.

Ha cambiado muchísimo el acceso al sexo, pero que ese acceso haya sido mejor o no, no lo sé. En la generación de alguien como Carlo,s el protagonista, llegar a ver a una mujer desnuda en la infancia era prácticamente imposible. Este chico es alguien más joven que yo y el que escribió esas páginas andará por ahí y es alguien más joven que yo, pero yo recuerdo a gente de mi generación que cantaban victoria, si en el Burda, la revista de su madre, veían un pecho de Ursula Andress, eso era algo casi mágico. Ahora es todo lo contrario, pero lo que yo no tengo muy claro, es que la educación haya mejorado mucho de un tiempo a otro.

En el diario hay frases, palabras, párrafos tachados. Es incómodo de leer algunas partes, no sé si ha sido también incómodo de escribir, si el original también tenía estos tachados.

No, el original no tenía esos esos tachados, esto fue algo que surgió sobre la marcha, cuando me puse a escribir y entré a pensar en la propia condición de lo que supone un diario. Cuando alguien escribe un diario, y no es un escritor profesional que sabe que luego lo va a publicar, eso es otra cosa, cuando alguien escribe un diario, ¿realmente para qué lo hace? ¿Para racionalizar lo que está en nebulosa en su cabeza?, ¿para recordar más adelante lo que ha hecho y lo que ha pensado? Podría ser el caso del protagonista de 'Yo que fui un perro', pero cuando la frustración, cuando la ira va más allá de lo que él desearía releer, eso puede ser dañino hasta para él mismo. Entonces prefiere tacharlo, prefiere que eso no haya salido de su boca, de su pluma en este en este caso y lo tacha. Y en determinados casos llega a pensar que quizá tendría que tachar más cosas porque estoy confesando demasiado.

Carlos es un tipo que lee, lee 'El árbol de la ciencia' y 'El enano', de Pär Lagerkvist. ¿Qué similitudes tiene el enano con Carlos y por qué has elegido estas dos obras?

En el diario original no había mención ninguna de lectura, yo no quería hacer un ejercicio estilístico sofisticado, pero tampoco quería que el texto fuera burdo. Por tanto, para darle también credibilidad al personaje, y dejar ver que se manejaba en el lenguaje escrito y tal, le puse esa condición de lector. Que por otro lado estaba muy bien, porque sirve para reflexionar sobre determinadas cuestiones. Elegí fundamentalmente dos libros, por un lado El árbol de la ciencia de Pío Baroja, porque su protagonista Hurtado también es un estudiante de medicina, también es un personaje solitario, un tanto especial y con el que mi personaje podía debatir, reflejarse en él, alejarse, cuestionarse a sí mismo y cuestionar a los demás. Y sobre todo El enano, que es una novela que yo leí pues aproximadamente con la edad que debía tener el protagonista de la novela. Y con el que creo que se puede identificar un personaje de estas características. El enano es una especie de bufón que vive en una corte en el siglo XV o XVI y está enamorado de la reina, inalcanzable por supuesto para él. Y este enano bufón, lejos de lo que se podía pensar, es un tipo lleno de soberbia que cuestiona todo lo que tiene a su alrededor, que siendo un enano a veces parece que lo mira todo desde arriba. Y en el fondo, Carlos es un enano moral también y a veces se identifica mucho con este personaje.

Hay otra obra que pasa por sus manos: Bendición de la tierra, de Knut Hamsun, el de 'Pan' y 'Hambre' también. A Carlos no le importa que fuera nazi o amigo de los nazis, ¿y a ti? ¿Separas la obra de la persona en este debate actual que hay sobre la cancelación?

Sí, claro. A mí también me impresionó mucho Hamsun cuando leí justamente Bendición de la tierra. Creo que es un autor magnífico, que influyó mucho en Kafka, en la modernidad y que fue pro nazi, aunque no era antisemita. Él pensaba que una Noruega aliada a Alemania podía ser mucho más beneficioso para su pueblo, un gran error ideológico y político, desde luego, era profundamente anti británico. Eso en parte tuvo origen, creo yo, en que sus libros no fueron nunca muy bien aceptados en Inglaterra y a veces cuestiones personales llevan a cuestiones generales, pero bueno, yendo al fondo de la cuestión. Yo creo que sí hay que separar el aspecto político, social. Hamsun me parece completamente deplorable, pero su obra me parece magnífica y, si censuramos la obra de Hamsun o de Céline, estamos censurando parte de la historia de la literatura. Y si vamos mucho más atrás, encontraríamos fallas y defectos ideológicos en autores muy importantes.

"El amor se está transformando en odio", escribe en un momento dado. Habla mucho de angustia, de rabia y lo has adelantado, de una incapacidad para gestionar la frustración. ¿Es la gran pandemia de hoy, el transformar todo el amor en odio?

En parte sí y algo que me ha resultado curioso con algunos de los lectores que ya han leído la novela y con algunos compañeros tuyos, es el cuestionar si este personaje, Carlos, es un monstruo, es un depredador y un maltratador o es un perturbado, alguien completamente inseguro que al no conseguir sus objetivos, los rechaza. Esto ocurre con mucha frecuencia, pero lo que me ha hecho pensar bastante es que algunos hombres han entrevisto en lo que dice Carlos, en determinados momentos, no en sus pensamientos más agudos o más terribles, pero en esa sombra de celos, de intentos de control, se han visto en un espejo un tanto oscuro de cosas que ellos también han pensado en determinado momento de su vida. Qué ocurre, que ellos han sabido salirse de ese camino y probablemente quien escribiera las páginas originales que yo encontré, haya llevado una vida completamente normal, sin manifestar al exterior esa frustración. Con esto también quiero decir que hay mucho monstruo interior, que por suerte no sale al exterior y en el mundo actual cada cual intenta blanquearse, pero la procesión va por dentro.

Bueno, es que los celos es un sentimiento muy natural, claro, pero es un maltratador o al menos un manipulador, bajo mi punto de vista. Y además con una absoluta falta de empatía, porque dice que la vida es sacrificio, abnegación, entrega, firmeza. Si él se tiene que sacrificar, que los demás también lo pasen mal.

Sí, sí, lo que pasa que él muchas veces no se sacrifica, claro. Él no se somete a sus propias reglas.

Dice Carlos que es más libre no sabiendo quién es. No sé si están muchos hombres, que precisamente se han podido sentir identificados con algunos rasgos de Carlos, necesitados de terapia, de conocerse un poco mejor.

Pues quizá de cierta educación. Me viene a la cabeza, aunque nada tiene que ver con esto, el caso del culebrón de verano que hemos tenido con Rubiales y cuando su tío, de un modo yo creo que refinadamente cruel, dijo bueno, es un pobre chico y lo que necesita es ser reeducado. Pues yo creo que sí, que hay mucha falta si no de reeducación ,de replanteamiento de determinadas cuestiones y yo creo que en ello estamos, unos más que otros. Y todos con alguna manchita, con algún borrón en su propio diario, en su propia conciencia, que preferiría tener borrado, eso sin duda.

"Quizá tendría que tachar todo, dice Carlos- pero no. Por lo menos que quede aquí escrito. Y si alguna vez alguien encuentra este cuaderno, que sepa cómo es ella, aunque no la conozca". ¿Cómo es ella, cómo dirías que es Yolanda?

Yolanda, a la que vemos a través de los ojos de él, yo creo que es una chica que está atrapada en una especie de amor juvenil por este chico, al que no acaba de conocer muy bien, que no comparte sus ideas, es alguien mentalmente más liberada y que, cuando va conociendo al personaje, lo empieza a cuestionar e intenta alejarse, pero todavía teniendo un un atisbo de enamoramiento. Hay un periodo en el que, como dicen en el argot ciclista, están haciendo la goma, es decir, conecta - desconecta. Y que finalmente cuando ve la magnitud del control este tipo quiere ejercer, decide alejarse de él. Esa es la imagen que yo pretendo dar de Yolanda y lo que creo que un lector captará cuando cuando la vea descrita por las palabras de Carlos. Lo interesante de todo esto es que Carlos, el protagonista, nos quiere contar cómo son los demás. Cómo es su novia, cómo es su madre, cómo son sus amigos, los compañeros de la facultad, pero al final lo que nos está haciendo es un auténtico autorretrato, lo que está nos está diciendo en todo momento es cómo es él.

 
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