La violencia no tiene identidad

Madrid

Qué absurdo es que cada vez que hay un atentado yihadista se nos pidan explicaciones a quienes estamos de una forma u otra vinculados al islam, aunque no hayamos conocido a nadie que sea partidario de la violencia, aunque a nosotros el fenómeno nos resulte tan ajeno como a cualquier otro ciudadano. ¿Qué tendrá que ver un chico español de padres marroquíes con las atrocidades de Hamás? ¿Cómo a estas alturas seguimos queriendo borrar todas las diferencias entre los terroristas en nombre de Dios y quienes son simples creyentes? Del mismo modo, es vomitivo dar rienda suelta al antisemitismo en nombre de la defensa de la causa Palestina.

¿Qué tendrá que ver ser judío con formar parte del gobierno de Netanyahu que aprieta el botón de las bombas contra ambulancias y hospitales? Resulta decepcionante que con todo lo que hemos pensado sobre las identidades y las alteridades sigamos en el mismo punto suicida de no reconocernos como individuos, como seres humanos con la complejidad que nos caracteriza.

Meter a todos en un mismo saco es fácil, simplifica el proceso de clasificación de los desconocidos que pueden resultar peligrosos pero es una deriva que entraña un peligro mucho mayor: justificar la aniquilación del otro en base a la identidad que comparte con quienes perpetran las atrocidades, convertir la pertenencia a un determinado grupo en un crimen en sí mismo. Yo no respondo por todas las mujeres ni por todos los occidentales ni por todos los españoles o los catalanes, ni por los musulmanes ni por los ateos ni por las madres ni por los escritores. ¿por qué tienen que responder los musulmanes por Hamás y los judíos por Netanyahu?