Santiago Auserón: "España se olvidó de Cuba desde que no tiene grandes rendimientos que sacar de la colonia"
En el documental 'La semilla del son' el músico y filósofo recorre Cuba en busca de los sonidos primigenios que componen la música cubana
Santiago Auserón: "Cuando salió Compay Segundo se produjo una hipnosis colectiva"
Madrid
En 1984 Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) aterriza por primera vez en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana con una sed infinita de nuevos sonidos. "La primera temporada que Radio Futura nos dio algo de dinero y pudimos pagarnos unas vacaciones, el primer viaje internacional. La primera idea era ir a Cuba en busca de lo que cantaban los negros y los mulatos en nuestra lengua natal", explica el musicólogo. Lo que se encuentra no le decepciona y vuelve una y otra vez a esta isla que vio nacer a su álter ego diez años más tarde: Juan Perro. Allí, en La Habana grabó ese primer disco 'Raíces al viento'. "Nos fuimos a la calle de San Miguel en La Habana a grabar ese primer disco... Fueron cinco semanas inolvidables. Pasábamos el día grabando y la noche hasta que cerraba el último cabaret". Ahora, casi treinta años después recorre Cuba seguido de la cámara de JuanMa Betancort en el documental 'La semilla del son'.
Décadas de cambios para la isla caribeña, desde la caída del muro de Berlín, que marca el final de la Guerra Fría, a la muerte de Fidel Castro. "Con la caída del muro ya se empezó a notar las dificultades para resistir el implacable bloqueo comercial que los Estados Unidos imponen de una manera ya incomprensible. Durante un siglo estuvieron intentando hacerse con la isla y como eso quedó ahí pendiente, los norteamericanos estuvieron interviniendo en los asuntos de la isla durante mucho tiempo y cuando ya no fue viable les han intentado hacer la vida imposible", explica Santiago Auserón.
Una precariedad que los cubanos combaten o al menos se evaden con la cultura, para el filósofo esa fue "la gran apuesta y el máximo acierto de la Revolución. El conseguir la lucha por el futuro con lo que Fidel llamaba 'la batalla de las ideas', que era la instrucción de la población". Una cultura que según aprecia se nota en cada rincón de la isla: "Te montas en un taxi y el conductor es ingeniero aeronáutico, la gente que trabaja en los hoteles tiene una o dos carreras... El nivel de instrucción es alto y el nivel de conversación es siempre interesante".
También la música y el baile es esencial en la cultura cubana, no solo como una manera de entretenimiento, sino como una herramienta comunicativa y un testigo de la propia historia, también de la nuestra. "La música cubana revela algo de nuestro pasado que nosotros mismos ya no entendemos. Al llegar a Cuba descubrimos que ellos han preservado una imagen fraternal de España, pese a toda la historia de conflictos. Nosotros casi nunca nos acordamos de ellos, pero ellos tienen en cuenta a los españoles a diario y están al tanto de lo que pasa. España, desde que no tenía azúcar ni grandes rendimientos que sacar de allí, se olvidó de la colonia".
Del son más clásico a la versión cubana del reguetón: así suena la isla
A finales de los años 80, Santiago Auserón comienza a tocar uno de los instrumentos por antonomasia del son, el Tres cubano, un tresero de la mítica Casa de la Trova de Santiago de Cuba es el encargado de enseñarle: "El tío me decia 'Vamos a tomar un traguito lo primero'. Cuando llegaba la botella de ron ya empezabamos. Si yo hacia algo raro con las cuerdas como en el rock o en el blues él me gritaba '¡Noooo, eso nooo!'. Pero además de las regañinas por "gallego" también le dió algún que otro buen consejo: "Un buen tresero tiene que tocar serio, no puede estar sonriendo mirando a las muchachas".
Esos mismos años Auserón se recorría las tiendas tratando de conseguir casetes, a pesar de que estaban medio vacías los dependientes guardaban algunas joyas en los cajones y cuando creó una lista de los soneros a los que le interesaba conocer se acercó al Instituto Cubano de la Música y al Centro de Investigación de la Música Cubana, allí Danilo Orozco, uno de los investigadores, le haría la pregunta que cambiaría la historia de la música a nivel mundial: "¿Tú no conoces a Compay Segundo?". Estaban en casa del investigador en la calle Heredia de Santiago de Cuba cuando sacó su radiocasete y puso a Compay Segundo.
"Iba cada mañana a la Casa de la Trova a oír sones y cuando uno me gustaba, por ejemplo 'Chan chan', 'Chicharrones' o 'Los barrios de Santiago', preguntaba de quién eran y siempre me decían '¡Repilado!' (apellido de Compay Segundo). Lo fui buscando en casas de sus familiares, pero estaba tocando en un hotel de la Habana", relata Auserón. Fue en las jornadas de flamenco y son que organizó junto a Bladimir Zamora por encargo de la Fundación Luis Cernuda de la Diputacion provincial de Sevilla cuando por fin conoció personalmente a Máximo Francisco Repilado Muñoz. "La primera condición era que tenía que venir Compay Segundo. Cuando salió y empezó a tocar se produjo una hipnosis colectiva y las gitanitas empezaron poquito a poco a cimbrearse, a tocar palmas, al final, estaban bailando son cubano con los pañuelos al cuello quitaos. Se produjo una catarsis increíble. Fue un momento de la historia de España".
Entre los más jóvenes la música sigue formando parte de su ADN. En uno de sus últimos viajes estaba dando una vuelta por el malecón de La Habana junto a Pancho Amat cuando se encontraron una escena que plasma la esencia cubana y los nuevos gustos musicales: "Había un ambientazo que echaba humo. El ron corría como un arroyo, casi igualándose con el mar. La policía estaba allí protegiendo el evento. Y los chavales competían con el grupo más cercano poniendo el aparato a todo volumen. ¿Y qué sonaba ahí? Reparto, la versión cubana del reguetón", relata Auserón esta postal del malecón digna de enmarcar.
Estela Bango
Redactora en 'Hoy por Hoy' y antes en 'La Ventana'....