Cómo el teatro rescató a Rosa de la calle
El pasado de Rosa es una profunda cicatriz: su padre abusó de ella, a los 12 años empezó a beber y el alcoholismo la llevó a malvivir en las calles de Sevilla durante una década
Rosa, una víctima de abusos rescatada por el teatro
Madrid
La vida de la 'Miss Experiencia' que hoy nos acompaña tiene un pasado terrible, un presente amable y un futuro esperanzador. Rosa (59 años) ha contado a Àngels Barceló y Chema Rodríguez el origen de una historia llena de nubarrones ya desde la cuna. Ha recordado cómo, "desde que tenía uso de razón", su padre, alcohólico y violento, pegaba a su madre y tenía a la familia atemorizada.
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"Una noche entró en mi habitación y empezó a tocarme los muslos, las bragas...". Los moratones de aquel abuso sexual los descubrió la madre en la ducha, pero obligó a Rosa a callar: "Me pidió que no dijera nada porque si mi padre se enteraba de que lo había contado nos mataba a todos".
En un tono triste pero sosegado, Rosa ha relatado cómo se escondía "debajo de la cama" cada vez que sus padres peleaban y cómo fue así como probó por primera vez el alcohol: "Empecé a beber con 11 o 12 años porque en casa había botellas. Cuando mi padre pegaba a mi madre, me sentía impotente. Cogía un vaso de café y me echaba vino. Me lo bebía a escondidas, con los oídos tapados, en una esquina de la calle para no escuchar la pelea. Era inconsciente y no sabía lo que me traería la bebida".
Con 12 años empezaron los problemas de Rosa con el alcohol, que se fueron agravando y acelerando desde que su madre murió y su hermana mayor, de 17 años, "tuvo que hacer de padre y de madre" porque el padre se desentendió de sus responsabilidades. Pasados los treinta, y con un problema de alcoholismo evidente, Rosa encontró refugio en casa de "un hombre mucho mayor" que acabaría proponiéndole matrimonio. La historia acabaría en divorcio y con ella en un albergue para indigentes en su primera noche en la ciudad de Sevilla, adonde acudió porque le habían dicho que podría encontrar trabajo.
Cómo el teatro sacó a Rosa de la calle
En Sevilla empezó un vía crucis por albergues, casas okupas y cartones que duró 11 años. "Me ponía a pedir, a aparcar coches, a vender chatarra e incluso a veces me hacían proposiciones indecentes a cambio de tabaco y alcohol", ha contado Rosa, que vio una salida gracias a la Fundación RAIS. Carmen Tamayo, trabajadora social, le tendió la mano que tanto necesitaba. Se integró en su grupo de teatro con otras mujeres que vivían en la calle. "Al principio no me lo tomé en serio", ha dicho, "y como tenía problemas de alcohol iba y venía".
Rosa tocó fondo un día que sufrió un coma etílico tan grave que "creían que estaba muerta". En ese momento, ante una segunda oportunidad de la vida, decidió dejar definitivamente el alcohol y tomarse en serio el teatro, "una terapia" para ella. "Llevo siete años sin beber", sonríe Rosa, que sueña con alquilar una casa (ahora vive un piso tutelado) y triunfar en el teatro "como Marilyn Monroe".
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