Los únicos intérpretes

Madrid

La derecha española hizo en su momento un gran daño a los símbolos nacionales apropiándose, por ejemplo, de la bandera rojigualda. Su empeño por impedir que cualquier otra tendencia política se cobijara bajo esos colores terminó por devaluar precisamente la capacidad de representación de esa bandera y sólo tras la recuperación de la democracia, y gracias al trabajo de otros partidos, incluido el Comunista, fue posible reparar el destrozo causado por esos teóricos defensores. Ahora, el Partido Popular vuelve por esos fueros reclamando la Constitución de 1978 como propiedad exclusiva, cuando en realidad la entones Alianza Popular ni tan siquiera figuró entre sus primeros votantes. La estrategia de apropiación de la Constitución es inquietante porque ya no se trata de un símbolo, sino de un texto concreto destinado a servir de pauta de convivencia entre todos los ciudadanos de este país. Pretender, como ha hecho hoy Alberto Núñez Feijóo, que el PP es el “único refugio constitucional” es quitar valor a la Constitución como instrumento de cohesión nacional y, en definitiva, minimizarla y perjudicarla. Flaco favor le hacen intentando convertirse en los únicos intérpretes del texto fundamental, labor encomendada, desde luego, no a los partidos políticos, sino a un órgano independiente que se llama Tribunal Constitucional. ¿Tan difícil es esperar a conocer la proposición de ley de Amnistía, si es que llega a presentarse, y en su caso reclamar que se pronuncie el Tribunal Constitucional?