Momento para liberar el acelerador y darse un tiempo para la calma

Otra cita esta mañana para ir cerrando el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, la jura o promesa del cargo ante el rey Felipe VI a partir de las 9:30 de la mañana. Después ya, traspaso de carteras y a trabajar. Yo no sé si el aspecto cansado que ofrecía ayer Pedro Sánchez en su comparecencia desde Moncloa, era por un fin de semana -cuaderno en mano- intentando cuadrar el Ejecutivo o era fruto de semanas de tensión previa y posterior a su investidura. Pero el hecho es que ya hay Gobierno, que la legislatura ha echado a andar y que el movimiento se demuestra andando. Será con el tiempo cuando veamos el grado de dificultad de la legislatura y veamos si el perfil del Gobierno es el adecuado.

De momento, las pistas que dan los nombres son de un Ejecutivo compacto y preparado para lo que viene. Sánchez lo llamó una "legislatura de negociación y diálogo", por no llamarlo que vienen curvas. En su entorno, las mujeres que forman el núcleo duro del Ejecutivo, las cuatro vicepresidentas, y en paralelo un ministro, Félix Bolaños, destacado desde antes de dar, en la anterior legislatura, el salto ministerial, por su capacidad negociadora. Se le amplían las competencias, Presidencia y Justicia, un superministro que levanta tantas ampollas en la oposición como elogios desde dentro por su trayectoria.

Mañana, primer Consejo de Ministros y se pone fin a esta etapa de provisionalidad desde la celebración de las elecciones, el 23 de julio, y las dos investiduras, la fallida de Feijóo y la definitiva de Sánchez. Sería el momento de empezar a liberar el acelerador. Darse -y darnos- todos un tiempo para la calma. El Gobierno gobernando, y la oposición haciendo oposición desde las instituciones y, entre todos, desinflamar un discurso que no ha hecho más que polarizar a la sociedad y encrespar el país.

Al Gobierno se le debe juzgar por lo que hace, no por lo que dicen los demás que hace, y esa es tarea de la oposición. Ser capaces, entre todos, de superar este período y confiar en que elementos externos, como la sobreactuación independentista o la intención de Podemos, fuera del Gobierno, de no ponérselo fácil al nuevo Ejecutivo, no haga descarrilar demasiado a menudo el trayecto de la legislatura. No va a ser fácil y por esto la calma es imprescindible.