Vargas Llosa publica su último libro de ficción 'Le dedico mi silencio', una utopía donde la música une el Perú
El premio Nobel regresa con la historia de un apasionado de la música criolla al tiempo que retrata el Perú de los años 90
La música ha ejercido desde siempre una especial fascinación en los escritores de América Latina. Algunos la han analizado, intentando entender la identidad de sus países a través de esta manifestación cultural y popular. Por ejemplo, Alejo Carpentier firmó en La música en Cuba, uno de los mejores tratados sobre música cubana, un tema que trató también en sus novelas. También su paisano Guillermo Cabrera Infante indagó en la música. O Nicolás Guillén. Otros autores latinoamericanos han ido incorporándola sin mayor aspaviento, como Bryce o Borges. Basta recordar la polémica que tuvo el tótem argentino con Ernesto Sábato a cuenta del tango. En la literatura de Mario Vargas Llosa, la música siempre ha estado presente, aunque quizá sin que los lectores se dieran excesiva cuenta de ello.
Es ahora, a sus 87 años cuando el escritor peruano dedica a la música y al poder revolucionario de ésa el último libro de ficción que escribirá. Su última novela, ese género que tanto amó y en el que tanto experimentó. Lejos de ser un libro más, Le dedico mi silencio, publicado por Alfaguara, es una curiosa combinación de géneros, desde la ficción al ensayo que plasma una de las obsesiones del Premio Nobel de Literatura, la de que su país, Perú, ande unido. La música peruana es el núcleo y también el pretexto para contar a un país entero. Algo que el escritor hizo en sus primeras novelas, sobre todo en esa obra cumbre que fue y sigue siendo Conversación en la catedral. Aquí no se pregunta cuándo se jodió el Perú, Vargas Llosa lo sabe de sobra. Lo que se pregunta o, más bien, lo que imagina, es si en medio de un clima de violencia, discrepancia y crispación es posible la calma y la unión de todos los ciudadanos. Solo la música podría hacerlo, parece explicarnos el autor que ambienta la historia en los años noventa, los de Sendero Luminoso.
La novela cuenta la historia de Toño Azpilcueta, un tipo normal que pasa sus días entre su trabajo en un colegio, su familia y su gran pasión, la música criolla. Su vida da un vuelco tras conocer a un guitarrista desconocido, Lalo Molfino, de gran talento pero del que apenas se conoce mucho. Decide investigarlo y en ese viaje se embarca en una búsqueda de la identidad peruana, a través de la música criolla y hasta de un elemento capaz de provocar una revolución social, rompiendo las barreras y los prejuicios raciales que han marcado y siguen marcando al país. La única patria es la música, nos dice el autor que siempre se mostró contrario a cualquier nacionalismo y que cree que con la cultura es posible eliminar los prejuicios raciales y sociales que siguen arraigados en su país.
En el fondo Le dedico mi silencio es un libro sobre escribir libros, pero es también la búsqueda de las utopías, en un momento donde la ficción ha dejado de buscar mundos felices y mejores. El desencanto no ha ganado a Vargas Llosa que a pesar de su veteranía consigue escribir una novela feliz y esperanzadora. La utopía que nos propone el autor es una utopía cultural, donde la música es capaz de lo mejor. Dice que a él le ha acompañado a lo largo de su vida y su obra.
En Los cachorros, una de sus primeras novelas, el autor ya metía referencias a los efectos del mambo en Lima, tras la llegada de un conocido músico de esta disciplina. En La tía Julia y el escribidor, donde contaba su relación sentimental con su tía real, el bolero era la música que unía a ambos personajes. En Conversación en La Catedral la música aparecía también en esas noches que Zavalita y Ambrosio discutían sobre el Perú. Si rastreamos entre sus artículos periodísticos, en los que analiza la política española y peruana, también habló de algo que está muy presente en esta novela, la huachafería, la cursilería. "Una mínima dosis de huachafería es indispensable para entender un vals criollo y disfrutar de él", escribió el Vargas Llosa periodista que ahora reivindica esa palabra y la da a conocer a sus lectores de quienes se despide pidiendo que lean, escriban e imaginen.
Vargas Llosa terminó la novela en plena recuperación de un COVID por el que estuvo hospitalizado. También una de las rupturas sentimentales más sonadas de la prensa española, en 2022, luego de ocho años de relación con Isabel Presley. En el libro sorprende esa dedicatoria, a Patricia, su esposa y madre de sus tres hijos. Le dedico mi silencio es la vigésima novela de Vargas Llosa. La primera fue La ciudad y los perros, publicada hace 60 años, en 1963. “Ahora, me gustaría escribir un ensayo sobre Sartre, que fue mi maestro de joven. Será lo último que escribiré”, anuncia el escritor sobre el filósofo existencialista. Entre medias, ha dado una de las obras más importantes de la literatura en español, remodelando la novela y logrando un reconocimiento internacional importantísimo para las letras hispanas. Obras como La fiesta del Chivo, La casa verde, Pantaleón y las visitadoras han ido configurando el canon literario. Su papel como intelectual le ha llevado también a estar presente en la política y el periodismo de Perú y de España o en sus ensayos, donde no solo ha hablado de literatura, también dedicó uno entero a Palestina.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...