Del contenedor a Togo, Filipinas o Pakistán: la ropa usada en España no se reutiliza, según Greenpeace
En 11 ciudades de España, solo una de las 29 piezas de ropa usada, en las que Greenpeace colocó un geolocalizador antes de ser depositadas en contenedores de ropa, acabó siendo reutilizada
Greenpeace está llevando a cabo una investigación para determinar cuál es el destino de las prendas que depositamos en los contenedores de recogida de ropa instalados tanto en la vía pública así como en algunas tiendas.
Solo se ha podido determinar la reutilización de una de las 29 prendas monitorizadas, que fue adquirida en una tienda de segunda mano en Rumanía. Tras cuatro meses de seguimiento, muchas prendas siguen moviéndose y parece que no han llegado a su último destino, aunque han recorrido miles de kilómetros a lugares tan lejanos y diversos como Chile, Pakistán, India o Togo; o se encuentran en almacenes en polígonos industriales de España o simplemente siguen sin dar señal.
Reportaje EP46 | Ropa de segunda contra una crisis de primera
“Hemos podido comprobar que la gestión que se hace de la ropa que se deposita en contenedores se aleja mucho de la economía circular que buscan”, ha advertido la responsable de esta investigación, Sara del Río.
Miles de kilómetros
Con este propósito, entre julio y agosto Greenpeace colocó dispositivos de seguimiento convencionales tipo botón en 29 prendas aptas para una segunda vida (ropa y calzado) que luego depositó en contenedores de once provincias españolas, situados tanto en la vía pública como en tiendas de Zara y Mango.
La primera gran sorpresa fue que ambas vías siguen el mismo proceso, debido a que las entidades de gestión en ambos casos son las mismas. Un ejemplo claro es que prendas procedentes de ambos sistemas de recogida han sido localizadas en Emiratos Árabes Unidos, que al igual que Pakistán, cuenta con centros de recepción internacionales de ropa ubicados en zonas francas, lo que facilita su reexportación.
Las prendas seguidas por Greenpeace también han sido localizadas en África. En concreto, han aparecido en Egipto, Togo y Marruecos.
Cabe destacar que, según la Agencia Europea del Medio Ambiente, el 46 % de los textiles usados exportados desde la UE tienen a países africanos como destino, donde son revendidos alrededor del 60 %, mientras que el resto es desechado, muchas veces directamente en el medio ambiente como Greenpeace pudo comprobar.
Cabe destacar que esta práctica, aun pareciendo buena, es muy perjudicial para las economías locales que ven cómo la ropa usada “barata” europea, que inunda los mercadillos de numerosos países, impide el desarrollo de una industria textil local.
Otra de las prendas ha llegado a Chile, a pesar que América no es un destino habitual de la ropa usada que se genera en España. Chile posee uno de los casos mundialmente más reconocidos de contaminación textil por las montañas de ropa usada que se acumulan en el desierto de Atacama.
Un sistema que no funciona
Greenpeace cree que la investigación pone de manifiesto la necesidad de cambiar radicalmente el modelo de producción y consumo de ropa y evitar caer en falsas soluciones o parches que retrasen este cambio.
Tanto las grandes marcas como los ayuntamientos utilizan los mismos gestores, que en buena medida pasan por exportar la ropa a miles de kilómetros a países de Asia, África o Sudamérica donde la reutilización no está asegurada
La gestión efectiva de la ropa usada para que no suponga un problema medioambiental y social cada vez mayor, a la que las marcas de ropa estarán obligadas a partir de 2025 tiene que estar acompañada de una reducción drástica de la producción, un aumento de la durabilidad y la calidad de las prendas.
Javier Gregori
Periodista especializado en ciencia y medio ambiente....