Estrés

Madrid

Estrés es una palabra que entró con calma en el diccionario. Llegó en 1984, procedente del 'stress' inglés, al que se añadió una e inicial y se recortó la doble ese para hacerla nuestra. Habían pasado varias décadas desde que Hans Selye, el médico que la detectó en 1930 y llamó "síndrome de estar enfermo", ya la hubiera bautizado como estrés en una obra sobre esta patología que publicó en 1950. El término lo tomó de la física, de la fatiga de materiales, y ese aroma se percibe en la primera definición académica que hablaba de la "situación de un individuo vivo, aclaración quizás innecesaria, o de alguno de sus órganos que por exigir de ellos un rendimiento superior al normal los pone en riesgo próximo a enfermar".

La definición actual habla de "la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves". Eso en los humanos, porque también sufren estrés los materiales o los mercados. El estrés humano es intranquilidad, nerviosismo, tensión, pero no todas esas situaciones son, necesariamente, estrés. Como no todos los dolores de cabeza son migrañas, ni cualquier agobio es ansiedad. Así que conviene no banalizarlo. Y no por herir la lengua, sino por prevenir, detectándolo a tiempo, las heridas que nos pueda dejar el estrés de verdad.