Las propuestas más interesantes del Festival de Otoño, la gran cita de las artes escénicas
El teatro y la danza tienen la tarea de recuperar a más del 40% del público que no ha vuelto desde la pandemia. Empieza una nueva edición del Festival de Otoño, la cuarta y última que dirige Alberto Conejero, que se pregunta cómo seguir juntos
Es la cita más relevante de las artes escénicas en Madrid, el Festival de Otoño suma 41 ediciones y arranca este jueves 9 de noviembre con estrenos nacionales e internacionales y con una apuesta por creaciones que se mueven entre varias disciplinas, que se verán en trece teatros de la capital y en quince de la toda la Comunidad de Madrid. "Es un festival donde todos los lenguajes conviven sin jerarquía", advierte el director Alberto Conejero en una entrevista en la Cadena SER. Esta semana, tres días antes de que se inicie el Festival, la Comunidad de Madrid ha anunciado en un comunicado que Conejero no dirigirá la edición de 2024. Será Pilar de Yzaguirre, a sus 87 años y cocreadora de este certamen, quien vuelva a coger las riendas el año que viene.
El Festival de Otoño reúne teatro, danza y música. La música cobra un especial protagonismo en esta edición, explica el responsable de la programación, que reivindica esta arte como parte esencial desde los inicios del teatro. "La música siempre ha estado en el teatro hasta que fue expulsada hace poquito. Creo además que la música llega directamente sin pasar por el el tamiz del raciocinio o de la palabra, nos golpea directamente sin necesidad de una decodificación y creo que el Festival de Otoño tiene que ser un lugar no solo para comprender, sino para sentir, para compartir sensaciones".
Alberto Conejero: "El teatro es un lugar de encuentro único y ojalá los heterosexuales se emocionen también con historias LGTBI"
Los montajes hablan de lo que vivimos: luchas por la resignificación política y la memoria, también el medio ambiente como gran preocupación futura e inmediata, el feminismo y lo queer como formas de ver el mundo y el arte que nos rodean. "Todos los montajes tienen en común el hacerse esa pregunta, cómo seguir juntos", incide Conejero, que se enfrenta a un cierto vértigo tras el éxito de la edición anterior, ya fuera de las restricciones de la pandemia. También desde aquel momento, el certamen se ha coordinado con otros eventos escénicos del otoño, como el Festival de Cádiz o el Temporada Alta en Girona para la gira de los artistas. "Es una cuestión de impacto ecológico el que las compañías puedan girar y también de tratar de romper esas lógicas de ser los primeros o los únicos. Hay que ser generoso". Se refiere Conejero a obras que se verán también en otros espacios, aparte de los estrenos absolutos que se disfrutarán en Madrid y alrededores.
El Círculo de Bellas Artes vuelve a ser sede del festival después de muchos años. Acogerá la singular propuesta escrita y dirigida por Albert Boronat, Una casa en la montaña. Se trata de la reunión de 20 espectadores y dos actores (más el propio Boronat) en torno a una mesa para comer, beber y disfrutar juntos de la esencia del arte teatral: el relato de historias. "Aprovechamos la arquitectura del Círculo, con esa escalera maravillosa que tiene y vamos a poder ver todo el paisaje vivo de Madrid por los ventanales mientras disfrutamos del espectáculo", señala Conejero.
Y quien se incorpora por primera vez es el Museo de Artes Decorativas, con una propuesta que hace una agencia de detectives de objetos llamada El Solar, que han convertido el museo en su centro de operaciones, en su oficina de investigación. En un trabajo íntimo de investigación sigilosa de la memoria que se acumula sobre los objetos cotidianos y los espacios, Jomi y Shaday levantan acta de este Archivo de la delicadeza que se guarda entre las paredes del palacete de Montalbán 12, en forma de teatro de los objetos. "Nos va a permitir conocer un museo riquísimo, maravilloso, con una experiencia nacida en el propio museo, que se desarrolla en el museo y que solo se podrá ver en el museo".
Entre los espectáculos más destacados, además:
1.- Las ganas de ver de nuevo a Angelica Liddlell
Angelica Liddell inaugura la cita con Liebestod en los Teatros del Canal. Es uno de los puntos fuertes de la programación, que ya pasó por el Festival Grec de Barcelona y que ha agotado rápidamente todas las entradas. Es un poema escénico sobre la muerte entendida como una espiral sin solución y que tiene la figura del torero Juan Belmonte como principal inspiración. La lucha entre ese eros y tánatos centra este espectáculo que tiene escoge el toreo como la danza entre el amor y la muerte. “Mis obras siempre están hechas en un cruce de caminos, allí donde uno se encuentra con los fantasmas de los ahorcados y los desertores de la ley, en fin, con la fuerza del inconsciente. Belmonte y Wagner se cruzan para hablar de una historia del teatro que es la historia de mis raíces y la historia de mis abismos. Se cruzan para darle voz a mi oscuridad y al origen de mis obras. El cielo cae a la tierra y el infierno sube al trono de Dios”, dice la autora. Las artes del movimiento ocupan un amplio espacio no solo por la presencia de grandes coreógrafos y coreógrafas sino también por el programa doble de la compañía Mal Pelo y por los estrenos absolutos de La Phármaco y de Jesús Rubio Gamo junto a Luz Prado. También la coreógrafa alemana Sasha Waltz con In C, que es también el título de una revolucionaria partitura compuesta en 1964 por Terry Riley, considerado el padre de la música minimalista.
2.- David Foster Wallace según Daniel Veronese
El director argentino Daniel Veronese se acerca a uno de los grandes novelistas de finales del siglo XX, el estadounidense David Foster Wallace y a sus Entrevistas breves con hombres repulsivos. Se trata de 23 relatos en los cuales el autor de La broma infinita disecciona la masculinidad tóxica. Dos personajes, A y B, interectatuarán en el escenario en ocho encuentros en los que los dos actores, Marcelo Subiotto, Luis Ziembrowski, van cambiando de rol en una obra que dura en torno a los 60 minutos y que va subiendo de tono en una propuesta que hace a Veronese volver a explorar las relaciones humanas ahora desde el punto de vista del hombre blanco.
3.- El ego según Nao Albet y Marcel Borràs
Esta pareja de dramaturgos y actores catalanes se han convertido en una marca ya. Con humor han jugado con la realidad, la ficción reflexionando sobre la creación y el mundo del espectáculo en obras como Mammon, Atraco, paliza y muerte e Agbanäspach o Falsestuff (La muerte de las musas). Ahora titulan la obra con sus propios nombres, en un juego de egocentrismo total, titulad De Nao Albet y Marcel Borràs en la que reflexionan básicamente sobre el ego de los artistas. Dos actores, dos sillas y un texto. Sin escenografía, sin música, sin vestuario, Nao y Marcel deciden reventar la tendencia de la autoficción intentando traspasar otro límite, reventar la idea de autoría omnipresente e incontestable.
4.- Sodoma, reivindicación queer a partir de la Biblia
Es uno de los estrenos absolutos de esta edición, el cuarto montaje de la compañía Lobato & Rojas que ha intentado apostar por darle un nuevo significado a los clásicos. En Sodoma, con dramaturgia de Rojas y dirección de Lobato, tenemos dos planos paralelos, el relato bíblico con sus dos ángeles caídos que llegan a Sodoma anunciando la inminente destrucción de una ciudad llena pecado. A medio camino entre lo íntimo y la fantasía, los autores firman una historia LGTBIQ+ sembrada de iconos paganos y queer, entre ellos Peter Pan.
5.- Amadora, música y teatro con Tulsa y María Velasco
La fructífera convivencia entre música y teatro será protagonista en las obras de Ioanna Paraskevopoulou, Marí Eva Rufo con Enrico Barbaro, Séverine Chavrier (CDN Orléans) y Samuel Achache (Bouffes du Nord). Es también el caso de Amadora, que tiene la firma de la cantante Tulsa y María Velasco, junto a la coreógrafa Josefina Gorostiza. Ambas se ha reunido para hablar de sus madres, de nuestras madres, con Virginia Woolf como referente. Amadora tiene canciones compuestas por Tulsa y textos escritos por Velasco, de manera que convive la música, con el monógolo y el diálogo para mostrar a aquellas mujeres atrapadas y universalmente ignoradas que ahora muestran los dolores y la ansiedad de ese respeto negado durante siglos.
6.- La vuelta de uno de los grandes: Ivo van Ho
La presencia internacional se concreta con nombres como los de Dimitris Papaioannou, Sasha Waltz, Milo Rau, Catherine Gaudet, Miet Warlop, Guillermo Calderón o la compañía del teatro parisino Bouffes du Nord con Samuel Achache al frente. También la del belga Ivo van Ho. Lleva casi un cuarto de siglo al frente del International Theater de Ámsterdam y se ha convertido uno de los directores más prestigiosos y codiciados tanto en Europa como en Broadway, tanto en el teatro como en la ópera. Y por fin, vuelve a Madrid con Who kill my father. Han pasado 10 años desde el estreno en el Teatro Real de su controvertida puesta en escena sobre la versión operística de Brokeback Mountain, la película de Ang Lee. Ahora adapta la novela del joven escritor francés Édouard Louis. Quien mató a mi padre es una búsqueda de la clase obrera, el machismo y la homofobia en la Francia en la que no cesa de emerger el Frente Nacional
7.- Seré folclore de Mucha Muchacha
La joven compañía Mucha Muchacha es un colectivo de mujeres que está revolucionando la danza española poniendo en valor la modernidad del folklore y una concepción de la danza como un proyecto comunitario. La propuesta sigue la estela de otras parecidas que han llevado a cabo antes bajo el nombre de Taller-Fiesta y en este caso se realiza una serie de encuentros artísticos y de convivencia con un grupo de unas 25 personas (la convocatoria se abre a mayores de 15 años de los 42 municipios de la comarca Sierra Norte), con o sin vinculación previa a la danza, donde se reflexiona sobre su lugar en el mundo y sobre el folklore que se puede crear en comunidad.
Esta es una de las propuestas que destaca Conejero por estar hecha con gente joven de los pueblos de la Sierra Norte de Madrid, en La Cabrera, un espectáculo que conecta esta juventud con todo el legado de transmisión oral de la zona. Es una obra de teatro colaborativo, participativo, con los propios habitantes de los pueblos.
8.- La memoria de Chile no se olvida
Se cumplen 50 años del golpe militar que derrocó el gobierno de Salvador Allende en Chile y que trajo una de las dictaduras más terribles del convulso siglo XX en Latinoamérica. Con esta efemérides sobre la mesa, Guillermo Calderón retoma una de sus obras más celebradas, Villa, que estrenó en 2011. Desde ese año hasta hoy, con Boric en el gobierno, tras una pandemia y un giro ultraderechista en la región, así como las movilizaciones de los jóvenes en 2019, la obra cobra otro nuevo sentido. También en España, donde nuestra memoria sigue amenazada y en vías de desarrollo. Villa es una obra que apunta directa a una herida todavía sangrante en este país: la dictadura de Pinochet y lo que supuso Villa Grimaldi, un lugar en la periferia de la capital chilena donde se instaló en 1973 el Cuartel Terranova, centro de detención, tortura y exterminio de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Unas 5000 personas pasaron por allí en algún momento y todavía hay 211 desaparecidas. La obra arranca con una votación y ya ahí se despliegan las primeras discordancias para acabar preguntándose por el dolor y la memoria.
9.- El teatro se preocupa por el cambio climático
El cambio climático y la crisis ecosocial está presente ya en todas las disciplinas artísticas. Hace un par de años, nos contaba Conejero, director del certamen, que el festival había tomado algunas decisiones para ahorrar costes y evitar despilfarro en producción y transportes. Ahora tenemos esta obra que habla abiertamente sobre un tema que sigue generando incomodidad y ansiedad. La Rueda Teatro Social presenta Quiero colapsar a tu lado, una tragicomedia sobre el frágil momento de nuestro planeta. Detrás de la obra se encuentra un trabajo de investigación en el que se ha consultado a expertos climáticos y ecologistas. El proyecto cuenta con la colaboración de Greenpeace, Ecologistas en Acción, el CSIC, activistas, antropólogos, geólogos, y otros profesionales. El espectáculo busca el equilibrio entre el teatro documento y la autoficción, la utopía y la distopía, la reflexión, la acción, la emoción... y la poesía.
10.- Antígona en el Amazonas, según el suizo Milo Rau
Por partida doble tenemos este año al siempre inclasificable y político Milo Rau, director artístico de NTGent y próximo director del Wiener Festwochen. En su versión de Antígona se centra en algo que también tiene que ver con el planeta y lo sostenible: el consumo. El creador traslada la obra de Sófocles al Amazonas para poner cara a cara la civilización moderna frente a la tradicional. En febrero de 2020, un centenar de personas, desde granjeros a activistas indígenas, gente mayor, feministas y profesores se pusieron manos a la obra para revisar el clásico. La pandemia los hizo parar, pero tres años más tarde pudieron retomar el trabajo que ahora traen a la escena madrileña. Una Antígona interpretada por la activista indígena amazónica Kay Sara, de pie junto a un coro griego formado por los supervivientes de la peor masacre que la policía militar cometió contra el movimiento MST en 1996. Una alegoría de la lucha política y la feroz resistencia contra la codicia implacable de un moderno, mundo devastador.