Más de 35 millones de argentinos están llamados a las urnas este domingo para decidir quién será el próximo presidente del país latinoamericano. Después de una primera vuelta, celebrada el 22 de octubre, en la que todas las encuestas daban como ganador a Milei, las urnas otorgaron el triunfo al peronista Sergio Massa. En tercera posición se quedó la conservadora Patricia Bullrich que, tras estos comicios, anunció su apoyo a la candidatura del seguidor de Trump. Así, este 19 de noviembre, los argentinos están llamados a las urnas para elegir entre los dos candidatos más votados y, por ahora, las encuestas señalan prácticamente un empate técnico entre Massa y Milei. Ante esta tesitura, el líder de La libertad avanza ya ha comenzado a difundir bulos sobre el fraude en las elecciones de este domingo. Argentina elige a su presidente y vicepresidente cada cuatro años por un sistema electoral mayoritario con segunda vuelta y sufragio directo y obligatorio (salvo para los mayores de 16 años y los mayores de 70, que pueden votar de forma opcional). A diferencia de como ocurre en España, los argentinos votan directamente al encargado de dirigir el país; es decir, que en las elecciones presidenciales los ciudadanos eligen a su candidato preferido, en lugar de votar las listas presentadas por los partidos políticos a los que se adscriben estos. Desde el año 2009, para concurrir a unas presidenciales los candidatos deben pasar primero por unas primarias, conocidas como PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias). A ellas se presentan todos los aspirantes a presidir el país, bien pertenezcan a una formación política o sean independientes. En el caso de pertenecer a un partido, podrán presentarse a las primarias todos los candidatos que pugnen internamente por el liderazgo. Cada candidato necesita, al menos, un 1,5% de los votos para poder presentarse a las presidenciales. Una vez definidas las candidaturas, se celebran las elecciones presidenciales. Para que un candidato sea elegido presidente en primera vuelta —en comicios como los que se celebran este domingo, por ejemplo—, necesita obtener más del 45% de los votos, o bien un 40%, siempre y cuando saque 10 puntos porcentuales de ventaja al segundo candidato más votado. En caso contrario, se celebrará una segunda vuelta en la que se enfrentarán los dos candidatos más votados en los próximos 30 días a partir de la última elección; en este caso, el 19 de noviembre. Una semana antes de esa fecha, el 12 de noviembre, deberá celebrarse un debate obligatorio entre los dos candidatos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. En la segunda vuelta basta una mayoría simple; o lo que es lo mismo, resultará elegido aquel candidato que obtenga la mayor cantidad de votos válidos a su favor. El mandato presidencial en Argentina es de cuatro años, con la posibilidad de una sola reelección inmediata. No obstante, un expresidente que haya pasado ocho años en el cargo puede volver a postularse después de un mandato alejado del poder. El Congreso de Argentina está dividido en dos partes: la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación. Ambas cámaras se renuevan parcialmente cada dos años en las elecciones legislativas, en las que se elige a la mitad de los diputados y a un tercio de los senadores, correspondientes a ocho de los 24 distritos electorales argentinos. En ambos casos se hace mediante voto directo, secreto y obligatorio. La Cámara de Diputados se forma con diputados elegidos por cada distrito electoral (provincias y CABA), en términos proporcionales a la población de estas zonas. Por cada 33.000 habitantes o fracción que no baje de 16.500 corresponde un asiento. Por su parte, a cada provincia le corresponden tres senadores y otros tres a Buenos Aires. En cada distrito, los cargos se distribuyen de manera proporcional a los votos obtenidos por cada fuerza política mediante la ley DHondt, la misma que rige la elección de diputados en España. Quedarán excluidas aquellas fuerzas que obtengan menos del 3% del padrón electoral del distrito.