Cómo frenar la sed de venganza de Israel
Peace Now es una de las organizaciones que trabajan por la paz entre israelíes y palestinos. Muchos pacifistas israelíes están sufriendo persecución y violencia por sus ideas.
Periodistas en Gaza y pacifistas en Israel
56:37
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1700852276086/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
En plena guerra en Gaza, el trabajo de los pacifistas se hace especialmente difícil. Pese a todo, sigue habiendo un importante sector de la sociedad israelí que promueve la paz, con una tarea que se ha vuelto más importante todavía. Uno de ellos es Mauricio Lapchik, director de Relaciones Externas de la organización Peace Now. Asegura que todavía hay gente que cree en una salida diplomática al conflicto, aunque reconoce que “hablar de paz ahora se hace extraño”.
Con un trabajo que describe como “sumamente difícil”, Lapchik trata de combatir la sed de venganza que ciega al Gobierno y a parte de la sociedad en Israel. “No sé si en algún momento esta sociedad va a poder superar este trauma terrible”, lamenta, refiriéndose a los atentados de Hamás del 7 de octubre, pero recuerda que la población civil de Gaza también es víctima de este conflicto.
Más información
Aunque, cincuenta días después, muchas de esas voces llamando a la venganza hayan empezado a cambiar, son los propios ministros del Gobierno ultraderechista que dirige Benjamin Netanyahu los que se han afanado en ampliar el conflicto a toda la región, llamando incluso al uso de bombas atómicas. “Se trata de los religiosos nacionalistas, que en muchos casos también son la misma población que se encuentra en las colonias, en los asentamientos en Cisjordania, y que creen que la única forma de alcanzar algún tipo de redención es controlando toda la tierra de Israel desde el río Jordán hasta el Mediterráneo”, explica Lapchik.
El pacifista es contrario a quienes, desde el propio Gobierno israelí, claman que la tierra de Israel es un derecho exclusivo para el pueblo judío y recuerda que entre el río y el mar viven casi nueve millones de judíos y siete millones de palestinos. “Nadie se va a ir de aquí, y la única opción que tenemos es buscar la solución menos injusta para esta situación”, insiste.
Ya antes de la guerra, el primer ministro Benjamin Netanyahu estaba muy cuestionado por una reforma judicial ampliamente contestada con manifestaciones masivas semanales en las calles. Esa serie de proyectos de ley que restaba independencia a los tribunales, “ha creado una grieta en la sociedad israelí”, en palabras de Lapchik. Sin embargo, asegura que las mismas organizaciones que protestaban contra el Ejecutivo se volcaron para ayudar a las zonas más perjudicadas tras los atentados de Hamás y volcaron sus estructuras en dar apoyo a la sociedad israelí allí donde el Gobierno no llegaba.
Desde aquel día, quienes defienden la paz frente a la venganza sufren situaciones violentas, “personas en la calle que insultan o atacan de otra manera, y sobre todo por las redes sociales”, cuenta Mauricio Lapchik. También conoce casos de periodistas que han tenido que esconderse tras realizar declaraciones contrarias a la postura del Gobierno. “Estamos viendo como en el contexto de esta guerra, diferentes voces radicales de ultraderecha aprovecharon la situación para perseguir a personas que piensan diferente, como nosotros”, denuncia.
La población árabe israelí ha sido blanco de esos ataques también, tanto por parte de población israelí como por parte de la policía, según el pacifista, que quiere recalcar la importancia del apoyo, como “socios reales y confiables”, de esta población que representa aproximadamente un 20% de la población total del país. Por ello insiste en no diferenciar entre religiones, como tampoco discriminan los terroristas.
“La solución militar no nos va a llevar en ningún camino hacia la paz”, subraya Lapchik. Llama a la responsabilidad de los líderes para llegar a conversaciones cuando la guerra termine, pero cree que solo dentro de muchos años podremos hablar de paz y reconciliación. El primer paso ha sido la esperanza que aporta la liberación de algunos civiles secuestrados con el alto al fuego sellado en los últimos días.