¿Por qué Hamás no es Dáesh?
Esta semana en Punto de Fuga analizamos con expertos las diferencias que existen entre Hamás y el Estado Islámico y el impacto que puede tener este conflicto en el terrorismo global
'¿Por qué Hamás no es Daesh?'
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La masacre perpetrada por el grupo Hamás en Israel el 7 de octubre que hizo estallar la actual guerra en Gaza recuerda a algunos de los actos cometidos por el grupo terrorista Estado Islámico en Siria o Irak desde el año 2014. Por eso no han sido pocos los paralelismos que se han hecho con ambas organizaciones.
El conflicto de Palestina es uno de los temas recurrentes en la propaganda y que está en el corazón de la ideología y las estrategias de ambas matrices de terrorismo global como son Al Qaeda y Estado Islámico. Aunque con una agenda más amplia que Hamás, ambas comparten los objetivos de erradicar el Estado de Israel, la expulsión de los de los judíos de Oriente Próximo y el establecimiento de un gobierno regido por la estricta ley de la ‘Sharia’ en el territorio. Analizamos con expertos las diferencias que existen entre ellas y el impacto que puede tener este conflicto en el terrorismo global.
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Hamás y Dáesh tienen en común que ambas son organizaciones consideradas terroristas, sin embargo, no son lo mismo. Como explica Carlos Igualada, director del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo, “más allá de que comparten algunas metodologías o tácticas a la hora de llevar a cabo sus acciones, existen muchísimas diferencias de base a nivel ideológico, a nivel conceptual y mucho más allá dentro de sus objetivos”.
Una de esas diferencias de base es la renuncia de Hamás a implementar la ley islámica ‘Sharia’ y a dedicarse en exclusiva a la yihad contra Israel. Su camino lo marcan sus objetivos tanto a corto como a largo plazo, señala el experto en terrorismo global. En este sentido, Hamás “siempre ha estado identificada por una agenda puramente nacionalista que no se ha querido vincular con el movimiento yihadista global”. Además, “siempre ha participado en el juego democrático, cuando, por ejemplo, para organizaciones terroristas como Al Qaeda o Estado Islámico eso sería impensable”.
Estado Islámico, de hecho, ha llegado a equiparar a Hamás con regímenes como los de Egipto, Arabia Saudí e incluso Irán. Es algo que, según Igualada, necesitan para su propaganda: “En base a su propia narrativa, de cara a sus seguidores, tienen que marcar muy bien cuáles son esas diferencias y tratar de justificar esa rivalidad acérrima que tiene, por ejemplo, con otras organizaciones, como es el caso de Hamás”. Así, es habitual en la narrativa de Dáesh utilizar la idea de la participación en el juego democrático para desacreditar cualquier acción o decisión que toma Hamás.
El ataque de octubre ha marcado un punto de inflexión al haber sobrepasado límites que Hamás nunca había alcanzado hasta ahora. Pudimos ver imágenes en primera persona de milicianos de Hamás grabando en directo su masacre en lo que algunos expertos han calificado como “terrorismo de TikTok”. Con el uso de las nuevas tecnologías, el terrorismo también “se va modernizando”, apunta Igualada, pero asegura que no son nuevas las grabaciones de actos terroristas de diversa tipología. “Lo hemos visto en individuos vinculados a movimientos de extrema derecha, como en el atentado en Nueva Zelanda, y en organizaciones yihadistas como Estado Islámico”. Lo más sorprendente del ataque de Hamás fue la forma masiva de actuar, acostumbrando a ataques más selectivos y con menos víctimas.
Temor a un atentado en Occidente
En la región en Oriente Próximo el conflicto está teniendo otras derivadas como que Hezbolá, un grupo chiita, se haya sentado a hablar con Hamás, sunita, por su objetivo común de acabar con Israel, a pesar de sus enormes diferencias enfrentamientos al representar la gran división del Islam. Carola García-Calvo, investigadora del programa sobre Radicalización y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano recuerda que “ambos grupos, y también la Yihad Islámica, cuentan con el patrocinio de Irán, que es el máximo enemigo de Israel en la región y que se sentía muy amenazado por el avance de los acuerdos de Abraham que estaban conduciendo a que muchos países de Oriente Medio y del norte de África estuviesen normalizando sus relaciones con el Estado de Israel”.
Aunque Carlos Igualada ve muy improbable una alianza entre Hamás y Dáesh en la región, sí cree que ambas organizaciones aprovecharán el oportunismo para recuperar parte del protagonismo. “Están instrumentalizando la causa palestina en estos momentos para hacer un llamamiento a que se cometan atentados sobre objetivos israelíes y también sobre Occidente”. Igualada cree plausible que puedan “influir en individuos radicalizados que se encuentran ya en países occidentales y que este odio creciente hacia Israel sea un detonante para que se cometa una nueva oleada de atentados sobre objetivos occidentales”.
Ante la alarma occidental por un posible atentado terrorista, países como Francia han elevado su nivel de alerta. España mantiene el nivel cuatro sobre cinco, el mismo que se activó en 2015 tras los atentados de París. García-Calvo explica que la guerra entre Israel y Hamás “añade un nuevo vector de amenaza a otros que ya existían en Europa occidental y que estaban bajo observación de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad”, como muestra el reciente atentado de Bruselas. “Enciende una llama que forma parte de la raíz de la amenaza del yihadismo para nuestras sociedades, porque es el conflicto de referencia y el objetivo de eliminar a Israel es el que une a muchos de los grupos islamistas radicales que practican el terrorismo como como táctica fundamental para avanzar en sus objetivos”.
Además, la investigadora asegura que “las imágenes de devastación y de muerte que pueda dejar tras de sí la respuesta israelí al atentado, podrán generar una narrativa, una propaganda, que diseminada y manipulada puede generar un germen para la radicalización de jóvenes musulmanes instalados también en Europa occidental”. Situaciones que ya se vieron tras las guerras de Afganistán, Irak y Siria.